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Cuando tu cliente ideal aterriza en tu página web, tienes tan solo 5 segundos para hacer que se enamore de ti y empiece a interesarse por tu trabajo.
Tu página actual, ¿hace que se quede
o que huya despavorido?
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Cuando tu cliente ideal aterriza en tu página web, tienes tan sólo 5 segundos para hacer que se enamore de ti y empiece a interesarse por tu trabajo.
Tu página actual, ¿hace que se quede o que huya despavorido?
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¿Cómo organizarse para emprender desde casa con un bebé? Ser mamá emprendedora puede ser muy complicado, sobre todo cuando no cuentas con nada de ayuda cerca. Sin embargo, hay una serie de trucos y hábitos que a mí me han funcionado muy bien para ser más productiva, sacar adelante los objetivos que me iba proponiendo y no dejar de facturar desde que fui madre por primera vez.
En los últimos tres años, desde que llegaron los mellizos y, hace año y medio, la más peque, he tenido que aprender a exprimir al máximo cada minuto que tenía disponible. Casualmente, han sido los años más productivos de mi vida y en los que he conseguido más logros como emprendedora.
¿Cómo narices lo he hecho? ¿Qué tips para mejorar tu productividad puedo darte? ¿Cómo me organizo cada día? Son las preguntas que más me han hecho otras emprendedoras estos años, y por ello voy a contarte en este post todo lo que a mí me ha funcionado, por si puede serte de utilidad.
Eso sí, tengo que asegurarte una cosa. De nada sirve leer todos los trucos para organizar el tiempo que voy a darte hoy, si no los pones en práctica.
Así que, cuando termines de leer el post, descárgate la guía que encontrarás al final y comienza a poner en práctica todos estos trucos para convertirte en una mamá emprendedora productiva.
(Haz click en los iconos que encontrarás a lo largo del post para ir directamente a leer la parte que te interese).
Si estás leyendo este post y todavía estás embarazada, voy a intentar mentalizarte de que dejar lo máximo planificado durante esta etapa, es crucial para poder “disfrutar” (con el menor estrés posible) de las primeras semanas como mamá emprendedora.
Y ya ves que “disfrutar” lo pongo entre comillas. Porque lo de estar de “baja maternal” (y desconectar 100% de su negocio), es algo que muy pocas consiguen o pueden permitirse. La gran mayoría de las emprendedoras siguen trabajando en su empresa, incluso desde el mismo día en que dan a luz.
Ya sea porque siguen publicando en redes sociales, siguen respondiendo los correos de clientes o simplemente continúan trabajando en aquel proyecto u objetivo en el que habían estado currando unas horas antes de dar a luz, porque temen perder todo el trabajo y nivel de facturación que habían conseguido hasta entonces (o simplemente porque les apasiona tanto su trabajo, que no pueden desconectar y dejar de ser ellas mismas de la noche a la mañana).
Por ello, cuantas más cosas puedas dejarte organizadas, más disfrutarás de tu bebé cuando nazca.
Yo pude hacerlo con mi primer embarazo (aunque no con el segundo) y puedo decirte que ayuda mucho. Dejé programados post para los 6 meses siguientes desde que salía de cuentas.
Un truco que puedes utilizar es realizar entrevistas que te sirvan para no tener que escribir tanto.
Va unido a lo anterior. Si no sabes qué escribir en ellas, que sean simplemente para informar de cada post que has dejado programado.
Eso sí, piensa que tus seguidores querrán saber qué tal te va en esta nueva etapa, por lo que te recomiendo ponerte una alarma en el móvil un par de días antes de que salga cada newsletter, para simplemente añadir unas pequeñas líneas en las que cuentes lo que estás viviendo.
No des por hecho que están viendo las fotos de tu precioso bombo en instagram.
Avisa, sobre todo conforme se vaya acercando la fecha posible de parto:
Más vale que lo vayan sabiendo, que no encontrarse con que desapareces de repente durante días o semanas.
Planifica los post de una red social. Sólo una, la que más clientes te traiga (y sólo si para tu negocio es crucial no desaparecer por completo de las redes).
Déja planificado aquello sobre lo que quieres escribir cada día, al menos durante el primer mes. Si puedes dejarte los post escritos, imágenes creadas, diseños en canva hechos, ¡mucho mejor!
Es imprescindible que dediques unos días durante el embarazo a crear los procesos de tu negocio (como si fueran unas guías paso a paso), para la persona que vaya a encargarse del trabajo durante esas semanas.
Práctica con ella antes de dar a luz, explícale en qué tono debe escribir y hablar con los clientes.
Y, en la medida de lo posible, intenta que sea alguien resolutivo. Con ello evitarás que esa persona pueda estar molestándote con dudas durante el tiempo de tu baja.
Aquí te doy dos consejos:
Así tienes acceso al texto desde cualquier sitio en el que estés y puedes activarlo el día que salgas de cuentas, cuando notes las primeras contracciones de parto, o en el mismo hospital tras dar a luz.
No hay nada mejor cuando acabas de tener un bebé, que poder despreocuparse de este tema y saber que, en caso de emergencia, siempre tendrás a mano algún plato preparado en el congelador, listo para sacar y comer.
El gran momento ha llegado.
Y tienes que lidiar con:
Y éste es un consejo fundamental que te doy, estés embarazada, tengas un bebé pequeño o peques más mayores.
Si no descansas lo suficiente, por mucho que lo intentes no vas a ser productiva ni vas a rendir.
Y esto está demostrado científicamente porque tu cerebro necesita pasar por unas fases reparadoras durante el sueño que permiten a las neuronas funcionar correctamente cuando estás despierta.
Así que prioridad máxima, siempre que puedas delegar, primero dormir y después lo demás. Sobre todo estas primeras semanas tras el nacimiento de tu bebé, que te demandará comer, puede que hasta cada media hora, y no puedes hacer las 7 u 8 horas seguidas de sueño.
Por otro lado, es importante que aprendas a darle el pecho en la cama a tu bebé para que puedas descansar más. Si tu bebé no es demasiado pequeño al nacer, te recomiendo dar el pecho tumbada de lado (tendrás horas de sueño garantizadas).
Si das biberón, déjate un termo cerca con el agua caliente y las dosis preparadas en un dispensador de leche en polvo (aquí tienes una alternativa sin plásticos ni tóxicos, hecho de silicona alimentaria).
Sí, como oyes. Y en concreto te recomiendo el que yo utilicé: El de Harmony. ¿Por qué? Porque es duro y te permite tener los dos brazos libres para leer, ver el móvil o trabajar en la tablet, mientras tu bebé está cómodamente colocado para tomar el pecho desde cualquier posición posible (¡genial para vaciar por completo el pecho y evitar mastitis!) o darle el biberón.
A mi me vino de cine con los mellizos para poder hacer algo mientras les daba el pecho a los dos a la vez. Y con la peque, como me quedaba un lado libre del cojín, podía hasta escribir o usar el ratón del portátil en el mismo cojín.
En wallapop lo puedes encontrar bien de precio y bien te digo, que vale la pena la inversión (se vende muy rápido también).
Puede que suene un poco mal decirlo, pero sí, hay que ser realista. Hay ratos en los que sólo te apetece estar embobada mirando lo maravilloso que es poder alimentar a tu bebé y otros en los que estás hasta el moño y aburrida de dar el pecho.
A mí esto último me pasaba por las noches con los mellizos, cuando empezaba con uno, seguía el otro (y vuelta a empezar) y no podía dormirme.
Así que qué hice: aprovechar para avanzar en pequeñas tareas que no me requerían estar al 100% (ni al 50%) de mi capacidad de atención.
Por aquel entonces estaba en pleno proceso de fabricación de la segunda edición de la Agenda MultiApasionada en papel y escribiendo mi primer libro, así que aproveché muchas noches para buscar imprentas, proveedores, y materiales que necesitaba para fabricar ambas cosas.
Centrarme en estas pequeñas tareas, me permitía poder avanzar durante el día en las que eran más importantes.
Si haces lactancia mixta o das biberón, puedes organizarte las tareas con tu pareja o familia. Por ejemplo, el que da el biberón cambia después el pañal al bebé o que se encarguen durante unas horas al día del peque para poder trabajar algo.
Siento decirte que los primeros 3-4 meses, hasta que el bebé empiece a gatear, van a ser los más productivos desde que te conviertas en madre.
Es cuando más rato vas a poder trabajar, porque es cuándo más rato va a dormir el peque. Aunque sea media hora seguida, es media hora que vale oro.
Así que, en este orden, mientras duerme tu bebé:
Éste es uno de los mejores inventos del mundo. Yo he probado el portabebés ergonómico Manduca y el fular elástico Boba Wrap. Y te aseguro que éste último es con creces la mejor opción cuando quieres hacer cosas en casa, trabajar, ¡comer! y poder llevar a tu bebé a todos lados. Cómo está contigo, calentito y oyendo tu corazón, te aseguro que dormirá mucho más que si lo echaras a la cuna o a una pequeña hamaca.
Es kilométrico y cuando te lo pongas delante de alguien pensará que te está atacando una boa constrictor, pero no te preocupes que sólo impresiona la primera vez que lo ves.
Es muy fácil y rápido de usar, poner y quitar y además no te ocupa nada (por lo que puedes llevarlo siempre contigo). Te dejo un vídeo para que veas cómo poner el boba wrap.
Si, sí o sí. Necesitas seguir facturando, necesitas delegar todas aquellas tareas que te roban tiempo, como todas las relacionadas con la casa (sí, mentalízate que pasa a un tercer plano), cocinar o ir a hacer la compra.
Y ahora es el momento oportuno para delegar estos temas, porque normalmente todo el mundo a tu alrededor está más receptivo a ayudarte de alguna manera.
Invertir en alguien que se encargue de las tareas del hogar es la mejor INVERSIÓN que vas a poder hacerle a tu negocio. Ahora que tu bebé es pequeño y después, cuando crezca.
Tú mejor que nadie sabes lo que vale tu precio hora. Seguro que mucho más de lo que te cuesta pagarle a alguien para que te limpie la casa o para que te manden la compra a casa.
Y esas 3-4 horas o más semanales que vas a ganar, podrás invertirlas directamente en tareas con las que obtener beneficio.
Así que todo son ventajas. Y si el presupuesto no da para ello, siempre quedará la opción de comprarte un robot aspirador tipo roomba o preguntarte:
¿Qué podría hacer para facturar lo suficiente, como para poder invertir en alguien en quien delegar estos temas?
Luego llegamos al momento ropa. Los bebés son unas auténticas máquinas en mancharse (y mancharTE) la ropa, así que muy pronto te vas a dar cuenta que vas a batir el record mundial de poner lavadoras (sobre todo si toma biberón). Aquí te va a ayudar mucho el tener secadora en casa o encontrar a alguien al que le apasione lavar ropa y que te eche una mano con la ropa del bebé (existen, doy fe).
Eso sí, si quieres seguir rascándole minutos al día, se acabó el plancharte hasta las bragas. Y mucho menos, la tonelada y media de ropa de los peques que se genera al día. Ya lo recuperarás (si quieres) cuando el peque vaya al cole o la guardería, o siempre puedes subcontratarlo (hay personas que se ganan así la vida).
Y con el tema de las comidas, puede ser el momento idóneo para comenzar a practicar el Batch Cooking (que es cocinar en un par de horas toda la comida de la semana) o pedirle a tus amigos o familiares que te traigan algo de comida cuando vengan a verte. Seguramente acabarás acumulando más de la que puedas comer, así que al congelador y listo.
Otra buena opción sería invertir en una Thermomix (o pedir que te la regalen por el nacimiento del bebé, jejeje). Y como último recurso si vives en la ciudad, siempre puedes tirar de Just East o similar (aunque sea un día a la semana).
Si optas por esta última opción, procura buscar restaurantes sanos, que no te hagan acumular más kilos de los que seguro ya cargas tras el embarazo.
Te ayudará un montón a organizarte la semana. Y tu bebé, aunque no lo sepas ver todavía, te lo agradecerá.
Sé por experiencia que puede parecer imposible (de hecho, con los mellizos no supe hacerlo), pero comienza a crear una rutina de despertarte, desayunar, paseos, comer, siesta, merendar, cenar y dormir siempre a la misma hora (o lo más aproximada que te deje el bebé o los bebés), para que vaya dándose cuenta en qué momentos toca dormir y en qué momentos toca estar despierto, sobre todo.
Cuando tiene más hermanos es más sencillo, porque son los mayores los que marcan los horarios por la guardería o el colegio. Así que míralo desde este punto de vista, y ya verás cómo el propio bebé terminará pidiéndote dormir y comer siempre a la misma hora (aunque no coincida con tu hora de dormir y comer).
Si eres afortunada, ese podría ser el tiempo máximo que tengas para trabajar entre toma y toma del bebé, así que un truco que puede ayudarte mucho es trocear tus tareas en otras más pequeñas.
Cuando te marcas tareas u objetivos para hacer en el día a día, normalmente tiendes a pensar que tu tiempo es elástico e infinito. Pero con un bebé o más en casa, ya te digo que esto no va a ser así. Así que toca darle la vuelta a la tortilla y comenzar a cambiar la manera en que te organizas, para ajustarte a los tiempos de tu bebé.
Qué sólo dura 15 minutos entre toma y toma, pues te marcarás mini-tareas de 15 min (¡como ducharte y lavarte el pelo!). Que aguanta media hora, pues mini-tareas de 30min. Que tienes la GRAN suerte de que te aguanta una hora o más dormido tras cada toma, puedes ampliarlo un poco. ¿Ves por dónde voy?
Así, lo que conseguirás es ir dividiéndolas o troceándolas en mini-tareas pequeñitas de 15 o 30 minutos.
De esta manera, podrás ir tachando cosas de tu lista de tareas diarias y te acostarás con la sensación de que, aunque haya sido poco, has podido ir avanzando en lo que querías hacer.
Aquí es dónde empieza la juerga de verdad y dónde el trabajo tiene que pasar a un segundo plano porque necesitas estar más atenta del peque.
Ya sea porque empiezan los peligros, los golpes, porque mete el dedo donde no debe o porque se lleva todo a la boca.
Así que en esta fase del crecimiento de tu bebé, te aconsejo estos trucos para organizarte mejor.
Para tener controlado a tu bebé, no hay nada mejor que los parques XXL. Yo los descubrí porque quería uno grande para los mellizos y ha sido increíble lo que me ha ayudado a trabajar tranquila, sabiendo que estaban en “zona segura y controlada”. Y además ellos, cómo tienen más libertad de movimiento, te demandan menos atención.
El mío era éste (aunque he visto este otro parque XXL que tiene muy buena pinta también). Lo bueno es que, si no tienes mucho espacio, puedes dividirlo en varios mini-parques y darle la forma que quieras (y además son de madera, sin tóxicos ni plásticos). Nosotros lo teníamos dividido entre el salón y la cocina.
Quizás no es el mejor consejo que pueda darte, pero a mí me ha funcionado muy bien con todos los peques.
Y es trasladar mi oficina (o sea, el ordenador) a la mesa del salón para poder trabajar mientras vigilo a los peques cuando juegan o están en el sofá viendo la tele (sobre todo hasta los casi dos años, que necesitan saber que su mamá está ahí a su lado con ellos).
A nivel de concentración, nunca será lo mismo que poder estar en tu propio espacio de trabajo, pero siempre es mejor que estar tirada en el sofá, viendo los dibujos y sintiendo como estás perdiendo un valiosísimo tiempo sin hacer nada productivo.
En esta etapa tu tiempo se reduce casi a lo mínimo, quieras o no quieras. Así que lo primero que te aconsejo es que te mentalices y que te des total libertad para disfrutar de la maternidad, porque esta etapa es muy bonita (sobre todo cuando ya empiezan a decir sus primeras palabras) y no debes intentar abarcar más de lo que vas a poder trabajar.
La otra gran cosa de la que vas a tener que mentalizarte (seguramente ya lo habrás empezado a notar). Los peques son toda una caja de sorpresas. Tanto para lo bueno, como para lo malo.
Por tanto, mentalízate que lo que te marques para hacer cada día tiene que ser realista. Ya no puedes hilar al segundo como hacías antes de ser madre. Ya no puedes marcarte demasiados objetivos. Ya no puedes aferrarte a tus planes o ponerte fechas límites demasiado exigentes.
Debes ser flexible y aprender a disfrutar de la aventura que supone cada nuevo día cuando tienes peques.
Unos días te cundirá como nunca, y al siguiente pasará algo que te trastocará tus planes por completo.
Normalmente, cuanto más estresada estés y con cuanta más prisa hagas las cosas, más posibilidades hay de que surja un imprevisto. Y ellos son un fiel reflejo de lo que nos pasa. Si tú estás nerviosa y estresada, ellos también lo estarán (elevado a la enésima potencia), lo que quiere decir que más mimosos estarán, más llorarán y más querrán que estés pendiente de ellos.
Acuérdate de esto, en esos días en los que nada parece salir como esperabas.
Siguiendo con lo anterior, hay que ser realista. Así que si no quieres sentirte frustrada porque no llegas a todo, es hora de bajar el ritmo (si no lo habías hecho hasta ahora) y marcarte tan sólo un objetivo a la semana.
Sí, sé que te gustaría estar haciendo muchas más cosas. Sé que tu competencia avanza mucho más rápido. Sé que te gustaría poder escaparte a muchos más eventos. Pero, es lo que hay.
Seguramente todas aquellas emprendedoras con las que te estás comparando, o NO tienen hijos, o tienen quien se ocupe de ellos o los tienen ya mayores.
(No te preocupes que esta etapa se pasa más rápida que la anterior. A lo que te des cuenta, tu bebé ya tendrá el año o año y medio, ya será mucho más independiente, y sentirás que comienzas a recuperar el control de tu vida).
Por tanto, en vez de un montón de mini-tareas pequeñitas como habías hecho en la etapa anterior, márcate un sólo objetivo realista para la semana y un sólo objetivo o tarea a hacer cada día.
Por ejemplo, en mi caso podría ser un objetivo diario sólo el escribir este post. O sólo el revisar los gastos periódicos. O sólo el crear la estrategia para una de las páginas del diseño web de mis clientes.
Sólo una cosa al día. Vale más ir avanzando despacito, pero sin pausa, que querer correr demasiado y darte el tortazo.
Éste es un truco que funciona muy bien. En vez de ver tus tareas como todas iguales, a partir de ahora categorízalas de esta manera:
¿Y cómo saber dónde entra cada tarea?
Piensa en el nivel de concentración que necesitas para llevar a cabo cada una de ellas.
Por ejemplo, redactar el próximo post, seguramente necesitarás un nivel de concentración alto, así que irían a las tareas para cuando estás sola trabajando. Y crear los diseños en canva para los post de instagram, seguramente puedas hacerlos mientras estáis jugando en el salón porque no necesitas estar concentrada al máximo.
Ésta es la etapa idónea para comenzar a recuperar el uso de tu agenda. Tanto si la habías abandonado al ser mami, como si nunca has usado ninguna o si has sido un poco desastre hasta ahora.
Ya te habrás dado cuenta a estas alturas de la película, que el dormir poco + tener que estar pendiente de tantas cosas a la vez te ha acarreado una consecuencia: Te has convertido en la persona más olvidadiza del mundo.
Por tanto, es primordial que tu agenda se convierta en tu herramienta más preciada en esta fase de tu maternidad. Yo utilizo la mía, la Agenda MultiApasionada, porque voy imprimiendo las hojas sólo conforme las necesito.
Así, si una semana por lo que sea no he podido planificar nada, no me queda ninguna hoja en blanco que me lo recuerde constantemente, como en una agenda normal. Y, cuando acaba la semana, se convierte en una valorada hoja reutilizable para que los peques pinten.
Muy sencillo. Vas a ir adquiriendo pequeños hábitos, y para ser más productiva y organizarte mejor como madre emprendedora que eres, vas a centrarte tan sólo en hacer dos cosas:
Así sabes que siempre lo vas a tener todo allí anotado y vas a liberar tu mente de ruido y estrés innecesario. En mi caso utilizo un cuaderno como punto central para recopilarlo todo (y de ahí voy planificando en una agenda).
Qué te da tiempo a hacer más cosas. ¡Fenomenal!
Que sólo puedes hacer ese objetivo, ¡genial! Ya habrás sido muy productiva ese día.
Que no te da tiempo a hacer ese objetivo, puede ser porque hayan surgido imprevistos o puede ser que te hayas marcado un objetivo poco realista.
Así que en vez de sentirte mal porque no has podido hacerlo, intenta ver de manera objetiva todo aquello que has hecho ese día, por dónde se te ha escapado el tiempo y cuánto tiempo real podrías necesitar para llevar a cabo ese objetivo.
Y si es necesario, reorganiza de nuevo tu semana para adaptarte a este pequeño cambio de planes.
Sí, sí y sí. Tal y como has visto a lo largo de todo el post, emprender desde casa con un bebé o con hijos (en mi caso menores de 4 años), es posible.
Cómo te contaba al principio, desde que he sido madre, he multiplicado mi productividad de manera exponencial. ¿Por qué? Por el factor determinante que es: El poco tiempo disponible que tienes.
Y éste es un factor crucial.
Porque cuando tienes tan pocas horas (¡o minutos!) al día para trabajar en sacar adelante tu empresa, debes aprender a centrarte tan sólo en aquellas tareas u objetivos que de verdad son importantes y de verdad van a ayudarte a seguir facturando y mantener tu empresa a flote.
A lo largo del post he dado un montón de trucos que a mí me han ayudado los últimos años a sacar adelante mi negocio, sin tener que renunciar ni a mi familia, ni a lo que más me gusta hacer: Emprender.
Descárgate la guiá gratuita que encontrarás a continuación y aprende a organizarte mejor y convertirte en una mamá emprendedora, más feliz y menos estresada.
¿Conoces a otras mamás emprendedoras o futuras mamás que trabajen desde casa?
Si te ha gustado este post y crees que puede serle de utilidad a alguien que conozcas o a tus seguidoras, hazles el regalo de compartirlo con ellas, para que vean que disfrutar de la maternidad y el negocio sin estrés, es posible.
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Hoy quiero escribirte desde el corazón y abrirme a ti, que siempre has estado ahí apoyándome en todo lo que he hecho los últimos años.
No sé muy bien por dónde empezar, así que como en cualquier libro o película, mejor empiezo por el principio.
Hace 6 años, tras una etapa de reflexión interior muy grande y de plantearme qué quería hacer con mi vida, descubrí que era una persona MultiApasionada. Decidí abrir un blog en el que poder contar al mundo lo que había descubierto (ya que no había nada en habla hispana que hablase de nosotras, las personas multiapasionadas) y un blog en el que poder contarle a todas las que se identificaran conmigo todo lo que yo iba haciendo para salir del agujero en el que me encontraba, poner foco a mi vida y conseguir ser feliz viviendo el estilo de vida con el que siempre había soñado.
Poco a poco descubrí cómo comenzar a poner orden en tu vida, se publicó el libro del Método KonMari que lo cambió todo y comencé a indagar en temas de desarrollo personal, coaching y gestión del tiempo, tema en el que ya había empezado a investigar algún año antes.
Precisamente esta última parte de mi búsqueda de nuevo conocimiento sobre lograr organizar mejor mi tiempo me llevó a crear la Agenda MultiApasionada, a escribir un libro del que luego derivó el curso Activa tu Brújula Interior, ¡e incluso a abrir mi propia tienda online de papelería bonita! (que cerré para poder conciliar mejor mi vida familiar tras la llegada de mi tercera peque).
Poco a poco, tras casi 8 años, me fui especializando en gestión del tiempo y productividad. Sin embargo, he estado durante los últimos 12 meses (o más) con una sensación muy extraña en mi interior.
A finales del año pasado no sabía muy bien qué pasaba, pensaba que eran las hormonas que las tenía revolucionadas todavía tras el último parto. Hasta el mes de agosto o así, en el que comencé a ser más consciente de que algo estaba pasando (y no era algo bueno).
Agosto fue el pistoletazo de salida, digamos que de mi reconocimiento como experta en gestión del tiempo con el método único que he creado estos años. Comencé a dar conferencias, a impartir masterclass en programas premium de emprendedoras reconocidas de la blogosfera ¡e incluso monté un gran evento que fue todo un éxito! (Fórmula E+E)…
…Desde fuera se veía todo muy bonito, sin embargo desde dentro, esa sensación de que algo no iba bien se multiplicó de manera exponencial.
Me volví a encontrar bloqueada como hacía años que no me sentía. No disfruté de casi ninguno de esos logros, si te soy sincera. Me sentía como si estuviera montada en un vagón de tren, recorriendo una vía hacia un destino muy borroso, al que yo no quería ir y que no me hacía nada feliz. Sentía además como si estuviera con las manos atadas y como si la palanca del freno estuviera rota. No me gustaba nada esa sensación y sólo deseaba bajarme de ese tren (aunque no sabía muy bien cómo narices hacerlo).
Si has sentido alguna vez esta sensación, imagino que entenderás perfectamente de lo que te estoy hablando.
En noviembre decidí parar por completo todo. Verás que estoy desaparecida por completo del blog, de emails y de redes sociales. Necesitaba espacio para alejarme de todo y sobre todo necesitaba pensar.
Me he mantenido tan ocupada los últimos años que ya no recordaba esa sensación de estar tirada en el sofá sin tener nada que hacer. Madre mía, sin duda eso ha sido lo mejor de las últimas semanas. Algo tan simple como aburrirse.
Tras dejar mi mente en blanco he vuelto a retomar muchos ejercicios de reflexión que hice en la etapa de “qué estoy haciendo y qué quiero hacer con mi vida” de hace 6 años. Y muy feliz hoy, te escribo para contarte que voy a reinventarme.
Mi estómago me lo decía a gritos desde hacía tiempo, y no ha sido hasta que he parado todo el ruido exterior por completo que no he podido escucharme a mí misma de verdad.
Y en esta escucha he reconocido que la gestión del tiempo y la productividad no me hacía plenamente feliz, por mucho que tras tantos años haya creado un método único. Soy una persona creativa y siento que ha sido precisamente el haber dejado morir esta faceta mía por seguir todos estos temas productivos, lo que me gritaba desde dentro que por favor parase este viaje que había emprendido.
Por tanto, quiero anunciarte que evagias.com, tal y como la conocías hasta ahora va a desaparecer. He sido consciente las últimas semanas de mi gran pasión, de eso que realmente me ha hecho siempre perder la noción del tiempo cuando lo hacía, así que voy a dejarme de miedos y voy a seguir mi instinto.
Estoy deseando contarte en unos días de qué se trata, cuando tenga más claro cómo voy a hacer la transición entre lo que ha sido mi blog y mi etapa anterior con esta nueva etapa. No sé si escribiré un libro con mi método para seguir ayudando a más personas o qué haré, ya que me siento muy orgullosa y feliz de lo que he creado y hecho hasta ahora y me daría mucha pena que se perdiese.
Lo que sí puedo anunciarte ahora mismo es que todos mis cursos van a estar disponibles solamente hasta reyes. Una vez acabe la navidad, cerraré el blog y la web hasta que haya realizado todo el cambio.
Por ello hoy era tan importante para mí empezar por el principio, para que entendieras la razón de esta decisión y también para ayudarte a dar el paso si te sientes identificada con alguna de las sensaciones de las que te he hablado en este email.
Este 2018 se traduce para mí en el año en el que he aprendido a decir no a todo lo que no me hacía feliz, no a los contratos emocionales, no a todo aquello que me desvía de mi verdadero camino.
No puedes imaginarte el peso que me quito de encima al poder contarte todo esto por fin. Llevaba semanas deseando hablarte de todo este proceso aunque no sabía muy bien por dónde empezar.
Y estoy muy muy feliz porque por fin siento que voy a poder hacer aquello que realmente me hace sentir viva.
Un gran cambio me espera este 2019 y me encantaría que siguieras conmigo para vivirlo y disfrutarlo juntas.
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Hoy quiero escribirte desde el corazón y abrirme a ti, que siempre has estado ahí apoyándome en todo lo que he hecho los últimos años.
No sé muy bien por dónde empezar, así que como en cualquier libro o película, mejor empiezo por el principio.
Hace 6 años, tras una etapa de reflexión interior muy grande y de plantearme qué quería hacer con mi vida, descubrí que era una persona MultiApasionada. Decidí abrir un blog en el que poder contar al mundo lo que había descubierto (ya que no había nada en habla hispana que hablase de nosotras, las personas multiapasionadas) y un blog en el que poder contarle a todas las que se identificaran conmigo todo lo que yo iba haciendo para salir del agujero en el que me encontraba, poner foco a mi vida y conseguir ser feliz viviendo el estilo de vida con el que siempre había soñado.
Poco a poco descubrí cómo comenzar a poner orden en tu vida, se publicó el libro del Método KonMari que lo cambió todo y comencé a indagar en temas de desarrollo personal, coaching y gestión del tiempo, tema en el que ya había empezado a investigar algún año antes.
Precisamente esta última parte de mi búsqueda de nuevo conocimiento sobre lograr organizar mejor mi tiempo me llevó a crear la Agenda MultiApasionada, a escribir un libro del que luego derivó el curso Activa tu Brújula Interior, ¡e incluso a abrir mi propia tienda online de papelería bonita! (que cerré para poder conciliar mejor mi vida familiar tras la llegada de mi tercera peque).
Poco a poco, tras casi 8 años, me fui especializando en gestión del tiempo y productividad. Sin embargo, he estado durante los últimos 12 meses (o más) con una sensación muy extraña en mi interior.
A finales del año pasado no sabía muy bien qué pasaba, pensaba que eran las hormonas que las tenía revolucionadas todavía tras el último parto. Hasta el mes de agosto o así, en el que comencé a ser más consciente de que algo estaba pasando (y no era algo bueno).
Agosto fue el pistoletazo de salida, digamos que de mi reconocimiento como experta en gestión del tiempo con el método único que he creado estos años. Comencé a dar conferencias, a impartir masterclass en programas premium de emprendedoras reconocidas de la blogosfera ¡e incluso monté un gran evento que fue todo un éxito! (Fórmula E+E)…
…Desde fuera se veía todo muy bonito, sin embargo desde dentro, esa sensación de que algo no iba bien se multiplicó de manera exponencial.
Me volví a encontrar bloqueada como hacía años que no me sentía. No disfruté de casi ninguno de esos logros, si te soy sincera. Me sentía como si estuviera montada en un vagón de tren, recorriendo una vía hacia un destino muy borroso, al que yo no quería ir y que no me hacía nada feliz. Sentía además como si estuviera con las manos atadas y como si la palanca del freno estuviera rota. No me gustaba nada esa sensación y sólo deseaba bajarme de ese tren (aunque no sabía muy bien cómo narices hacerlo).
Si has sentido alguna vez esta sensación, imagino que entenderás perfectamente de lo que te estoy hablando.
En noviembre decidí parar por completo todo. Verás que estoy desaparecida por completo del blog, de emails y de redes sociales. Necesitaba espacio para alejarme de todo y sobre todo necesitaba pensar.
Me he mantenido tan ocupada los últimos años que ya no recordaba esa sensación de estar tirada en el sofá sin tener nada que hacer. Madre mía, sin duda eso ha sido lo mejor de las últimas semanas. Algo tan simple como aburrirse.
Tras dejar mi mente en blanco he vuelto a retomar muchos ejercicios de reflexión que hice en la etapa de “qué estoy haciendo y qué quiero hacer con mi vida” de hace 6 años. Y muy feliz hoy, te escribo para contarte que voy a reinventarme.
Mi estómago me lo decía a gritos desde hacía tiempo, y no ha sido hasta que he parado todo el ruido exterior por completo que no he podido escucharme a mí misma de verdad.
Y en esta escucha he reconocido que la gestión del tiempo y la productividad no me hacía plenamente feliz, por mucho que tras tantos años haya creado un método único. Soy una persona creativa y siento que ha sido precisamente el haber dejado morir esta faceta mía por seguir todos estos temas productivos, lo que me gritaba desde dentro que por favor parase este viaje que había emprendido.
Por tanto, quiero anunciarte que evagias.com, tal y como la conocías hasta ahora va a desaparecer. He sido consciente las últimas semanas de mi gran pasión, de eso que realmente me ha hecho siempre perder la noción del tiempo cuando lo hacía, así que voy a dejarme de miedos y voy a seguir mi instinto.
Estoy deseando contarte en unos días de qué se trata, cuando tenga más claro cómo voy a hacer la transición entre lo que ha sido mi blog y mi etapa anterior con esta nueva etapa. No sé si escribiré un libro con mi método para seguir ayudando a más personas o qué haré, ya que me siento muy orgullosa y feliz de lo que he creado y hecho hasta ahora y me daría mucha pena que se perdiese.
Lo que sí puedo anunciarte ahora mismo es que todos mis cursos van a estar disponibles solamente hasta reyes. Una vez acabe la navidad, cerraré el blog y la web hasta que haya realizado todo el cambio.
Por ello hoy era tan importante para mí empezar por el principio, para que entendieras la razón de esta decisión y también para ayudarte a dar el paso si te sientes identificada con alguna de las sensaciones de las que te he hablado en este email.
Este 2018 se traduce para mí en el año en el que he aprendido a decir no a todo lo que no me hacía feliz, no a los contratos emocionales, no a todo aquello que me desvía de mi verdadero camino.
No puedes imaginarte el peso que me quito de encima al poder contarte todo esto por fin. Llevaba semanas deseando hablarte de todo este proceso aunque no sabía muy bien por dónde empezar.
Y estoy muy muy feliz porque por fin siento que voy a poder hacer aquello que realmente me hace sentir viva.
Un gran cambio me espera este 2019 y me encantaría que siguieras conmigo para vivirlo y disfrutarlo juntas.
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El verano es la época perfecta en la que muchas personas se repiten: “Quiero cambiar”. Muchos sueñan con descansar, recargar pilas y llevar a cabo algunos objetivos que se les han ido atascando a lo largo del año y para otras muchas, se convierte en la época perfecta para transformar su vida y su negocio.
Nuevos sueños, nuevos proyectos o trabajar en aquello que quieres mejorar.
¿Es tu caso?
Pues si es así, cuéntamelo en los comentarios y quédate conmigo en este vídeo porque te voy a enseñar cómo priorizar tus objetivos y crear tu plan perfecto para lograr cambiar tu vida este verano.
Seguro que tienes tu cabeza repleta de objetivos a cumplir durante los próximos dos meses, mientras disfrutas en un lugar paradisiaco o recargas pilas en casa. Y estoy convencida que no quieres perder varios días o semana decidiendo qué hacer, por qué objetivo empezar y cuál es más importante de todos los que te gustaría llevar a cabo.
Voy a regalarte uno de los métodos de priorización más efectivos que trabajo en las sesiones con mis clientas y que te va a ayudar a saber exactamente qué objetivos hacer y, además, en qué orden.
¿Estás lista?
Cómo ves, aprender a priorizar entre todos tus objetivos es más sencillo de lo que parece. Con esta técnica que hoy te he enseñado, podrás saber en qué orden sentarte a trabajar primero. Y además, al desglosar tu objetivo tendrás también el guión de todos los pasos que debes dar para lograrlo.
En el próximo vídeo te enseñaré a planificar todos esos pasos para lograr los objetivos que te marques para este verano.
¿Qué te ha parecido el vídeo de hoy? ¿Te ha parecido útil este truco? ¿Cuántos objetivos te habías marcado para estos meses veraniegos? ¿Habías minimizado el tiempo que te iba a costar llevarlos a cabo?
¡Cuéntamelo en los comentarios!
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Aprender a priorizar tareas y organizar tareas pendientes es uno de los grandes problemas que más frustran cada día (y así me lo hacéis llegar a través de vuestros mensajes, correos y en las sesiones en las que trabajo de manera personalizada con vosotras).
Dominar tus listas de tareas pendientes te ayudará a doblar tu productividad y conseguirlo es más fácil de lo que pueda parecerte ahora mismo.
¿Quieres aprender cómo lograrlo?
En el post de hoy te voy a enseñar una serie de trucos para organizar tu lista de tareas pendientes de manera más eficaz y, por tanto, de manera que sea más fácil priorizar sobre qué hacer o no cada día.
El lugar en el que estás anotando todas las cosas que deberías (o crees que tendrías) que hacer es muy importante (¡mucho más de lo que puedas imaginar ahora mismo!).
Quiero que te pares a pensar:
La manera más improductiva de anotar todas tus tareas es guardarlas en el primer sitio que te pille cuando surge ese nuevo quehacer. Seguramente ya habrás sufrido lo que implica tener que ir rebuscando por todos lados todas las tareas o notas que habías apuntado sobre un determinado proyecto, aquello que tenías que comprar, esas ideas o sueños que se te van ocurriendo cada día…
Un caos total.
Y ya no te digo nada si eres de
Tener siempre a mano una única libreta (¡y boli!) en la que poder apuntar todas tus tareas y sueños te ahorrará muchos quebraderos de cabeza y, sobre todo, te hará dejar de perder tu preciado (y escaso) tiempo en acciones que no te resultan nada fructíferas (como rebuscar entre todos tus papeles a ver dónde habías apuntado “eso tan importante que necesitas justo ahora”).
Personalmente organizo mis tareas pendientes relacionadas con mis objetivos, sueños, ideas y proyectos en el mismo cuaderno y las listas de la compra las anoto en un lugar a parte, que tengo organizadas por: Mercadona, Alcampo, Ikea y Puerto Venecia (que es un centro comercial de mi ciudad). Así, en cuanto veo algo que necesito comprar (a corto/medio/largo plazo) lo anoto directamente en su lista correspondiente y, como el móvil es algo que llevo siempre encima, me aseguro de no olvidarme nunca nada.
Utilizo la aplicación Listonic que me permite además compartir las listas con el resto de la familia. Y desde hace unos días, estoy probando la aplicación Dommus, que si bien es algo más lenta que la anterior, es muy intuitiva y fácil de utilizar cuando la compartes y es muy práctica cuando necesitas delegar tareas en otra persona (como mandar a tu pareja a hacer la compra).
Tenemos un sistema de recordatorio incorporado en nuestra mente que nos molesta sin parar con todas aquellas tareas que debemos hacer o terminar. Es lo que se conoce como efecto Zeigarnik.
Lo que realmente sucede es que hay una desconexión entre nuestra mente consciente y el subconsciente.
El proceso de dividir un proyecto o tareas, en tareas más pequeñas (en los mini-pasitos que siempre te nombro en el blog) y planificar cuál será el siguiente paso para completar todo, disminuye esos molestos recordatorios por parte del cerebro subconsciente, ya que está convencido de que en algún momento nos pondremos en esa tarea y sabremos exactamente qué tendremos que hacer para completarla.
Además de eliminar ese “runrun” de nuestra cabeza con todo aquello que tenemos que llevar a cabo, dividir todas nuestras tareas y proyectos en mini-pasitos te ayudará enormemente a la hora de gestionar correctamente tu tiempo cada día, ya que será más fácil que sepas cuánto tiempo te va a llevar completar esa tarea y podrás organizarte mejor (y dejar de acumular cientos de tareas a realizar cada día).
¿Qué pasaría si le dieras un carácter emocional a todas tus tareas pendientes? Seguramente comenzarás cada día deseando ponerte a trabajar en tu lista de tareas pendiente.
Incluso cuando te encuentres en medio de una avalancha de duro trabajo duro o tengas que completar tareas de esas más desagradables (esas que siempre posponen o te cuesta horrores hacer), la recompensa emocional hará que veas con un nuevo prisma todos esos quehaceres que vas a hacer cada día.
Los médicos de la OTAN tratan a los heridos en emergencias o como consecuencia de algún conflicto, en base a un orden específico basado en su nivel de prioridad (P):
Para los médicos, los elementos P1 siempre son lo primero, seguidos inmediatamente por P2. Y todo lo demás se hace según lo permita el tiempo o se tiene que abandonar cuando surge un nuevo caso de nivel P1 o P2.
Así es como podríamos trasladarlo a nuestra lista de tareas pendientes:
Las categorías P1 y P2 permiten distinguir fácilmente entre aquellas tareas de importancia crítica (las que son urgentes y te hacen parar tu vida por completo) y las tareas de importancia vital.
Por ejemplo, los objetivos y estrategias a largo plazo, que no son urgentes (por ahora) y que si no se hacen hoy no causarán “la muerte” (volviendo a la clasificación de los médicos de la OTAN). Pero son de importancia vital, ya que si esa tarea de nivel P2 la pospones lo suficiente, podría ocasionarte daños a nivel emocional, de autoestima, que no lograras tus sueños, o esos objetivos que te habías marcado para facturar más.
Si bien a la hora de priorizar tareas es importante que te centres en las tareas P1 y P2 (principalmente en las P2 para no convertirte en un apaga-fuegos), no debes olvidarte de las tareas de nivel P3 y decidir dónde encajan en tu esquema de prioridades o planning a corto/medio plazo (o si realmente deberían encajar en algún lugar).
Espero que todos estos consejos te ayuden a organizar tareas pendientes de manera más eficiente. Y si eres mamá emprendedora (o vas a serlo muy pronto), te recomiendo mi post: Cómo organizarse para trabajar desde casa con un bebe.
¿Te has quedado con ganas de más?
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Aprender a priorizar tareas y organizar tareas pendientes es uno de los grandes problemas que más frustran cada día (y así me lo hacéis llegar a través de vuestros mensajes, correos y en las sesiones en las que trabajo de manera personalizada con vosotras).
Dominar tus listas de tareas pendientes te ayudará a doblar tu productividad y conseguirlo es más fácil de lo que pueda parecerte ahora mismo.
¿Quieres aprender cómo lograrlo?
En el post de hoy te voy a enseñar una serie de trucos para organizar tu lista de tareas pendientes de manera más eficaz y, por tanto, de manera que sea más fácil priorizar sobre qué hacer o no cada día.
El lugar en el que estás anotando todas las cosas que deberías (o crees que tendrías) que hacer es muy importante (¡mucho más de lo que puedas imaginar ahora mismo!).
Quiero que te pares a pensar:
La manera más improductiva de anotar todas tus tareas es guardarlas en el primer sitio que te pille cuando surge ese nuevo quehacer. Seguramente ya habrás sufrido lo que implica tener que ir rebuscando por todos lados todas las tareas o notas que habías apuntado sobre un determinado proyecto, aquello que tenías que comprar, esas ideas o sueños que se te van ocurriendo cada día…
Un caos total.
Y ya no te digo nada si eres de
Tener siempre a mano una única libreta (¡y boli!) en la que poder apuntar todas tus tareas y sueños te ahorrará muchos quebraderos de cabeza y, sobre todo, te hará dejar de perder tu preciado (y escaso) tiempo en acciones que no te resultan nada fructíferas (como rebuscar entre todos tus papeles a ver dónde habías apuntado “eso tan importante que necesitas justo ahora”).
Personalmente organizo mis tareas pendientes relacionadas con mis objetivos, sueños, ideas y proyectos en el mismo cuaderno y las listas de la compra las anoto en un lugar a parte, que tengo organizadas por: Mercadona, Alcampo, Ikea y Puerto Venecia (que es un centro comercial de mi ciudad). Así, en cuanto veo algo que necesito comprar (a corto/medio/largo plazo) lo anoto directamente en su lista correspondiente y, como el móvil es algo que llevo siempre encima, me aseguro de no olvidarme nunca nada.
Utilizo la aplicación Listonic que me permite además compartir las listas con el resto de la familia. Y desde hace unos días, estoy probando la aplicación Dommus, que si bien es algo más lenta que la anterior, es muy intuitiva y fácil de utilizar cuando la compartes y es muy práctica cuando necesitas delegar tareas en otra persona (como mandar a tu pareja a hacer la compra).
Tenemos un sistema de recordatorio incorporado en nuestra mente que nos molesta sin parar con todas aquellas tareas que debemos hacer o terminar. Es lo que se conoce como efecto Zeigarnik.
Lo que realmente sucede es que hay una desconexión entre nuestra mente consciente y el subconsciente.
El proceso de dividir un proyecto o tareas, en tareas más pequeñas (en los mini-pasitos que siempre te nombro en el blog) y planificar cuál será el siguiente paso para completar todo, disminuye esos molestos recordatorios por parte del cerebro subconsciente, ya que está convencido de que en algún momento nos pondremos en esa tarea y sabremos exactamente qué tendremos que hacer para completarla.
Además de eliminar ese “runrun” de nuestra cabeza con todo aquello que tenemos que llevar a cabo, dividir todas nuestras tareas y proyectos en mini-pasitos te ayudará enormemente a la hora de gestionar correctamente tu tiempo cada día, ya que será más fácil que sepas cuánto tiempo te va a llevar completar esa tarea y podrás organizarte mejor (y dejar de acumular cientos de tareas a realizar cada día).
¿Qué pasaría si le dieras un carácter emocional a todas tus tareas pendientes? Seguramente comenzarás cada día deseando ponerte a trabajar en tu lista de tareas pendiente.
Incluso cuando te encuentres en medio de una avalancha de duro trabajo duro o tengas que completar tareas de esas más desagradables (esas que siempre posponen o te cuesta horrores hacer), la recompensa emocional hará que veas con un nuevo prisma todos esos quehaceres que vas a hacer cada día.
Los médicos de la OTAN tratan a los heridos en emergencias o como consecuencia de algún conflicto, en base a un orden específico basado en su nivel de prioridad (P):
Para los médicos, los elementos P1 siempre son lo primero, seguidos inmediatamente por P2. Y todo lo demás se hace según lo permita el tiempo o se tiene que abandonar cuando surge un nuevo caso de nivel P1 o P2.
Así es como podríamos trasladarlo a nuestra lista de tareas pendientes:
Las categorías P1 y P2 permiten distinguir fácilmente entre aquellas tareas de importancia crítica (las que son urgentes y te hacen parar tu vida por completo) y las tareas de importancia vital.
Por ejemplo, los objetivos y estrategias a largo plazo, que no son urgentes (por ahora) y que si no se hacen hoy no causarán “la muerte” (volviendo a la clasificación de los médicos de la OTAN). Pero son de importancia vital, ya que si esa tarea de nivel P2 la pospones lo suficiente, podría ocasionarte daños a nivel emocional, de autoestima, que no lograras tus sueños, o esos objetivos que te habías marcado para facturar más.
Si bien a la hora de priorizar tareas es importante que te centres en las tareas P1 y P2 (principalmente en las P2 para no convertirte en un apaga-fuegos), no debes olvidarte de las tareas de nivel P3 y decidir dónde encajan en tu esquema de prioridades o planning a corto/medio plazo (o si realmente deberían encajar en algún lugar).
Espero que todos estos consejos te ayuden a organizar tareas pendientes de manera más eficiente. Y si eres mamá emprendedora (o vas a serlo muy pronto), te recomiendo mi post: Cómo organizarse para trabajar desde casa con un bebe.
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¿Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy? ¿Por qué nos dejamos llevar por la procrastinación ante las tareas del día a día? Aún sabiendo que no estamos actuando de la manera que más nos conviene, no son pocas las ocasiones en las que elegimos posponer tareas de manera totalmente voluntaria (aún siendo conscientes de las consecuencias). Sobre todo aquellas tareas que menos nos motivan, las que son aburridas, las repetitivas o aquellas que nos hacemos creer que no vamos a lograr con buenos resultados.
Muchas de estas tareas son pequeñas obligaciones que de manera individual pueden no acarrear serios inconvenientes. El problema es cuando llevamos el “ya lo haré mañana” tatuado en la frente y terminamos por posponer todo. Y es que no nos paramos a pensar en lo que supone la suma de todas esas tareas pospuestas que, en muchos casos, puede ser sinónimo de fracaso total. Fracaso, a nivel personal y fracaso a nivel profesional (y ya no te digo nada si eres emprendedora y prácticamente todo tu éxito y facturación depende de tu forma de gestionar el tiempo y lo productiva que puedas llegar a ser).
Antes de poder ver algunas ideas con las que podrás vencer la procrastinación, es importante que sepas cómo funciona. La procrastinación, por norma general, sigue una serie de fases que se suele repetir en casi todos los casos:
El comienzo: El tiempo es infinito. Cuando empezamos un nuevo proyecto o nos fijamos un nuevo objetivo (como ir al gimnasio, típico de principios de cada año), el tiempo que tenemos por delante para llevar a cabo ese proyecto nos parece infinito (y treméndamente elástico). Intentamos ponernos a trabajar en ello varias veces, sin ningún éxito ya que no hay nada que nos motive realmente a llevarlo a cabo.
Los días pasan: “Ya lo haré mañana”. ¿No te ha pasado en ocasiones que intentas sentarte a trabajar en un proyecto y se te hace imposible concentrarte lo suficiente para poder ir avanzando en tu objetivo? ¿O te fijas una fecha y hora en la que sentarte a trabajar, pero surgen imprevistos que te hacen posponer sin parar ese objetivo? Estamos en la segunda fase, esa en la que “te ves obligada” a dejar para otro día tu objetivo porque siempre hay algo que te distrae de tu plan de sentarte a trabajar. En esta fase te acuestas cada día preguntándote dónde se escapan las horas del día.
El tiempo se agota. La fecha en la que debería estar terminado ese proyecto y objetivo se está acercando. Ves como las horas, que antes eran tan elásticas, de pronto se van tornando escasas. Estás deseando tener un hueco libre para sentarte a llevar a cabo tu objetivo. Sin embargo, cada vez que se presenta la oportunidad te pones a trabajar en tareas secundarias (como ponerte a ordenar la oficina, hacer limpieza del correo electrónico o avanzar en tu lista de tareas pendientes). En el fondo sabes que NO es lo que deberías estar haciendo, pero intentas convencerte que realmente estás haciendo algo productivo.
En esta fase es fácil dejarte llevar por la tentación y terminar haciendo actividades que te dan cierto placer temporal (como irte de compras, coger ideas en pinterest, navegar por instagram, ver tutoriales de youtube o echarle un vistazo a tus blog favoritos). En cierta manera te liberan del estrés y la ansiedad que crece en tu interior por no estar trabajando en tu objetivo o proyecto. Lo malo es que, una vez estás dentro de ese “momento desestresante/placentero” te resulta casi imposible salir de ahí y el día termina por agotarse. Así que vuelves a decirte: “Mañana, sí que sí me pongo con ello”.
El peligro de esta fase es que en ocasiones tiendes a convencerte que te habías marcado un objetivo demasiado grande para ti y comienzas a fantasear con una vida mejor (en vez de sentarte a trabajar por conseguirla). Intentas soñar con el camino fácil: Te toca la lotería, un hada va a aparecer con su varita mágica y va a hacer retroceder el tiempo o te va a hacer llegar tu proyecto terminado de la noche a la mañana… (seguro que sabes por experiencia que este tipo de milagros no suelen ocurrir).
Un día de pronto, un resorte se mueve en tu interior y tu mente se enfoca como nunca en terminar tu objetivo. Trabajas sin descanso hasta que (si hay suerte), logras terminar ese proyecto a tiempo.
Quizás te ha salido bien en esta ocasión, aunque en el fondo bien sabes que tu proyecto dista mucho de tener la calidad que podría haber tenido. Te conformas con haber llegado a tu objetivo y te prometes que para la próxima la cosa cambiará, vas a dejar de procrastinar y te sentarás a trabajar un poco cada día hasta conseguirlo.
Existe una línea muy delgada que se mueve entre el autoengaño y la procrastinación y que, sin darte cuenta, puedes convertir en un hábito en el que te apoyas cada vez que pospones una tarea, como una manera de excusarte por no haber hecho esa tarea que tenías que hacer.
Excusas o imprevistos que terminas por exagerar, para convencernos a nosotras mismas que no tenemos la culpa de haber llegado tarde, no haber contestado a ese email, a esa llamada, no haber terminado el curso al que nos apuntamos, no haber hecho esa tarea para el trabajo,…
Seguro que se te podrían ocurrir mil y una cosas que has pospuesto durante las últimas semanas. Mil y una cosas a las que tu primera reacción fue: “¿Pero cómo iba a saber que…?”. Porque, si no podías prever esa situación, ¿quién te podría culpar de no haberlo conseguido?
Tras cientos de investigaciones, los científicos han obtenido el siguiente resultado: Hay un rasgo de las personas que destaca por encima de todos en las personas procrastinadoras. Y este rasgo es la impulsividad.
Vivir impacientemente el momento, quererlo todo ahora mismo, pensar prácticamente siempre a corto plazo, tener dificultad por definir objetivos futuros. El impulsivo muestra cierto grado de ansiedad antes las tareas que tiene que hacer que el resto de personas y, según muestras los resultados de todas estas investigaciones, la impulsividad conduce a los procrastinadores a ser desorganizados, a que se distraigan fácilmente (incluso cuando ya se han puesto a trabajar) y a que les resulte difícil planificar el trabajo por adelantado. Y, debido a todo ello, la consecuencia inevitable para ellos es la procrastinación.
Cuando leí estos resultados por primera vez no pude evitar acordarnos de nosotros, los multiapasionados y de cómo actuamos según el momento de nuestro ciclo multiapasionado en el que nos encontremos. Sobre todo, cómo tendemos a posponerlo todo cuando estamos inmersas en el momento “descubrimiento de una nueva pasión”, cuando sólo podemos pensar en aprender más y más cosas nuevas sobre ese tema en concreto.
Por fortuna existen una serie de hábitos que puedes incorporar a tu día a día para evitar sufrir las consecuencias de la procrastinación, y que puedes aplicar incluso cuando estás en la fase de “nueva pasión” en la que parece que lo único importante y en lo que debemos centrarnos es en ese nuevo tema (y en la que solemos dejar de lado la mayor parte de nuestras obligaciones o listas de tareas pendientes).
Hemos hablado muchas veces en el blog como hay determinados imprevistos que nos obligan a parar sí o sí, aunque no queramos, aunque no estemos preparados para ello. Imprevistos del tipo: Alguien cercano fallece o se pone muy enfermo, se nos estropea el coche, nos quedamos sin conexión a internet, llega una carta de hacienda o se nos estropea el ordenador y no podemos trabajar.
Estos son imprevistos del tipo “que te rompen los esquemas”, de los que te hablé en el post “3 técnicas que te ayudarán a eliminar imprevistos“. Son temas urgentes sobre los que, pocas veces, procrastinamos debido a su naturaleza.
Lo que no nos paramos muchas veces a pensar es en aquellas que, de no hacerlas, podrían derivar en problemas urgentes. Esos que, no podemos denominar imprevistos (por mucho que queramos echarles la culpa), porque en el fondo sabemos que podríamos haber hecho algo para que la bola no se hiciera tan grande.
Como por ejemplo, esas veces que posponemos contarle algo a nuestra pareja o amigos porque sabemos que podríamos comenzar un conflicto. Dejas pasar los días para ver “si te armas de valor”, y cuando te decides a hablar del tema (si las circunstancias no te han llevado a hacerlo ya), la bola se ha hecho tan grande que puede incluso significar el fin de la relación.
O como por ejemplo, esa carta que nos llega del ayuntamiento avisando que no hemos pagado un impuesto y que nos decimos: “Mañana iré al banco”. Pasan y pasan los días y siempre “surge” algo que nos hace posponerlo. Llegan cartas con multas y, al final, terminan por embargarnos la cuenta y algún bien.
O como esas relaciones a las que te metes sabiendo que no estás con la persona adecuada. En las que aguantas porque te da pena romperle el corazón, o ahora no es el mejor momento, o mil excusas más. Y cuando te das cuenta, estás de frente al altar, esperando responder al “sí, quiero” y a ti lo que te sale es un “no quiero”.
Y te voy a poner otro ejemplo real que le pasó a un antiguo compañero de trabajo, que se pegó todo el fin de semana con un ligero dolor en el pecho. No le dio importancia y el lunes fue a trabajar por la mañana. “Ya iré a mediodía al médico”. Lamentablemente, no le dio tiempo y falleció de un infarto justo antes de la hora de comer.
Son casos extremos aunque seguro que te viene a la cabeza algún hecho que ha traído graves consecuencias, a ti o a alguien cercano en los últimos años.
Este tipo de tareas, que “las puedes ver venir”, y que sabes que traerán graves consecuencias si no las llevas a cabo ya, es mejor que te las quites de encima cuánto antes. Si es “ahora”, mejor que “mañana”. Por muy duro que sea hacerlo, párate a pensar en las consecuencias de no hacerlo. Y es que, aunque cierres los ojos, ten por seguro que esas consecuencias llegarán y pondrán tu vida patas arriba.
Qué levante la mano quién no ha pospuesto alguna vez tareas tan pequeñas como recoger los platos en el lavavajillas, sacar la basura, contestar un whatsapp o hacer una llamada de teléfono para pedir cita para depilarse las piernas.
El inconveniente es cuando estos pequeños gestos se han convertido en malos hábitos que casi tenemos incrustados en nuestro adn. En mi post “Cómo mantener tu casa limpia con el menor esfuerzo posible” te conté un pequeño truco que puedes comenzar a incorporar a tu día a día y que te ayudará mucho a quitarte estas pequeñas tareas que se van enquistando en nuestra lista de tareas pendientes.
En mi caso me ayudó muchísimo incorporar esta regla a mis quehaceres diarios para olvidarme de la dilación y dejar de posponer todo aquello que me da más pereza hacer. Y sé que no soy la única, porque desde que publiqué ese post me habéis escrito infinidad de veces para hablarme de lo que os ha ayudado.
Así que si no la conoces, te invito a que la pruebes durante unas semanas, porque seguro te va a traer mucho orden y paz, tanto exterior como interiormente.
A menudo la gente abandona antes de lo esperado esos objetivos que requieren un gran esfuerzo para llevarlos a cabo (o incluso sólo para comenzar a hacerlos). Se me ocurren algunos muy típicos:
Tal y como dice Stephen Guise en su libro: “Mini Hábitos, cómo lograr grandes resultados con el mínimo esfuerzo“:
“Cuando las personas intentan cambiar, generalmente tratan de entusiasmarse por el cambio. Pero no importa cuánto quieras el cambio, porque ¡aún no has cambiado! A medida que la motivación disminuye, también lo hace el progreso. No necesitas más motivación, necesitas una estrategia.“
Y la estrategia que él propone es la siguiente: Marcarte objetivos pequeños, que sean muy fáciles de cumplir y por tanto, muy fáciles de convertirse en hábitos. Mini-Hábitos les llama él, porque son en realidad parte de lo que sería el hábito final que queremos lograr.
Siguiendo los ejemplos anteriores:
Lo importante es encontrar ese mini-hábito tan sencillo que hasta parezca un poco ridículo y que puedes hacer a cualquier hora del día. El fin es que, al realizar estos mini-hábitos a menudo te encontrarás realizando más de lo que habrías imaginado inicialmente.
Vencer la procrastinación y la pereza es más fácil de lo que parece. Mentalizarse de que las consecuencias de sumar pequeñas tareas, nada importantes en apariencia, pueden ocasionar graves daños tanto en tu vida como en tus relaciones sociales, es un primer paso para darte cuenta de la importancia de romper con este mal hábito.
Nuestra naturaleza multiapasionada nos lleva a dejarnos arrastrar por la fuerza de nuevas pasiones y esa impulsividad, según han descubierto los científicos, nos lleva a ser personas desordenadas y procrastinadoras por naturaleza. Pero eso no implica que debas darte por vencida y pensar que no hay solución, porque sí la hay. Y la verdad es que es más fácil de lo que pueda parecerte hoy.
Incorporando a tus rutinas diarias los tres sencillos hábitos que hoy te he enseñado, descubrirás lo fácil que resulta ir venciendo cada día más, la procrastinación y la pereza.
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Y tú, ¿eres de las que tiendes al “ya lo haré mañana”? ¿O eres de las que nunca pospones nada?
¿Aplicas alguno de los hábitos que te he enseñado hoy?
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Háblame de tu actitud ante cómo estás gestionando tu tiempo ahora mismo: ¿Crees que eres la víctima de una mala gestión del tiempo de otras personas? ¿Te gustaría poder tener más tiempo para hacer lo que realmente te gusta y estás agotada porque no paran de llegarte obligaciones y compromisos que no te dan tiempo ni para respirar?
Compañeros de trabajo o clase, tus jefes, la familia, los hijos, amigos… Cuántas veces al día te ves abrumada por la cantidad de tareas que se acumulan sin terminar y que no provienen de ti, si no de otras personas que te hacen cargar con la responsabilidad de sacar esa tarea adelante:
Se me podrían ocurrir mil y una situaciones en las que se van añadiendo cargas a tus listas de tareas que no puedes controlar. Como consecuencia: Hacen que no tengas tiempo para hacer ejercicio, hacen que salgas todos los días tarde del trabajo o hacen que no seas capaz de llegar a tiempo a todas partes.
¿Te suena familiar todo esto?
¿Y qué me dices de este tipo de actitud?
Aunque en ocasiones te encuentras con situaciones que están totalmente fuera de tu control (como ponerte mala, un accidente, un terremoto o que se te rompa el coche), la mayoría de las situaciones que te llevan a no tener el mando de la gestión de tu tiempo no están realmente fuera de tu control.
Si eres de las que tiendes a culpar a otras personas o hechos de tus problemas de productividad y gestión del tiempo, tu actitud negativa te ha convertido en una VÍCTIMA de la Gestión de tu Tiempo.
Quizás te sientas mejor a corto plazo porque has querido “liberarte” de la carga de la culpa por no llegar a todo (así parece que realmente estás haciendo todo lo posible por trabajar de la mejor manera). Sin embargo, interiormente sabes que no es así y a largo plazo este tipo de actitud te va a traer serias consecuencias que harán que no logres realmente nada de lo que te propongas.
Si realmente estás tan ocupada como te empeñas en recordarle a todo el mundo sin parar, ¿entonces como encuentras tiempo para perderlo en facebook, whastapp, hacer compras online o navegar por internet?
Sin embargo no te has parado a pensar en las CONSECUENCIAS que ello te están ocasionando:
Esto es como quién se endeuda utilizando tarjetas de crédito y culpa a los bancos por los escasos plazos para pagar las deudas y las altas comisiones que cobran, en lugar de aceptar que eran ellos mismos quienes tenían el poder de decidir dejar de comprar y gastar sin control. Lo mismo ocurre para las que le echan la culpa a que su casa esté echa una mierda al marido que no hace nada, a los hijos que manchan y no recogen después y al jefe que le hace quedarse siempre trabajando hasta tarde.
En la inmensa mayoría de los casos, tienes una capacidad mucho mayor de lo que crees en influir y solucionar estas situaciones.
El problema radica en cuando sólo te quejas y quejas cada día, esperando que algo cambie y la situación se solucione por sí sola (sin tú tener que mover ni siquiera un dedo). Sin darte cuenta que la única manera de poder salir de este rol de victima que te has adjudicado es comenzar a establecer tus propios límites y tomar las riendas del problema. Sólo aceptando que puedes y necesitas cambiar a una actitud positiva frente a como lo estás haciendo en estos momentos, estarás comenzando a dar los primeros pasos para conseguir romper con esa pasividad mental que has creado tú sola.
Ya sea en tu trabajo, en la familia, con los amigos y en tu vida en general, tener una mentalidad de víctima puede acarrearte una serie de potenciales problemas de los que no eres consciente (o que estás sufriendo y no entiendes muy bien porqué te ha tocado a ti):
La única forma de salir de este tipo de mentalidad de víctima es dejar de culpar a los demás, asumir la responsabilidad de tus actos, comprometerte a cambiar y comenzar a apropiarte de tu propio tiempo.
Te voy a enseñar cinco formas a través de las que puedes conseguirlo:
Las personas con este tipo de mentalidad suelen sentir placer cuando reciben atención o compasión como resultado de su desgracia. En otras ocasiones ocurre cuando se sienten “perversos” al mostrar la herida que le han causado otros y originar en la otra parte un sentimiento de culpa. Esta ganancia es realmente un hecho pasajero e irreal.
Si te sientes identificada con esta actitud y este papel de víctima en la mayor parte de los sucesos de tu día a día, tienes que darte cuenta que aceptar la responsabilidad del problema puede llegar a ser mucho más liberador de lo que imaginas. Incluso cuando piensas que es imposible que puedas hacer algo para solucionarlo o que tengas un mínimo de responsabilidad sobre ese tema.
Si todavía no terminas de tener claro si eres de las que sufres este papel de víctima, párate a observar como respondes cuando se te plantea la posibilidad de invertir tu tiempo en actividades no alineadas con tus prioridades (o pregunta a otras personas si te identifica con alguna de estas cuestiones):
Dejar de comportarse como una víctima. Dejar de reaccionar a todas las solicitudes, correos electrónicos, mensajes de whastapp, reuniones o eventos que se cruzan en tu camino y comienza a ser responsable de cómo pasas el día. Después de todo, la cantidad de tiempo que tienes disponible cada día, semana o mes es limitada. Nunca cambia (¡y es la misma para todos!). Lo importante es cómo gestionas todas esas horas y dejas de atender las infinitas demandas de atención del día a día.
Sin sentirte culpable por no hacerlo bien a la primera. Aprender a ser selectiva con todas esas cargas y demandas de atención requiere concentración, energía y práctica.
Comienza a comprender que eres tú la única que toma las decisiones sobre cuándo y cómo invertir tu tiempo. Hay ciertas situaciones que implican tener que dedicar más tiempo y atención para sacarlas adelante, como por ejemplo cuando se acerca la fecha límite de un lanzamiento, la presentación de impuestos, una auditoría, un examen o un viaje.
Lo que debes mentalizarte es que la sobrecarga de tiempo no tiene que ser la norma que lidere tu vida. No es culpa de los demás si tienes demasiadas cosas que hacer y no eres capaz de comunicárselas a nadie más. Recuerda que los demás no tienen el poder de leerte la mente. La única responsabilidad sobre esto es tuya.
Como persona, debes aceptar y reconocer tu derecho a hablar abierta y honestamente sobre tus necesidades, en lugar de esperar que sean los demás los que sepan automáticamente cuando estás sobrecargada de trabajo. Debes comenzar a asumir la responsabilidad de tu propia organización con respecto a la gestión de tu tiempo.
Olvida cómo te has comportado hasta ahora en ciertas situaciones o el tipo de respuesta o excusas que dabas a las personas que te rodeaban. Ahora tienes la oportunidad de hacer que el futuro sea diferente.
Comprométete a cambiar, a hacer algo al respecto y elige responder ante las obligaciones que te intenten imponer, en vez de simplemente sentarte a aceptar todo lo que te vaya entrando en tu día a día.
Si comienzas a sentarte a planificar cada semana es mucho más fácil poder hacer algo al respecto:
Según aseguran los psicólogos, para dejar de comportarte como una víctima no puedes dejarlo solo en tu fuerza de voluntad, si no que es importante que comiences a cambiar tu entorno para que no te distraiga de tu objetivo.
Por ejemplo:
Cometes más errores diciendo “sí” a todo que probablemente cualquier otro error que puedas hacer.
Empezar a establecer reglas y límites te ayudará a mantenerte firme y segura cuando los demás intenten cargarte tareas que realmente no quieres (ni debes) hacer.
Por ejemplo: Cuando trabajas en equipo en un proyecto o trabajo, los demás integrantes del grupo tienden a entregar su parte del trabajo en el último momento y terminas por sentirte responsable de revisarlo y terminar de prepararlo todo, para así no sentirte culpable por entregar un proyecto o trabajo de calidad.
En vez de actuar como hacías hasta ahora, con el papel de víctima quejándote de que los demás no piensan en ti, te cargan de un montón de trabajo extra y les da igual presentar algo de baja calidad, piensa qué límites y condiciones puedes establecer para que esto no vuelva a ocurrir, cómo acordar una fecha límite para poner en común todas las partes y que quién se retrase se encargue de hacer la presentación y unión del proyecto (todo bajo unos baremos de calidad que habréis pactado al inicio del trabajo).
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En Resumen:
Asume la responsabilidad sobre cómo estás invirtiendo tu tiempo y deja de desperdiciar tu energía culpando a los demás. Si comienzas a dirigir esa misma energía en encontrar una respuesta productiva ante las situaciones que se te plantean, conseguirás tener suficiente tiempo para poder hacer lo que realmente es más importante para ti.
Te animo a que le eches un vistazo también a mi post: 6 métodos para dejar de ser un quejica, que seguro te va a ayudar a cambiar tu actitud victimista por una actitud ganadora.
Cuéntame, ¿te ves identificada en el post de hoy?
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Háblame de tu actitud ante cómo estás gestionando tu tiempo ahora mismo: ¿Crees que eres la víctima de una mala gestión del tiempo de otras personas? ¿Te gustaría poder tener más tiempo para hacer lo que realmente te gusta y estás agotada porque no paran de llegarte obligaciones y compromisos que no te dan tiempo ni para respirar?
Compañeros de trabajo o clase, tus jefes, la familia, los hijos, amigos… Cuántas veces al día te ves abrumada por la cantidad de tareas que se acumulan sin terminar y que no provienen de ti, si no de otras personas que te hacen cargar con la responsabilidad de sacar esa tarea adelante:
Se me podrían ocurrir mil y una situaciones en las que se van añadiendo cargas a tus listas de tareas que no puedes controlar. Como consecuencia: Hacen que no tengas tiempo para hacer ejercicio, hacen que salgas todos los días tarde del trabajo o hacen que no seas capaz de llegar a tiempo a todas partes.
¿Te suena familiar todo esto?
¿Y qué me dices de este tipo de actitud?
Aunque en ocasiones te encuentras con situaciones que están totalmente fuera de tu control (como ponerte mala, un accidente, un terremoto o que se te rompa el coche), la mayoría de las situaciones que te llevan a no tener el mando de la gestión de tu tiempo no están realmente fuera de tu control.
Si eres de las que tiendes a culpar a otras personas o hechos de tus problemas de productividad y gestión del tiempo, tu actitud negativa te ha convertido en una VÍCTIMA de la Gestión de tu Tiempo.
Quizás te sientas mejor a corto plazo porque has querido “liberarte” de la carga de la culpa por no llegar a todo (así parece que realmente estás haciendo todo lo posible por trabajar de la mejor manera). Sin embargo, interiormente sabes que no es así y a largo plazo este tipo de actitud te va a traer serias consecuencias que harán que no logres realmente nada de lo que te propongas.
Si realmente estás tan ocupada como te empeñas en recordarle a todo el mundo sin parar, ¿entonces como encuentras tiempo para perderlo en facebook, whastapp, hacer compras online o navegar por internet?
Sin embargo no te has parado a pensar en las CONSECUENCIAS que ello te están ocasionando:
Esto es como quién se endeuda utilizando tarjetas de crédito y culpa a los bancos por los escasos plazos para pagar las deudas y las altas comisiones que cobran, en lugar de aceptar que eran ellos mismos quienes tenían el poder de decidir dejar de comprar y gastar sin control. Lo mismo ocurre para las que le echan la culpa a que su casa esté echa una mierda al marido que no hace nada, a los hijos que manchan y no recogen después y al jefe que le hace quedarse siempre trabajando hasta tarde.
En la inmensa mayoría de los casos, tienes una capacidad mucho mayor de lo que crees en influir y solucionar estas situaciones.
El problema radica en cuando sólo te quejas y quejas cada día, esperando que algo cambie y la situación se solucione por sí sola (sin tú tener que mover ni siquiera un dedo). Sin darte cuenta que la única manera de poder salir de este rol de victima que te has adjudicado es comenzar a establecer tus propios límites y tomar las riendas del problema. Sólo aceptando que puedes y necesitas cambiar a una actitud positiva frente a como lo estás haciendo en estos momentos, estarás comenzando a dar los primeros pasos para conseguir romper con esa pasividad mental que has creado tú sola.
Ya sea en tu trabajo, en la familia, con los amigos y en tu vida en general, tener una mentalidad de víctima puede acarrearte una serie de potenciales problemas de los que no eres consciente (o que estás sufriendo y no entiendes muy bien porqué te ha tocado a ti):
La única forma de salir de este tipo de mentalidad de víctima es dejar de culpar a los demás, asumir la responsabilidad de tus actos, comprometerte a cambiar y comenzar a apropiarte de tu propio tiempo.
Te voy a enseñar cinco formas a través de las que puedes conseguirlo:
Las personas con este tipo de mentalidad suelen sentir placer cuando reciben atención o compasión como resultado de su desgracia. En otras ocasiones ocurre cuando se sienten “perversos” al mostrar la herida que le han causado otros y originar en la otra parte un sentimiento de culpa. Esta ganancia es realmente un hecho pasajero e irreal.
Si te sientes identificada con esta actitud y este papel de víctima en la mayor parte de los sucesos de tu día a día, tienes que darte cuenta que aceptar la responsabilidad del problema puede llegar a ser mucho más liberador de lo que imaginas. Incluso cuando piensas que es imposible que puedas hacer algo para solucionarlo o que tengas un mínimo de responsabilidad sobre ese tema.
Si todavía no terminas de tener claro si eres de las que sufres este papel de víctima, párate a observar como respondes cuando se te plantea la posibilidad de invertir tu tiempo en actividades no alineadas con tus prioridades (o pregunta a otras personas si te identifica con alguna de estas cuestiones):
Dejar de comportarse como una víctima. Dejar de reaccionar a todas las solicitudes, correos electrónicos, mensajes de whastapp, reuniones o eventos que se cruzan en tu camino y comienza a ser responsable de cómo pasas el día. Después de todo, la cantidad de tiempo que tienes disponible cada día, semana o mes es limitada. Nunca cambia (¡y es la misma para todos!). Lo importante es cómo gestionas todas esas horas y dejas de atender las infinitas demandas de atención del día a día.
Sin sentirte culpable por no hacerlo bien a la primera. Aprender a ser selectiva con todas esas cargas y demandas de atención requiere concentración, energía y práctica.
Comienza a comprender que eres tú la única que toma las decisiones sobre cuándo y cómo invertir tu tiempo. Hay ciertas situaciones que implican tener que dedicar más tiempo y atención para sacarlas adelante, como por ejemplo cuando se acerca la fecha límite de un lanzamiento, la presentación de impuestos, una auditoría, un examen o un viaje.
Lo que debes mentalizarte es que la sobrecarga de tiempo no tiene que ser la norma que lidere tu vida. No es culpa de los demás si tienes demasiadas cosas que hacer y no eres capaz de comunicárselas a nadie más. Recuerda que los demás no tienen el poder de leerte la mente. La única responsabilidad sobre esto es tuya.
Como persona, debes aceptar y reconocer tu derecho a hablar abierta y honestamente sobre tus necesidades, en lugar de esperar que sean los demás los que sepan automáticamente cuando estás sobrecargada de trabajo. Debes comenzar a asumir la responsabilidad de tu propia organización con respecto a la gestión de tu tiempo.
Olvida cómo te has comportado hasta ahora en ciertas situaciones o el tipo de respuesta o excusas que dabas a las personas que te rodeaban. Ahora tienes la oportunidad de hacer que el futuro sea diferente.
Comprométete a cambiar, a hacer algo al respecto y elige responder ante las obligaciones que te intenten imponer, en vez de simplemente sentarte a aceptar todo lo que te vaya entrando en tu día a día.
Si comienzas a sentarte a planificar cada semana es mucho más fácil poder hacer algo al respecto:
Según aseguran los psicólogos, para dejar de comportarte como una víctima no puedes dejarlo solo en tu fuerza de voluntad, si no que es importante que comiences a cambiar tu entorno para que no te distraiga de tu objetivo.
Por ejemplo:
Cometes más errores diciendo “sí” a todo que probablemente cualquier otro error que puedas hacer.
Empezar a establecer reglas y límites te ayudará a mantenerte firme y segura cuando los demás intenten cargarte tareas que realmente no quieres (ni debes) hacer.
Por ejemplo: Cuando trabajas en equipo en un proyecto o trabajo, los demás integrantes del grupo tienden a entregar su parte del trabajo en el último momento y terminas por sentirte responsable de revisarlo y terminar de prepararlo todo, para así no sentirte culpable por entregar un proyecto o trabajo de calidad.
En vez de actuar como hacías hasta ahora, con el papel de víctima quejándote de que los demás no piensan en ti, te cargan de un montón de trabajo extra y les da igual presentar algo de baja calidad, piensa qué límites y condiciones puedes establecer para que esto no vuelva a ocurrir, cómo acordar una fecha límite para poner en común todas las partes y que quién se retrase se encargue de hacer la presentación y unión del proyecto (todo bajo unos baremos de calidad que habréis pactado al inicio del trabajo).
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En Resumen:
Asume la responsabilidad sobre cómo estás invirtiendo tu tiempo y deja de desperdiciar tu energía culpando a los demás. Si comienzas a dirigir esa misma energía en encontrar una respuesta productiva ante las situaciones que se te plantean, conseguirás tener suficiente tiempo para poder hacer lo que realmente es más importante para ti.
Te animo a que le eches un vistazo también a mi post: 6 métodos para dejar de ser un quejica, que seguro te va a ayudar a cambiar tu actitud victimista por una actitud ganadora.
Cuéntame, ¿te ves identificada en el post de hoy?
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Hoy quiero hablarte de cómo hacer balance del año y prepararte para dejar que puedan entrar nuevos objetivos a tu vida. Conseguir avanzar y crecer como persona, como multiapasionada y como emprendedora.
Para ello es primordial que dediques unos minutos cada cierto tiempo a realizar un Balance de tu momento actual, de las últimas semanas o meses y de cuáles quieres que sean tus próximos objetivos. A mí me gusta realizar al menos cuatro balances a lo largo del año. Puedes hacerlo coincidir con el fin de cada trimestre, con el fin de cada trayecto (si estás aplicando mi método de Gestión del Tiempo) o al final/principio de cada año.
En el podcast de hoy te hablo además del cambio y de cómo nos enfrentamos a él como multiapasionadas, de la experiencia de ser madre y cómo lo remueve todo, de lo importante que es escribir un diario de logros para saber apreciar (e identificar) todos aquellos éxitos que vamos consiguiendo en el día a día. De cómo conseguir un poco de foco siendo MultiApasionada y, además de todo esto, te hablo del tema del post de hoy: Cómo hacer balance del año.
Por si todavía no has hecho tu repaso del 2017 (o por si te apetece hacerlo de una manera positiva), no te pierdas el podcast de hoy (y el post dónde te muestro el resultado de mi balance más personal):
En este 2017 que acaba de irse hay dos sucesos que me han marcado y han cambiado por completo mi manera de entender mi vida y la vida misma.
Por un lado, en junio me convertí en mamá de familia numerosa. Mi tercera peque ha revolucionado aún más mi día a día. Todavía estaba terminando de asentar los cimientos de “mi nuevo yo” tras la llegada de los mellizos, cuando Noelia llegó a mi vida. Dicen que ser madre lo cambia todo, y estoy totalmente de acuerdo. La lucha interna de sentimientos que se genera es enorme:
La maternidad es un hecho maravilloso, inolvidable y que trae consigo muchos cambios. Supone volver a re-encontrarte contigo misma y ser consciente (más si cabe), de lo volátil y veloz que es el tiempo.
El otro suceso que ha tambaleado por completo mi mundo este pasado 2017 fue el casi perder a mi madre. Me ha hecho darme cuenta de lo poco que apreciamos el tiempo que vamos a estar vivas (siempre pensando que en nuestro caso es infinito) y me ha hecho darme cuenta también de lo mucho que me cuesta expresar mis sentimientos a las personas más cercanas. Precisamente por ello, porque siempre están ahí y no nos paramos a pensar que quizás mañana ya no estén (o seamos nosotras mismas las que no estemos).
Y todo este terremoto emocional es lo que ha sentado las bases de una nueva versión de mí misma que iréis viendo los próximos meses.
Esta es mi lista de logros del año 2017. Desde los más grandes, a los más pequeños. Me gusta mostrártelos todos los años para que te des cuenta que cualquier cosa que hayas conseguido, por pequeña que sea, es un gran paso en tu proceso de cambio a una mejor versión de ti misma y hacia una vida que te haga sentirte plena y feliz.
Cuando he comenzado a escribir esta lista no pensaba que recordaría más de tres o cuatro. He eliminado las distracciones y me he dejado llevar por los recuerdos de los últimos meses. Y al final me he dado cuenta que había conseguido mucho más de lo que había pensado inicialmente.
Aquí radica la magia de escribir las cosas. En nuestra mente minimizamos nuestros éxitos y olvidamos todos esos pequeños pasos dados que vamos dando hacia nuestros objetivos. ¿Te atreves a sentarte una horita contigo misma y poner por escrito todo lo que has conseguido los últimos meses?
Este año he decidido llevar un diario de mis logros. Y está siendo una herramienta fantástica para ir escribiendo todas aquellas cosas de mi día a día que, de otro modo, podrían quedar inadvertidas. ¿Qué necesitas? Nada más sencillo que una agenda (de 2018 o una vieja que no hayas usado) o un cuaderno en blanco. ¿Tú también tienes un diario de logros?
Ahora toca la segunda parte del balance. Analizar los fallos no-logros de los últimos meses para poder aprender de ellos. ¿Haces esta parte del proceso en tus repasos anuales, o eres de las que cierras los ojos y miras para otro lado?
Esta parte puede hacer pupa. Créeme, ¡es la mejor parte de todas! Porque es la única manera de que tus errores se conviertan en tu mejor maestro. Te animo a probarlo si nunca lo has hecho.
Este año he decidido apostar de nuevo por mí. Por ello mi palabra para los próximos meses es “YO”. Engloba todo lo que quiero: crecer como persona, lograr recuperar la fuerza perdida estos meses, mantenerme centrada en mis objetivos y ser (aún más) consciente que si yo no creo en mí y me quiero, no puedo hacerle llegar ese mensaje a los demás.
La última fase de la revisión anual: Decidir los objetivos para el nuevo año.
Y hasta aquí mi balance de 2017. Me gustaría terminar con algo de humor este post y enseñarte un vídeo muy personal que resume en 36 segundos el caos de mi nueva vida tras la llegada de Noelia: Nuestro primer intento de hacer una foto familiar, jejeje.
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Estoy deseando que me cuentes: ¿Cuáles son tus objetivos para este año? ¿Has elegido una palabra que te guíe y te centre los próximos meses? ¿Eres consciente de la cantidad de pequeños logros que realizas cada día?
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¿Estas últimas semanas del año, cómo te sientes? ¿Frustrada, estresada, rara, con mil ideas en la cabeza, queriendo hacer otras mil y sin tiempo para llevar a cabo ninguna…? Si te identificas con alguno de estos sentimientos, seguramente estás sufriendo el estrés por el temido “Efecto Final de Año”.
Mi recomendación para el podcast de hoy es que lo escuches cuando hayas encontrado un momento tranquilo en el que puedas disfrutar de este pequeño remanso de paz que hoy te regalo. El contenido es el mismo que el del post, pero seguro te va a gustar escucharme como si te lo contase tomando un café juntas en ese sitio bonito que te encanta.
(No te olvides de contarme en los comentarios qué te ha parecido el post de hoy).
A mí me recuerda a cuando estabas estudiando y de pronto llegaba el día anterior al examen y te dabas cuenta que te habías relajado demasiado y tocaba correr. Por supuesto, intentar hacer en un par de días (o en una noche), lo que no habías hecho las sesiones anteriores no daba buen resultado. Aun así, no perdías la esperanza de que pasara un milagro y cayeran las únicas preguntas que te había dado tiempo a estudiar.
Pues lo mismo te sucede estos últimos días del año. Están intentando crear un parche y realizar todo esos cientos de objetivos que te has ido proponiendo a lo largo del año (y los que te has propuesto los últimos días, ¡que seguro han surgido como setas!).
¿El resultado? Vas como un pollo sin cabeza, saltando de una actividad u objetivo a otro. Sin centrarte, avanzar y por supuesto, sin terminar ninguno.
No querida. Por si todavía no te habías dado cuenta, los milagros (excepto en contadas ocasiones), no existen.
¿Para qué vas a estar matándote la cabeza y culpándote de no haberlo hecho todo?
Créeme, NO vale la pena.
La realidad es la que es.
Durante el último año has destinado tu tiempo a algo que parecía lo mejor en ese momento. Entonces, ¿para que machacarte ahora?
Las cosas vale más hacerlas bien hechas, que deprisa y mal.
Así que hoy tengo una propuesta que hacerte para poder olvidarte de este efecto final de año y comenzar el nuevo orgullosa de ti y con un plan que te ayude a empezar de la manera más efectiva.
Lo primero de todo que quiero que hagas es parar. Dale al botón del stop y recapacita sobre cómo estás haciendo las cosas los últimos días. ¿Te gusta estar con esta sensación de agobio? Estoy convencida de que no.
Lo segundo que quiero que hagas es que respires profundamente y cuentes en silencio hasta 20. Concéntrate durante estos segundos en escuchar tu respiración y sentir tu corazón.
Una vez que hayas tomado conciencia de tu yo actual, quiero que te preguntes:
Si tus respuestas son negativas. Para nada es el tipo de vida que quieres llevar, vamos a pasar al siguiente ejercicio.
Vas a coger papel y lápiz. Una página en blanco por ambas caras. Si vas en el autobús y no tienes papel a mano, puedes escribir una nota o mandarte un email a ti misma. Pon el móvil en modo avión hasta que termines para mantenerte centrada en el ejercicio y no distraerte con los avisos de otras aplicaciones.
Ahora vas a hacer un ejercicio de Vaciado Mental. Vas a “vomitar” todos aquellos objetivos o tareas que crees que deberías realizar los próximos días (o haber realizado ya).
Una vez tengas todo fuera, seguro que ya has comenzado a sentir esa sensación de relax por haber liberado tu mente. Vamos a pasar al siguiente paso.
Vas a coger otro papel y vas a dibujar una cruz, de modo que dividas el folio en 4 partes:
Si lo estás haciendo desde el móvil, puedes descargarte la aplicación “Tasks” ¡que te recomiendo muchísimo! (yo la uso a diario).
En el siguiente paso vas a coger todas esas tareas que habías escrito anteriormente y vas a distribuirlas por los 4 cuadrantes, en función de si lo consideras importante o urgente.
Cuando hayas terminado este ejercicio quiero que recapacites: ¿En qué tareas has estado trabajando últimamente?
A partir de hoy quiero que cambies el chip y sientes las bases de una nueva manera de trabajar, en la que puedas avanzar en tus objetivos y en todo aquello que te propongas.
Sin estrés, y con la sensación de avanzar por fin hacia un fin que te haga realmente feliz.
Por ello, vas a centrarte en las tareas que has apuntado en el cuadrante de Importante y No Urgente (el de arriba a la derecha).
El último paso de este ejercicio es elegir una sola de las tareas que has apuntado en este apartado. Seguro que te mueres de ganas de hacerlas todas (al fin y al cabo lleva días con ese sentimiento de corre-corre), pero recuerda: Tu nuevo objetivo es liberarte del estrés.
Medítalo durante unos minutos y cuando hayas elegido esa tarea, va a convertirse en tu nuevo objetivo en el que vas a centrarte por realizar durante las próximas semanas.
Coge un último folio (o cuaderno) y desglosa ese objetivo en pasos que puedes dar para conseguirlos. Escribe al menos 3-4 pasos. Y cuando los tengas, piensa en otros 3-4 pasitos que puedas dar para lograr esos pasos que habías escrito.
Cuando hayas terminado, tendrás tu mente mucho más organizada y un plan de trabajo claro y definido para estas últimas semanas del año, ¡que te harán lograr ese objetivo antes de que termine, y comenzar el nuevo año llena de energía y motivación!
Y esto es todo por hoy.
¿Te has sentido identificada con los sentimientos de estrés de los que te hablaba al principio del post? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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¿Estas últimas semanas del año, cómo te sientes? ¿Frustrada, estresada, rara, con mil ideas en la cabeza, queriendo hacer otras mil y sin tiempo para llevar a cabo ninguna…? Si te identificas con alguno de estos sentimientos, seguramente estás sufriendo el estrés por el temido “Efecto Final de Año”.
Mi recomendación para el podcast de hoy es que lo escuches cuando hayas encontrado un momento tranquilo en el que puedas disfrutar de este pequeño remanso de paz que hoy te regalo. El contenido es el mismo que el del post, pero seguro te va a gustar escucharme como si te lo contase tomando un café juntas en ese sitio bonito que te encanta.
(No te olvides de contarme en los comentarios qué te ha parecido el post de hoy).
A mí me recuerda a cuando estabas estudiando y de pronto llegaba el día anterior al examen y te dabas cuenta que te habías relajado demasiado y tocaba correr. Por supuesto, intentar hacer en un par de días (o en una noche), lo que no habías hecho las sesiones anteriores no daba buen resultado. Aun así, no perdías la esperanza de que pasara un milagro y cayeran las únicas preguntas que te había dado tiempo a estudiar.
Pues lo mismo te sucede estos últimos días del año. Están intentando crear un parche y realizar todo esos cientos de objetivos que te has ido proponiendo a lo largo del año (y los que te has propuesto los últimos días, ¡que seguro han surgido como setas!).
¿El resultado? Vas como un pollo sin cabeza, saltando de una actividad u objetivo a otro. Sin centrarte, avanzar y por supuesto, sin terminar ninguno.
No querida. Por si todavía no te habías dado cuenta, los milagros (excepto en contadas ocasiones), no existen.
¿Para qué vas a estar matándote la cabeza y culpándote de no haberlo hecho todo?
Créeme, NO vale la pena.
La realidad es la que es.
Durante el último año has destinado tu tiempo a algo que parecía lo mejor en ese momento. Entonces, ¿para que machacarte ahora?
Las cosas vale más hacerlas bien hechas, que deprisa y mal.
Así que hoy tengo una propuesta que hacerte para poder olvidarte de este efecto final de año y comenzar el nuevo orgullosa de ti y con un plan que te ayude a empezar de la manera más efectiva.
Lo primero de todo que quiero que hagas es parar. Dale al botón del stop y recapacita sobre cómo estás haciendo las cosas los últimos días. ¿Te gusta estar con esta sensación de agobio? Estoy convencida de que no.
Lo segundo que quiero que hagas es que respires profundamente y cuentes en silencio hasta 20. Concéntrate durante estos segundos en escuchar tu respiración y sentir tu corazón.
Una vez que hayas tomado conciencia de tu yo actual, quiero que te preguntes:
Si tus respuestas son negativas. Para nada es el tipo de vida que quieres llevar, vamos a pasar al siguiente ejercicio.
Vas a coger papel y lápiz. Una página en blanco por ambas caras. Si vas en el autobús y no tienes papel a mano, puedes escribir una nota o mandarte un email a ti misma. Pon el móvil en modo avión hasta que termines para mantenerte centrada en el ejercicio y no distraerte con los avisos de otras aplicaciones.
Ahora vas a hacer un ejercicio de Vaciado Mental. Vas a “vomitar” todos aquellos objetivos o tareas que crees que deberías realizar los próximos días (o haber realizado ya).
Una vez tengas todo fuera, seguro que ya has comenzado a sentir esa sensación de relax por haber liberado tu mente. Vamos a pasar al siguiente paso.
Vas a coger otro papel y vas a dibujar una cruz, de modo que dividas el folio en 4 partes:
Si lo estás haciendo desde el móvil, puedes descargarte la aplicación “Tasks” ¡que te recomiendo muchísimo! (yo la uso a diario).
En el siguiente paso vas a coger todas esas tareas que habías escrito anteriormente y vas a distribuirlas por los 4 cuadrantes, en función de si lo consideras importante o urgente.
Cuando hayas terminado este ejercicio quiero que recapacites: ¿En qué tareas has estado trabajando últimamente?
A partir de hoy quiero que cambies el chip y sientes las bases de una nueva manera de trabajar, en la que puedas avanzar en tus objetivos y en todo aquello que te propongas.
Sin estrés, y con la sensación de avanzar por fin hacia un fin que te haga realmente feliz.
Por ello, vas a centrarte en las tareas que has apuntado en el cuadrante de Importante y No Urgente (el de arriba a la derecha).
El último paso de este ejercicio es elegir una sola de las tareas que has apuntado en este apartado. Seguro que te mueres de ganas de hacerlas todas (al fin y al cabo lleva días con ese sentimiento de corre-corre), pero recuerda: Tu nuevo objetivo es liberarte del estrés.
Medítalo durante unos minutos y cuando hayas elegido esa tarea, va a convertirse en tu nuevo objetivo en el que vas a centrarte por realizar durante las próximas semanas.
Coge un último folio (o cuaderno) y desglosa ese objetivo en pasos que puedes dar para conseguirlos. Escribe al menos 3-4 pasos. Y cuando los tengas, piensa en otros 3-4 pasitos que puedas dar para lograr esos pasos que habías escrito.
Cuando hayas terminado, tendrás tu mente mucho más organizada y un plan de trabajo claro y definido para estas últimas semanas del año, ¡que te harán lograr ese objetivo antes de que termine, y comenzar el nuevo año llena de energía y motivación!
Y esto es todo por hoy.
¿Te has sentido identificada con los sentimientos de estrés de los que te hablaba al principio del post? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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Imprevisto, se dice que es todo hecho o situación no prevista.
De eso en parte quiero hablarte hoy, de como dan un giro a todos los acontecimientos y a todos tus planes. A veces son pequeñas cosas y otras dejan todo tu mundo patas arriba.
Hace semanas que debería haber escrito y publicado este post. Lo tenía planificado en mi agenda y en mi calendario editorial desde hace tiempo. Pero un pequeño contratiempo ha hecho que haya tenido que paralizar todo durante unos cuantos días.
Una pequeña “tontería”, como que se me cayese el portátil al suelo, hizo que mi disco duro se fuera al garete. Y con él, el portátil entero y todos mis datos. Por suerte hacía tiempo que el ordenador me iba muy lento y hacía copias de seguridad de un montón de cosas desde semanas antes. Aún así, he perdido un montón de información que quedará en el olvido para siempre en mi memoria. Una milésima de segundo, todo por ir con prisas a hacer una cosa, ha hecho que mi mundo quedara patas arriba y paralizado durante un par de semanas.
(Si hace mil años que no haces copia de seguridad de tu ordenador, no lo pospongas y pospongas ¡que nunca se sabe!)
La moraleja de mi historia es que no puedes esperar que todo vaya perfecto siempre. Casi te diría que en el 90% de las veces habrá algo que te va a hacer retrasar un poco o posponer para más adelante tus objetivos. El día a día es lo que tiene y lo más importante es el prisma desde el que mires ese hecho fortuito.
Soy de las que piensa que las cosas siempre ocurren por una razón, me lo habrás oído decir muchas veces. En mi caso, esa parálisis me hizo concentrarme en otro proyecto que tenía entre manos y del que sé a ciencia cierta, que si no se me hubiera fastidiado el ordenador no habría terminado. Así que intento mirarlo por el lado positivo.
En tu caso quizás te sirva para darte cuenta de:
Hay mil reflexiones que puedes hacer tras cada piedra con la que te tropieces por tu camino. Y lo importante es que siempre puedes sacar una lección de ella.
Por todo ello, hoy quería dedicar el post a todos esos planes que no salen como esperabas. Y a esa sensación que ello trae consigo.
Durante las últimas semanas hemos estado hablando de esa sensación de sentirte perdida, de no tener muy claro lo que quieres. O sí, pero hoy es una cosa y mañana otra. De que todo el mundo te diga: “Tienes que centrarte“. También hemos estado hablando de la vorágine de sensaciones y la montaña rusa que supone todo esto. De los pensamientos negativos que te están saboteando, de los miedos que se esconden detrás, de cómo gestionas tu diálogo interior.
Hoy toca hablar de la otra cara de la moneda. De esa sensación que queda cuando luchas y luchas por algo y parece que nunca llega. De dudar si vale la pena para algo, si estás perdiendo el tiempo o todo tiene un sentido y un fin que todavía desconoces.
Este tema es duro y puede hacer que en un arrebato de desesperación lo des todo y se te ocurra la solución más original a ese bloqueo o problema que te impide avanzar, o todo lo contrario. Que tires la toalla y dejes de luchar por tus sueños y tus objetivos.
Normalmente cuando esto último ocurre se debe a varios factores:
Muchas de estas causas se deben a una falta de confianza en una misma y en lo que se hace. Esta confianza es algo que se va ganando con el tiempo y que se va adquiriendo con cada logro y con cada obstáculo vencido. Por tanto, tirar la toalla no suele llevar consigo una mejoría en tu estado de ánimo. Todo lo contrario, va a hacer ese pepito grillo interior que te dice que no puedes lograr nada de lo que te propongas. Excepto en el último caso, en el que puedes verlo como un fracaso absoluto en el momento presente pero se convertirá en un logro en el futuro (los estudios demuestran que en nuestro lecho de muerte tan sólo nos arrepentimos de las decisiones no tomadas).
A veces nuestro pepito grillo no es interior, si no exterior. Y la moraleja que debes sacar de esta encrucijada a la que te enfrenta el destino es que debes comenzar a expresar tus propios sentimientos, tus propias opiniones, comenzar a decir no a los demás y alejarte de todos aquellos que te hacen más mal que bien.
Muchas veces ese mal es involuntario. El que tú estés saliendo de tu zona de confort hace sentir a los demás incómodos porque les estás obligando en cierta manera a romper su propia estabilidad. Y se produce un período de tensión tras el que serás capaz de ver si estás personas te acompañarán en tu nuevo camino o no.
Y volviendo al tema del que te hablaba antes. ¿Qué pasa cuándo te habrías propuesto haber conseguido algo para una fecha concreta y llega el momento y ves que esos planes todavía quedan muy lejos?
Las causas pueden ser tantas, y tan diversas, que antes de tirar la toalla te invito a que reflexiones si ese retraso se debe a algo que puedas mejorar, si debes planificar todo el proyecto a unos plazos más reales, si vale la pena buscar a alguien que te ayude o simplemente te has bloqueado y el cuerpo (y tu mente) te están pidiendo a gritos unas vacaciones y enfoque nuevo.
Creas o no, todo tiene solución.
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Ha llegado el momento de hacer balance de todo el año, repasar todo lo conseguido, los no-logros y meditar sobre cómo me gustaría que fuesen los próximos meses.
Me parece increíble lo rápido que se me ha pasado este año. No sé quién me dijo hace bastante tiempo, que una vez que tienes peques (y que cumples los 30), es como si tu vida cogiera carrerilla y comienzas a viajar a la velocidad de la luz. Así me he sentido este año, como en un coche de fórmula 1. ¿Te ha pasado lo mismo?
Como todos los años, el balance que voy a realizar hoy de 2016 va a ser un balance positivo. Es decir, nada de centrarse en los objetivos no cumplidos o en aquellas promesas y sueños que no has podido realizar. En vez de ello, mi consejo es que te centres en todo aquello (grande y super pequeñito) que hayas logrado los últimos meses. ¡Qué seguro hay mucho más de lo que te imaginas!
Comienza repasando mentalmente cada uno de los meses del año. Concéntrate en todo aquello que te dio una alegría, aquello que te hizo crecer como persona, eso que aprendiste, lo que hiciste (y nunca pensaste que podrías hacer). Cualquier cosa es válida. Desde haber estado tres meses madrugando hasta haber sacado adelante ese proyecto en el que llevabas trabajando tanto tiempo. Lo pequeño y lo grande tiene que estar presente en tu Lista de Logros del año. Da igual si después de madrugar tres meses te has pegado 9 remoloneando. ¡Conseguiste madrugar sin chistar durante 90 días! Así que, este tipo de logros no pueden faltar en tu lista.
Algo que me he propuesto para el nuevo año es llevar un Diario de Logros. Así cuando llegue el próximo año tan sólo tendré que acudir a él y repasar todo lo escrito. Y no sólo cuándo toque hacer balance del año, si no en cualquier momento en los que me dé la sensación que no estoy avanzando (nada mejor que revisar lo conseguido las últimas semanas para darte cuenta que ese fantasma sólo está en tu cabeza).
Y ahora sí (no me enrollo más), mi balance de los últimos doce meses:
Creo que estos son mis logros más importantes de este año. Cómo ves hay de todo, grandes y pequeños. Ahora es tu turno.
Un último consejo: Elige un momento en el que vayas a estar tranquila y sin distracciones para ponerte a cabo con esta reflexión. Y si la apuntas en un cuaderno (para poder recordarla siempre que quieras, mejor!). Si la publicas en tu blog, me encantaría leerla. ¿Te animas a compartirlo aquí conmigo?
El segundo paso de este balance en positivo de tus últimos doce meses consiste en analizar tus no-logros, encontrar el motivo de porqué no los conseguiste y meditar sobre cómo podrías haberlos evitado. Es la manera más divertida de darles la vuelta y ver el lado guay de “cometer errores”. Y es que, tan sólo ellos, pueden enseñarte la manera de avanzar y convertirte en una versión mejor de ti misma.
A grandes rasgos, creo que esos han sido mis principales no-logros de los que debo aprender y trabajar por no volver a repetirlos.
Y los tuyos, ¿cuáles son? ¿Te atreves a compartirlos?
Este año he decidido elegir tan sólo una palabra. Pensar en más se me hacía más bien complicado y eso de elegir por elegir no va mucho conmigo. Cada vez más estoy adquiriendo la filosofía de centrarme en una sóla cosa/objetivo y cuando la consigo, pasar a la siguiente. Así que si llega un momento en que algo por dentro me dice que puedo pasar a otra palabra, la adoptaré por el camino.
Mientras tanto, mejor de una en una.
Mi palabra para 2017 es una de las que te he hablado en los no-logros y que para mí es la base fundamental de todo lo demás: ORDEN.
Sin orden mi vida es un caos, no me centro, me siento dispersa, mi creatividad no se desarrolla y me cuesta muchísimo esfuerzo concentrarme en llevar a cabo mis objetivos. Así que es fundamental que ponga orden en casa para que el desorden deje de impedirme centrar mi atención en otras opciones.
¿Ya tienes tu palabra o palabras elegidas para el próximo año?
Quiero seguir el hilo de mi palabra para los próximos meses y mi cuerpo y mente me dicen que necesito sencillez. Creo que el año pasado me cargué de demasiados objetivos (teniendo en cuenta que los peques tenían meses). Y este año se suma otro notición: Pasaré a tener familia numerosa en junio.
Así que me he encontrado con la siguiente tesitura: ¿Planifico mis objetivos hasta junio? ¿Cuántos me marco? Y los que me marque, ¿volverán a ser demasiados? He de confesar que me da un poco de pánico lo que pasará a partir de que nazca el nuevo miembro de la familia. Crear una rutina en mi día a día ya está siendo bastante complicado, así que tener que volver a empezar de cero me da miedo, aunque voy a verlo como un nuevo reto que seguro me ayudará a centrarme (aún más) en lo que de verdad importa y por lo que vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo.
Después de darle muchas, muchísimas vueltas he decidido fijarme estos dos objetivos:
Ya está. Nada más. Tengo muchíiisimos objetivos en mi lista de ideas y proyectos que están deseando ver la luz, pero con esos dos me voy a dar por satisfecha este año. Primero me centraré en el primero y después en el segundo. Ya no quiero estar con mil temas a la vez.
A la hora de marcarte objetivos recuerda el consejo que siempre te he dado en el blog. Por muchas ganas que tengas de hacer mil cosas (al final ya sabes que no terminas de hacer nunca ninguna), lo importante es centrarte en un máximo de 3 objetivos simultáneos. Coge una libreta, apunta todos esos objetivos y conforme vayas terminando proyectos, acudes allí y eliges el siguiente. Te centras en hacerlo y cuando lo tengas, vas a por otro.
Te recomiendo estos post antiguos en los que te he hablado de las técnicas que sigo para elegir y planificar mis objetivos:
Y si tienes ganas de aprender en detalle mi técnica para planificar y desglosar tus objetivos y para trasladar luego de manera adecuada y exitosa todos esos pasos a tu agenda, te recomiendo el mini-curso de la agenda charuca (que sirve para cualquier tipo de agenda).
Si tu caso es el contrario, no tienes nada claro qué quieres hacer, te sientes super perdida y tienes ganas de enfocarte y centrarte de una vez por todas en un tipo de vida acorde a tus ideales y pasiones, te recomiendo que le eches un vistazo a mi curso Activa tu Brújula Interior y a estos otros post:
Lo dicho antes, si vas a compartir tu balance en tu blog o quieres compartirlo conmigo y otras multiapasionadas, me encantaría que compartieras tu experiencia en la sección de comentarios.
Aprovecha este período de reflexión de los últimos y primeros días del año para realizar tu balance positivo del año que se va y comenzar el 2017 con ilusión y ganas de cambiar de vida.
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Ha llegado el momento de hacer balance de todo el año, repasar todo lo conseguido, los no-logros y meditar sobre cómo me gustaría que fuesen los próximos meses.
Me parece increíble lo rápido que se me ha pasado este año. No sé quién me dijo hace bastante tiempo, que una vez que tienes peques (y que cumples los 30), es como si tu vida cogiera carrerilla y comienzas a viajar a la velocidad de la luz. Así me he sentido este año, como en un coche de fórmula 1. ¿Te ha pasado lo mismo?
Como todos los años, el balance que voy a realizar hoy de 2016 va a ser un balance positivo. Es decir, nada de centrarse en los objetivos no cumplidos o en aquellas promesas y sueños que no has podido realizar. En vez de ello, mi consejo es que te centres en todo aquello (grande y super pequeñito) que hayas logrado los últimos meses. ¡Qué seguro hay mucho más de lo que te imaginas!
Comienza repasando mentalmente cada uno de los meses del año. Concéntrate en todo aquello que te dio una alegría, aquello que te hizo crecer como persona, eso que aprendiste, lo que hiciste (y nunca pensaste que podrías hacer). Cualquier cosa es válida. Desde haber estado tres meses madrugando hasta haber sacado adelante ese proyecto en el que llevabas trabajando tanto tiempo. Lo pequeño y lo grande tiene que estar presente en tu Lista de Logros del año. Da igual si después de madrugar tres meses te has pegado 9 remoloneando. ¡Conseguiste madrugar sin chistar durante 90 días! Así que, este tipo de logros no pueden faltar en tu lista.
Algo que me he propuesto para el nuevo año es llevar un Diario de Logros. Así cuando llegue el próximo año tan sólo tendré que acudir a él y repasar todo lo escrito. Y no sólo cuándo toque hacer balance del año, si no en cualquier momento en los que me dé la sensación que no estoy avanzando (nada mejor que revisar lo conseguido las últimas semanas para darte cuenta que ese fantasma sólo está en tu cabeza).
Y ahora sí (no me enrollo más), mi balance de los últimos doce meses:
Creo que estos son mis logros más importantes de este año. Cómo ves hay de todo, grandes y pequeños. Ahora es tu turno.
Un último consejo: Elige un momento en el que vayas a estar tranquila y sin distracciones para ponerte a cabo con esta reflexión. Y si la apuntas en un cuaderno (para poder recordarla siempre que quieras, mejor!). Si la publicas en tu blog, me encantaría leerla. ¿Te animas a compartirlo aquí conmigo?
El segundo paso de este balance en positivo de tus últimos doce meses consiste en analizar tus no-logros, encontrar el motivo de porqué no los conseguiste y meditar sobre cómo podrías haberlos evitado. Es la manera más divertida de darles la vuelta y ver el lado guay de “cometer errores”. Y es que, tan sólo ellos, pueden enseñarte la manera de avanzar y convertirte en una versión mejor de ti misma.
A grandes rasgos, creo que esos han sido mis principales no-logros de los que debo aprender y trabajar por no volver a repetirlos.
Y los tuyos, ¿cuáles son? ¿Te atreves a compartirlos?
Este año he decidido elegir tan sólo una palabra. Pensar en más se me hacía más bien complicado y eso de elegir por elegir no va mucho conmigo. Cada vez más estoy adquiriendo la filosofía de centrarme en una sóla cosa/objetivo y cuando la consigo, pasar a la siguiente. Así que si llega un momento en que algo por dentro me dice que puedo pasar a otra palabra, la adoptaré por el camino.
Mientras tanto, mejor de una en una.
Mi palabra para 2017 es una de las que te he hablado en los no-logros y que para mí es la base fundamental de todo lo demás: ORDEN.
Sin orden mi vida es un caos, no me centro, me siento dispersa, mi creatividad no se desarrolla y me cuesta muchísimo esfuerzo concentrarme en llevar a cabo mis objetivos. Así que es fundamental que ponga orden en casa para que el desorden deje de impedirme centrar mi atención en otras opciones.
¿Ya tienes tu palabra o palabras elegidas para el próximo año?
Quiero seguir el hilo de mi palabra para los próximos meses y mi cuerpo y mente me dicen que necesito sencillez. Creo que el año pasado me cargué de demasiados objetivos (teniendo en cuenta que los peques tenían meses). Y este año se suma otro notición: Pasaré a tener familia numerosa en junio.
Así que me he encontrado con la siguiente tesitura: ¿Planifico mis objetivos hasta junio? ¿Cuántos me marco? Y los que me marque, ¿volverán a ser demasiados? He de confesar que me da un poco de pánico lo que pasará a partir de que nazca el nuevo miembro de la familia. Crear una rutina en mi día a día ya está siendo bastante complicado, así que tener que volver a empezar de cero me da miedo, aunque voy a verlo como un nuevo reto que seguro me ayudará a centrarme (aún más) en lo que de verdad importa y por lo que vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo.
Después de darle muchas, muchísimas vueltas he decidido fijarme estos dos objetivos:
Ya está. Nada más. Tengo muchíiisimos objetivos en mi lista de ideas y proyectos que están deseando ver la luz, pero con esos dos me voy a dar por satisfecha este año. Primero me centraré en el primero y después en el segundo. Ya no quiero estar con mil temas a la vez.
A la hora de marcarte objetivos recuerda el consejo que siempre te he dado en el blog. Por muchas ganas que tengas de hacer mil cosas (al final ya sabes que no terminas de hacer nunca ninguna), lo importante es centrarte en un máximo de 3 objetivos simultáneos. Coge una libreta, apunta todos esos objetivos y conforme vayas terminando proyectos, acudes allí y eliges el siguiente. Te centras en hacerlo y cuando lo tengas, vas a por otro.
Te recomiendo estos post antiguos en los que te he hablado de las técnicas que sigo para elegir y planificar mis objetivos:
Y si tienes ganas de aprender en detalle mi técnica para planificar y desglosar tus objetivos y para trasladar luego de manera adecuada y exitosa todos esos pasos a tu agenda, te recomiendo el mini-curso de la agenda charuca (que sirve para cualquier tipo de agenda).
Si tu caso es el contrario, no tienes nada claro qué quieres hacer, te sientes super perdida y tienes ganas de enfocarte y centrarte de una vez por todas en un tipo de vida acorde a tus ideales y pasiones, te recomiendo que le eches un vistazo a mi curso Activa tu Brújula Interior y a estos otros post:
Lo dicho antes, si vas a compartir tu balance en tu blog o quieres compartirlo conmigo y otras multiapasionadas, me encantaría que compartieras tu experiencia en la sección de comentarios.
Aprovecha este período de reflexión de los últimos y primeros días del año para realizar tu balance positivo del año que se va y comenzar el 2017 con ilusión y ganas de cambiar de vida.
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