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Cuando tu cliente ideal aterriza en tu página web, tienes tan solo 5 segundos para hacer que se enamore de ti y empiece a interesarse por tu trabajo.
Tu página actual, ¿hace que se quede
o que huya despavorido?
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Cuando tu cliente ideal aterriza en tu página web, tienes tan sólo 5 segundos para hacer que se enamore de ti y empiece a interesarse por tu trabajo.
Tu página actual, ¿hace que se quede o que huya despavorido?
Hoy quiero escribirte desde el corazón y abrirme a ti, que siempre has estado ahí apoyándome en todo lo que he hecho los últimos años.
No sé muy bien por dónde empezar, así que como en cualquier libro o película, mejor empiezo por el principio.
Hace 6 años, tras una etapa de reflexión interior muy grande y de plantearme qué quería hacer con mi vida, descubrí que era una persona MultiApasionada. Decidí abrir un blog en el que poder contar al mundo lo que había descubierto (ya que no había nada en habla hispana que hablase de nosotras, las personas multiapasionadas) y un blog en el que poder contarle a todas las que se identificaran conmigo todo lo que yo iba haciendo para salir del agujero en el que me encontraba, poner foco a mi vida y conseguir ser feliz viviendo el estilo de vida con el que siempre había soñado.
Poco a poco descubrí cómo comenzar a poner orden en tu vida, se publicó el libro del Método KonMari que lo cambió todo y comencé a indagar en temas de desarrollo personal, coaching y gestión del tiempo, tema en el que ya había empezado a investigar algún año antes.
Precisamente esta última parte de mi búsqueda de nuevo conocimiento sobre lograr organizar mejor mi tiempo me llevó a crear la Agenda MultiApasionada, a escribir un libro del que luego derivó el curso Activa tu Brújula Interior, ¡e incluso a abrir mi propia tienda online de papelería bonita! (que cerré para poder conciliar mejor mi vida familiar tras la llegada de mi tercera peque).
Poco a poco, tras casi 8 años, me fui especializando en gestión del tiempo y productividad. Sin embargo, he estado durante los últimos 12 meses (o más) con una sensación muy extraña en mi interior.
A finales del año pasado no sabía muy bien qué pasaba, pensaba que eran las hormonas que las tenía revolucionadas todavía tras el último parto. Hasta el mes de agosto o así, en el que comencé a ser más consciente de que algo estaba pasando (y no era algo bueno).
Agosto fue el pistoletazo de salida, digamos que de mi reconocimiento como experta en gestión del tiempo con el método único que he creado estos años. Comencé a dar conferencias, a impartir masterclass en programas premium de emprendedoras reconocidas de la blogosfera ¡e incluso monté un gran evento que fue todo un éxito! (Fórmula E+E)…
…Desde fuera se veía todo muy bonito, sin embargo desde dentro, esa sensación de que algo no iba bien se multiplicó de manera exponencial.
Me volví a encontrar bloqueada como hacía años que no me sentía. No disfruté de casi ninguno de esos logros, si te soy sincera. Me sentía como si estuviera montada en un vagón de tren, recorriendo una vía hacia un destino muy borroso, al que yo no quería ir y que no me hacía nada feliz. Sentía además como si estuviera con las manos atadas y como si la palanca del freno estuviera rota. No me gustaba nada esa sensación y sólo deseaba bajarme de ese tren (aunque no sabía muy bien cómo narices hacerlo).
Si has sentido alguna vez esta sensación, imagino que entenderás perfectamente de lo que te estoy hablando.
En noviembre decidí parar por completo todo. Verás que estoy desaparecida por completo del blog, de emails y de redes sociales. Necesitaba espacio para alejarme de todo y sobre todo necesitaba pensar.
Me he mantenido tan ocupada los últimos años que ya no recordaba esa sensación de estar tirada en el sofá sin tener nada que hacer. Madre mía, sin duda eso ha sido lo mejor de las últimas semanas. Algo tan simple como aburrirse.
Tras dejar mi mente en blanco he vuelto a retomar muchos ejercicios de reflexión que hice en la etapa de “qué estoy haciendo y qué quiero hacer con mi vida” de hace 6 años. Y muy feliz hoy, te escribo para contarte que voy a reinventarme.
Mi estómago me lo decía a gritos desde hacía tiempo, y no ha sido hasta que he parado todo el ruido exterior por completo que no he podido escucharme a mí misma de verdad.
Y en esta escucha he reconocido que la gestión del tiempo y la productividad no me hacía plenamente feliz, por mucho que tras tantos años haya creado un método único. Soy una persona creativa y siento que ha sido precisamente el haber dejado morir esta faceta mía por seguir todos estos temas productivos, lo que me gritaba desde dentro que por favor parase este viaje que había emprendido.
Por tanto, quiero anunciarte que evagias.com, tal y como la conocías hasta ahora va a desaparecer. He sido consciente las últimas semanas de mi gran pasión, de eso que realmente me ha hecho siempre perder la noción del tiempo cuando lo hacía, así que voy a dejarme de miedos y voy a seguir mi instinto.
Estoy deseando contarte en unos días de qué se trata, cuando tenga más claro cómo voy a hacer la transición entre lo que ha sido mi blog y mi etapa anterior con esta nueva etapa. No sé si escribiré un libro con mi método para seguir ayudando a más personas o qué haré, ya que me siento muy orgullosa y feliz de lo que he creado y hecho hasta ahora y me daría mucha pena que se perdiese.
Lo que sí puedo anunciarte ahora mismo es que todos mis cursos van a estar disponibles solamente hasta reyes. Una vez acabe la navidad, cerraré el blog y la web hasta que haya realizado todo el cambio.
Por ello hoy era tan importante para mí empezar por el principio, para que entendieras la razón de esta decisión y también para ayudarte a dar el paso si te sientes identificada con alguna de las sensaciones de las que te he hablado en este email.
Este 2018 se traduce para mí en el año en el que he aprendido a decir no a todo lo que no me hacía feliz, no a los contratos emocionales, no a todo aquello que me desvía de mi verdadero camino.
No puedes imaginarte el peso que me quito de encima al poder contarte todo esto por fin. Llevaba semanas deseando hablarte de todo este proceso aunque no sabía muy bien por dónde empezar.
Y estoy muy muy feliz porque por fin siento que voy a poder hacer aquello que realmente me hace sentir viva.
Un gran cambio me espera este 2019 y me encantaría que siguieras conmigo para vivirlo y disfrutarlo juntas.
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El verano es la época perfecta en la que muchas personas se repiten: “Quiero cambiar”. Muchos sueñan con descansar, recargar pilas y llevar a cabo algunos objetivos que se les han ido atascando a lo largo del año y para otras muchas, se convierte en la época perfecta para transformar su vida y su negocio.
Nuevos sueños, nuevos proyectos o trabajar en aquello que quieres mejorar.
¿Es tu caso?
Pues si es así, cuéntamelo en los comentarios y quédate conmigo en este vídeo porque te voy a enseñar cómo priorizar tus objetivos y crear tu plan perfecto para lograr cambiar tu vida este verano.
Seguro que tienes tu cabeza repleta de objetivos a cumplir durante los próximos dos meses, mientras disfrutas en un lugar paradisiaco o recargas pilas en casa. Y estoy convencida que no quieres perder varios días o semana decidiendo qué hacer, por qué objetivo empezar y cuál es más importante de todos los que te gustaría llevar a cabo.
Voy a regalarte uno de los métodos de priorización más efectivos que trabajo en las sesiones con mis clientas y que te va a ayudar a saber exactamente qué objetivos hacer y, además, en qué orden.
¿Estás lista?
Cómo ves, aprender a priorizar entre todos tus objetivos es más sencillo de lo que parece. Con esta técnica que hoy te he enseñado, podrás saber en qué orden sentarte a trabajar primero. Y además, al desglosar tu objetivo tendrás también el guión de todos los pasos que debes dar para lograrlo.
En el próximo vídeo te enseñaré a planificar todos esos pasos para lograr los objetivos que te marques para este verano.
¿Qué te ha parecido el vídeo de hoy? ¿Te ha parecido útil este truco? ¿Cuántos objetivos te habías marcado para estos meses veraniegos? ¿Habías minimizado el tiempo que te iba a costar llevarlos a cabo?
¡Cuéntamelo en los comentarios!
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El verano es la época perfecta en la que muchas personas se repiten: “Quiero cambiar”. Muchos sueñan con descansar, recargar pilas y llevar a cabo algunos objetivos que se les han ido atascando a lo largo del año y para otras muchas, se convierte en la época perfecta para transformar su vida y su negocio.
Nuevos sueños, nuevos proyectos o trabajar en aquello que quieres mejorar.
¿Es tu caso?
Pues si es así, cuéntamelo en los comentarios y quédate conmigo en este vídeo porque te voy a enseñar cómo priorizar tus objetivos y crear tu plan perfecto para lograr cambiar tu vida este verano.
Seguro que tienes tu cabeza repleta de objetivos a cumplir durante los próximos dos meses, mientras disfrutas en un lugar paradisiaco o recargas pilas en casa. Y estoy convencida que no quieres perder varios días o semana decidiendo qué hacer, por qué objetivo empezar y cuál es más importante de todos los que te gustaría llevar a cabo.
Voy a regalarte uno de los métodos de priorización más efectivos que trabajo en las sesiones con mis clientas y que te va a ayudar a saber exactamente qué objetivos hacer y, además, en qué orden.
¿Estás lista?
Cómo ves, aprender a priorizar entre todos tus objetivos es más sencillo de lo que parece. Con esta técnica que hoy te he enseñado, podrás saber en qué orden sentarte a trabajar primero. Y además, al desglosar tu objetivo tendrás también el guión de todos los pasos que debes dar para lograrlo.
En el próximo vídeo te enseñaré a planificar todos esos pasos para lograr los objetivos que te marques para este verano.
¿Qué te ha parecido el vídeo de hoy? ¿Te ha parecido útil este truco? ¿Cuántos objetivos te habías marcado para estos meses veraniegos? ¿Habías minimizado el tiempo que te iba a costar llevarlos a cabo?
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Éste es un post dirigido a todos aquellos demonios interiores que te sabotean y te impiden ser plenamente feliz. Si te has acomodado y piensas que la vida es así y no se puede hacer nada por remediarla, este post no es para ti. Si por el contrario, estás harta de todos esos miedos y obligaciones auto-impuestas que te paralizan y quieres superar el autosabotaje, te invito a que sigas leyendo.
Antes de comenzar, quiero darte la bienvenida a mi primer podcast. ¡Espero que te guste (y todos los que vendrán detrás), tanto como mis post!
El de hoy, es un podcast (y post) íntimo, que te invita a reflexionar. Así que mi recomendación es que lo escuches cuando hayas encontrado un momento tranquilo en el que podamos estar las dos juntas, sintiendo y pensando lo que en él te cuento. El contenido es el mismo que el del post, pero siempre mola más que puedas escucharlo como si te lo contase tomando un café en ese sitio bonito que te venga a la mente.
Si ese momento es ahora, tan sólo te queda hacer click y disfrutar de lo que voy a contarte.
(¡No te olvides de contarme en los comentarios qué te ha parecido el podcast y las respuestas a lo que te pregunto en él!).
Si prefieres seguir leyéndome como hasta ahora, te dejo con el post de hoy:
Hace unas semanas inicié mi Reto personal “Less is More” (te dejo al final del todo enlaces a los anteriores post, por si quieres echarles un vistazo). El blog se ha convertido en una especie de diario, en un manera de darle al botón de pause de mi vida y que me permite parar y reflexionar sobre todo lo que está sucediendo.
Mi vida desde hace ya unos pocos años había entrado en una dinámica de “hacer-hacer-hacer” unida a mi nuevo papel de “super mami” de tres bebés. Los últimos dos años y medio he sentido una sensación de agobio… como si tuviera un reloj en mi interior que me dijese: “Tic tac tic tac”, tu tiempo para disfrutar de este estilo de vida tan ideal se va a agotar muy pronto…
Esto ha hecho que me sienta culpable cada vez que intento desconectar o no hacer absolutamente nada. Es como si tuviera un demonio interior que me repitiera sin parar : “Debes volver a luchar por tu negocio, si no perderás todo por lo que has luchado todo este tiempo”.
La casa, yo,… Todo ha quedado en un segundo plano durante todos estos años.
Salir a dar un paseo simplemente con los peques, ir a tomar algo o salir a hacer un recado, se convertía en una pequeña tortura. “Debería estar haciendo…” me había dicho hasta ahora mi demonio interior. Y lo mismo al revés. Cuando estaba trabajando, mi demonio interior me repetía: “Deberías estar con tus peques o haciendo cosas en casa…”
Creo que era consciente de ello, aunque a la vez intentaba no darle importancia para evitar sencillamente sentirme culpable. Y, sin darme cuenta, lo único que he hecho estos años es alimentar a ese demonio interior que me estaba saboteando.
En mi último post te conté que estuve a punto de perder a mi madre hace casi un mes. Eso me ha hecho parar y reflexionar. Parar, por obligación, porque no ha quedado más remedio. La otra abuela que me ayudaba con los peques también ha estado enferma estos últimos días y, como “regalo” del karma/destino o como quieras llamarle, los peques mayores pillaron no-sé-qué virus raro de esos que corren a veces por las guarderías y los he tenido en casa.
Y sí, la verdad es que ha sido un regalo. Poder centrarme en disfrutar yo sola de los tres peques tantos días, algo que hacía mucho tiempo que no hacía, me está haciendo reflexionar sobre todo aquello que me estaba perdiendo.
En una sociedad tan consumista como la nuestra, parece que si no estás continuamente “haciendo algo” o comprándote esa cosa “tan sumamente necesaria” y “sin la que tu vida carece totalmente de sentido”, no somos nadie. Dime cuántas veces has comprado algo material o un curso y te has sentido llena por un momento. Y pasados unos minutos o unos pocos días, esa sensación ha desaparecido. Eso que habías comprado ha quedado olvidado en un cajón, o ese curso ha quedado a mitad (o incluso sin empezar). Y justo después de haber pulsado el botón de comprar o que te hayan pasado la tarjeta de crédito por el datáfono, has comenzado a sentirte culpable porque ya te estaba apeteciendo otra cosa.
Llenamos continuamente nuestra vida de cosas y actividades para llenar esos huecos y tiempos muertos, que podríamos dedicar simplemente a ser, pensar, leer, observar, reflexionar o pasear. Socialmente es como si el que no tiene una vida repleta de actividades, no está sabiendo aprovecharla lo suficiente.
No te hablo de sentarte todo el día a estar en el sofá y estar viendo la caja tonta (que es otra manera de ocupar sin sentido tu vida). Te hablo de lograr parar y re-conectar contigo misma. Eso que tanto miedo nos da muchas veces porque nos obliga a enfrentarnos a esos demonios interiores que llevamos tanto tiempo alimentando.
Como multiapasionada sabrás lo fácil que puede resultar despistarnos con cualquier estímulo nuevo. Somos almas sedientas de nuevos conocimientos. Y eso es fantástico, ¡es una de nuestras grandes virtudes! ¡Estamos vivas!
Pero hay que saber encontrar el equilibrio.
Aprender a parar.
A escucharnos a nosotras mismas.
Los orientales son muy sabios. Llevan estudiando este tema muchísimo tiempo.
El ying y el yang. Para mí es el equilibrio entre hacer y parar.
Ayer me senté a planificar el año que viene y los objetivos para las próximas semanas. Tanto los personales como los profesionales. Y, cuándo analicé el tiempo del que disponía cada día para “hacer” todos esos planes me fijé un objetivo muy importante. Que puede resultarle una tontería a alguien y que tan complicado es para mí precisamente porque mi demonio interior intenta hacerme sentir culpable cada vez que me lo he propuesto: Parar 1 hora al día.
Dedicar una hora al día a quererme, a crecer, a leer, dibujar, dormir, escribir o lo que me apetezca hacer.
Y será mi hora sagrada. O minutos, lo que se pueda cada día. Desconectando por completo del móvil. Sin niños, sin obligaciones, sin papeles que adoptar. Simplemente, permitiéndome ser yo misma un ratito cada día.
He decidido hacer callar a mi demonio interior.
A partir de ahora, mando yo.
Y tú, ¿vas a seguir alimentando a tu demonio interior? Cuéntame que te está diciendo, qué te sabotea. Sácalo fuera y hazle callar.
—
Ver post anteriores del Reto “Less is More”:
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Hoy comienzo a contarte mi andadura con mi Reto personal: LESS IS MORE
En mi último post te contaba el motivo por el que había decidido cerrar la tienda online. Mi cabeza últimamente está como llena de ruido (y no me hace falta buscar mucho para saber los motivos de este problema):
Mire por donde mire, sólo veo cosas y cosas, y eso no me ayuda en nada a concentrarme en lo que realmente vale la pena. Al trabajar además desde casa, está suponiendo un problema ya que estoy entrando en una vorágine de ir “salvando” los días como puedo que no me gusta (ni identifica) nada. Todo esto unido a que llevo una temporada totalmente consumista, en la que no he parado de hacer pedidos por internet (y el Black Friday no ha ayudado nada), hace que no hayan parado de entrar cosas en casa y cada día me siento más agobiada.
Agobiada porque veo que sólo entran y entran paquetes, llenos de compras a las que no he podido dedicar un tiempo a buscarles un sitio, cuando ya está entrando otra cosa detrás.
Agobiada (y culpable) porque veo que dedico mucho tiempo y esfuerzo en enseñarles a los peques a ser ordenados y a guardar las cosas en su sitio, y soy la primera que no está dando nada de ejemplo.
Y por último, me siento culpable porque últimamente me he dedicado tanto a ocupar el 100% de mi tiempo con cualquier actividad, que me he olvidado de todo aquello que verdaderamente importa.
Hace un par de semanas, justo el día que había decidido cerrar la tienda online y me había puesto manos a la obra, Oye Deb me descubrió a una amiga suya en su newsletter, Muy Mery, que justo habla de todas estas sensaciones en su primer podcast “Por qué llevar una vida minimal aumenta tu vibración” y que me hizo ver (a modo de señal del destino), que había tomado la decisión correcta.
Esta última semana he tenido bastante tiempo para reflexionar. Mi madre casi se nos va, de repente, y eso me ha hecho pensar mucho. Por un lado, sobre todo lo que supone una madre, su ayuda (que no siempre agradezco como debiera) y sobre el pegamento que supone en toda la familia. Y, por otro lado, siguiendo con el hilo del post, me he parado a pensar. “Madre mía, si yo me fuera de repente, qué pedazo de marrón y caos les dejaría a los míos”.
No sé si tú también te has parado a pensar en ello alguna vez. Y es que nos da la sensación que morir, vamos a hacerlo “cuando nos venga bien” a nosotras. Como si pudieras planificarlo y dejarlo todo bien organizado, todos los cabos sueltos atados y te fuera a dar tiempo a despedirte de todo el mundo como te gustaría.
Y no… ¡a cuánta gente el irse de este mundo le viene de repente! Sin darle tiempo a despedirse de nadie ni dejar las cosas bien organizadas…
Párate a pensarlo durante un momento, si (dios no quiera), fuera tu caso. Cómo les quedaría todo a los tuyos…
Seguro que alguna vez te ha pasado que de repente te pones muy enferma o tienes algún accidente o surge algún contratiempo que te obliga a parar, justo cuando “más ocupada” estás. No sé si crees en el karma y en las señales del universo, pero yo sí creo firmemente que éstos no son hechos fortuitos y que el universo, destino, dios o como quieras llamarlo nos manda una orden de parar ya y tomar un poco de perspectiva sobre cómo está yendo nuestra vida en este momento.
Así que, si tu vida últimamente está llena de ruido, de cosas materiales o estás sobre-ocupando tu tiempo, quiero invitarte a que pares y comiences este Reto Less is More conmigo.
¿Por dónde empezar?
Creo que lo mejor es comenzar por apagar y eliminar esos focos de energía negativa que ahora mismo te están estresando. Todo aquello que te pone de mal o humor o que sientes te está robando la energía por momentos.
En mi caso, como te contaba en mi último post, mi principal fuente de estrés las últimas semanas era la tienda. Por ello decidí cerrarla para darme un tiempo a mí misma y para permitir que entrara un poco de aire fresco por la ventana. Un aire fresco que se llevara toda esa energía negativa que inundaba mi vida y dejara paso a la paz y a la calma que tanto anhelaba.
Mi segundo foco de estrés ahora mismo, tras haber (casi) cerrado el capítulo de la tienda online, es el que te comentaba al principio y del que también te hablé un poco en el último post: El caos y la acumulación.
Acumulación de cosas tras toda una vida como multiapasionada, en la que todas las herramientas y productos de mis pasiones han llenado mis cajones, armarios y trasteros. Y sobre todo, lo principal: Acumulación de cosas de los peques. Si alguien me hubiera dicho antes de ser madre, la cantidad de ropa, juguetes, utensilios, medicamentos, productos de limpieza (y un largo etc) que llegas a acumular en casa con la llegada de un niño a tu vida, no sé si le habría creído. Creo que me siento totalmente desbordada por todo esto y es mi siguiente objetivo a solucionar.
Por otro lado el Caos, porque al no saber encontrar un sitio para cada cosa (o haberle dedicado el tiempo necesario para buscarlo), ha hecho que se vayan acumulando sin ningún orden y en cualquier sitio.
Y de aquí deriva también uno de los grandes errores que he cometido últimamente: El querer tener todo mi tiempo ocupado en hacer algo. Lo que me ha hecho creer que no tenía tiempo para dedicarlo a otras cosas, como mantener mi casa organizada o dedicarme más tiempo a mí, a leer o a no hacer absolutamente nada.
Mi último punto de estrés en este momento (y desde hace muchos años) es el correo electrónico. Sin exagerar te diré que me entran al día en mi cuenta personal más de 100 correos (y eso que muchos más los agrupo a través de la herramienta Unroll.me). Llevo años probando mil técnicas para conseguir tener una bandeja de entrada limpia, sin éxito. Mi “hambre” multiapasionada hace que tan pronto me apasione por una cosa, comience a suscribirme a todo blog que me interese.
Hace no mucho tomé la decisión de no apuntarme a webinars gratuitos ni a toda newsletter que prometa ebooks o similares. Al fin y al cabo, tengo mi ordenador y móvil repleto de cursos y ebooks que no he empezado o terminado. ¿Para qué acumular más?
La gota que ha colmado el vaso ha sido esta última semana. Debido al black friday mi bandeja de entrada ha visto triplicado el número de correos que ha recibido (seguro que a ti te ha pasado lo mismo). Así que he tomado una decisión y le he dado la vuelta a la tortilla. En vez de agobiarme por toda esa cantidad de correos, voy a agradecer que esa persona que me lo ha enviado se haya tomado la molestia de ponerse en contacto conmigo. ¿Por qué? Pues porque me ha evitado perder tiempo buscando su web o blog para darme de baja. Así voy a poder hacerlo desde ese último email que he recibido, de manera rápida y sencilla.
Lo mismo te invito a que hagas si tu bandeja de entrada está que rebosa de correos. Dedica 5 minutos cada día a darte de baja de todas esas newsletter que no te interesan o lees desde hace mucho tiempo y, tarde o temprano, conseguirás reducir (al menos) todo ese ruido que te está llegando por esta vía.
Así que, en resumen, si sientes que últimamente tu vida está llena de ruido y te sientes totalmente estresada y desbordada por las circunstancias, únete conmigo a mi Reto Less is More.
Aquí te dejo los deberes hasta el próximo post:
Sé que cuesta, pero en el fondo va a valer mucho la pena.
Y si estás dándole vueltas al tema y te has sentido identificada con mi post, es por algo.
Me despido por ahora con esta reflexión y estos deberes.
[sf_icon image=”sf-im-heart” character=”” size=”small” cont=”no” float=”left” color=”#f2d9dd”]
Si te ha gustado el post de hoy, cuéntamelo en los comentarios. Este tipo de viajes interiores siempre es mejor hacerlos acompañados que sola, ¿no crees?
Yo te acompaño si tú quieres.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Hoy comienzo a contarte mi andadura con mi Reto personal: LESS IS MORE
En mi último post te contaba el motivo por el que había decidido cerrar la tienda online. Mi cabeza últimamente está como llena de ruido (y no me hace falta buscar mucho para saber los motivos de este problema):
Mire por donde mire, sólo veo cosas y cosas, y eso no me ayuda en nada a concentrarme en lo que realmente vale la pena. Al trabajar además desde casa, está suponiendo un problema ya que estoy entrando en una vorágine de ir “salvando” los días como puedo que no me gusta (ni identifica) nada. Todo esto unido a que llevo una temporada totalmente consumista, en la que no he parado de hacer pedidos por internet (y el Black Friday no ha ayudado nada), hace que no hayan parado de entrar cosas en casa y cada día me siento más agobiada.
Agobiada porque veo que sólo entran y entran paquetes, llenos de compras a las que no he podido dedicar un tiempo a buscarles un sitio, cuando ya está entrando otra cosa detrás.
Agobiada (y culpable) porque veo que dedico mucho tiempo y esfuerzo en enseñarles a los peques a ser ordenados y a guardar las cosas en su sitio, y soy la primera que no está dando nada de ejemplo.
Y por último, me siento culpable porque últimamente me he dedicado tanto a ocupar el 100% de mi tiempo con cualquier actividad, que me he olvidado de todo aquello que verdaderamente importa.
Hace un par de semanas, justo el día que había decidido cerrar la tienda online y me había puesto manos a la obra, Oye Deb me descubrió a una amiga suya en su newsletter, Muy Mery, que justo habla de todas estas sensaciones en su primer podcast “Por qué llevar una vida minimal aumenta tu vibración” y que me hizo ver (a modo de señal del destino), que había tomado la decisión correcta.
Esta última semana he tenido bastante tiempo para reflexionar. Mi madre casi se nos va, de repente, y eso me ha hecho pensar mucho. Por un lado, sobre todo lo que supone una madre, su ayuda (que no siempre agradezco como debiera) y sobre el pegamento que supone en toda la familia. Y, por otro lado, siguiendo con el hilo del post, me he parado a pensar. “Madre mía, si yo me fuera de repente, qué pedazo de marrón y caos les dejaría a los míos”.
No sé si tú también te has parado a pensar en ello alguna vez. Y es que nos da la sensación que morir, vamos a hacerlo “cuando nos venga bien” a nosotras. Como si pudieras planificarlo y dejarlo todo bien organizado, todos los cabos sueltos atados y te fuera a dar tiempo a despedirte de todo el mundo como te gustaría.
Y no… ¡a cuánta gente el irse de este mundo le viene de repente! Sin darle tiempo a despedirse de nadie ni dejar las cosas bien organizadas…
Párate a pensarlo durante un momento, si (dios no quiera), fuera tu caso. Cómo les quedaría todo a los tuyos…
Seguro que alguna vez te ha pasado que de repente te pones muy enferma o tienes algún accidente o surge algún contratiempo que te obliga a parar, justo cuando “más ocupada” estás. No sé si crees en el karma y en las señales del universo, pero yo sí creo firmemente que éstos no son hechos fortuitos y que el universo, destino, dios o como quieras llamarlo nos manda una orden de parar ya y tomar un poco de perspectiva sobre cómo está yendo nuestra vida en este momento.
Así que, si tu vida últimamente está llena de ruido, de cosas materiales o estás sobre-ocupando tu tiempo, quiero invitarte a que pares y comiences este Reto Less is More conmigo.
¿Por dónde empezar?
Creo que lo mejor es comenzar por apagar y eliminar esos focos de energía negativa que ahora mismo te están estresando. Todo aquello que te pone de mal o humor o que sientes te está robando la energía por momentos.
En mi caso, como te contaba en mi último post, mi principal fuente de estrés las últimas semanas era la tienda. Por ello decidí cerrarla para darme un tiempo a mí misma y para permitir que entrara un poco de aire fresco por la ventana. Un aire fresco que se llevara toda esa energía negativa que inundaba mi vida y dejara paso a la paz y a la calma que tanto anhelaba.
Mi segundo foco de estrés ahora mismo, tras haber (casi) cerrado el capítulo de la tienda online, es el que te comentaba al principio y del que también te hablé un poco en el último post: El caos y la acumulación.
Acumulación de cosas tras toda una vida como multiapasionada, en la que todas las herramientas y productos de mis pasiones han llenado mis cajones, armarios y trasteros. Y sobre todo, lo principal: Acumulación de cosas de los peques. Si alguien me hubiera dicho antes de ser madre, la cantidad de ropa, juguetes, utensilios, medicamentos, productos de limpieza (y un largo etc) que llegas a acumular en casa con la llegada de un niño a tu vida, no sé si le habría creído. Creo que me siento totalmente desbordada por todo esto y es mi siguiente objetivo a solucionar.
Por otro lado el Caos, porque al no saber encontrar un sitio para cada cosa (o haberle dedicado el tiempo necesario para buscarlo), ha hecho que se vayan acumulando sin ningún orden y en cualquier sitio.
Y de aquí deriva también uno de los grandes errores que he cometido últimamente: El querer tener todo mi tiempo ocupado en hacer algo. Lo que me ha hecho creer que no tenía tiempo para dedicarlo a otras cosas, como mantener mi casa organizada o dedicarme más tiempo a mí, a leer o a no hacer absolutamente nada.
Mi último punto de estrés en este momento (y desde hace muchos años) es el correo electrónico. Sin exagerar te diré que me entran al día en mi cuenta personal más de 100 correos (y eso que muchos más los agrupo a través de la herramienta Unroll.me). Llevo años probando mil técnicas para conseguir tener una bandeja de entrada limpia, sin éxito. Mi “hambre” multiapasionada hace que tan pronto me apasione por una cosa, comience a suscribirme a todo blog que me interese.
Hace no mucho tomé la decisión de no apuntarme a webinars gratuitos ni a toda newsletter que prometa ebooks o similares. Al fin y al cabo, tengo mi ordenador y móvil repleto de cursos y ebooks que no he empezado o terminado. ¿Para qué acumular más?
La gota que ha colmado el vaso ha sido esta última semana. Debido al black friday mi bandeja de entrada ha visto triplicado el número de correos que ha recibido (seguro que a ti te ha pasado lo mismo). Así que he tomado una decisión y le he dado la vuelta a la tortilla. En vez de agobiarme por toda esa cantidad de correos, voy a agradecer que esa persona que me lo ha enviado se haya tomado la molestia de ponerse en contacto conmigo. ¿Por qué? Pues porque me ha evitado perder tiempo buscando su web o blog para darme de baja. Así voy a poder hacerlo desde ese último email que he recibido, de manera rápida y sencilla.
Lo mismo te invito a que hagas si tu bandeja de entrada está que rebosa de correos. Dedica 5 minutos cada día a darte de baja de todas esas newsletter que no te interesan o lees desde hace mucho tiempo y, tarde o temprano, conseguirás reducir (al menos) todo ese ruido que te está llegando por esta vía.
Así que, en resumen, si sientes que últimamente tu vida está llena de ruido y te sientes totalmente estresada y desbordada por las circunstancias, únete conmigo a mi Reto Less is More.
Aquí te dejo los deberes hasta el próximo post:
Sé que cuesta, pero en el fondo va a valer mucho la pena.
Y si estás dándole vueltas al tema y te has sentido identificada con mi post, es por algo.
Me despido por ahora con esta reflexión y estos deberes.
[sf_icon image=”sf-im-heart” character=”” size=”small” cont=”no” float=”left” color=”#f2d9dd”]
Si te ha gustado el post de hoy, cuéntamelo en los comentarios. Este tipo de viajes interiores siempre es mejor hacerlos acompañados que sola, ¿no crees?
Yo te acompaño si tú quieres.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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El post de hoy es un post muy personal. Siempre he sido muy abierta contigo en todo lo que me ha ido ocurriendo durante los últimos años y, en esta ocasión, no podía ser menos. Y quiero serlo, sobre todo:
Si te soy sincera, llevo un tiempo sintiéndome un poco culpable. Es como si tuviera la responsabilidad de tener que darte siempre buen ejemplo en todo lo que hago. Y lo intento, pero soy una persona normal que, como tú, tiene sus altibajos y sus días buenos y malos.
Creo que las que han sido Mamá hace no mucho entenderán lo que ahora te voy a contar (si no tienes hijos, sigue leyendo porque puede que también te sientas como yo ahora mismo por otras causas).
Mi vida hace un par de años, antes de la llegada de los mellizos, comenzaba a ser genial. Por fin había conseguido tener mi día a día controlado, guardaba tiempo para mí cada semana, leía libros y había conseguido poner en orden mi casa. Llegaron los mellizos y el caos (sobre todo físico) volvió a mi vida. Cuando al año conseguí comenzar a recuperar parte de ese orden que tenía antes, la vida me dio una preciosa sorpresa: Iba a volver a ser mamá.
Hace ya cuatro meses que nació “la bebé” (así llaman los mayores a Noelia). Yo sé que es pronto todavía, pero mi mente y mi cuerpo me están pidiendo a gritos que necesito tener tiempo (y espacio) para volver a poner mi vida en orden.
Por ello durante las últimas semanas ando algo desaparecida de redes sociales. He estado preparando la primera de las decisiones que hoy te anuncio.
Te contaba que si has sido mami recientemente entenderás por completo esta sensación de agobio de la que te hablaba. Ya no te digo si además eres emprendedora o una mamá que se ve obligada a tener que trabajar muchas horas (fuera o dentro de casa).
Si te encuentras en este punto, te invito a que te unas a mí y mi proceso detox durante las próximas semanas.
Este año he adelantado la reflexión que suelo hacer a finales de diciembre. ¿Para qué esperar a final de año si puedo comenzar a recuperar el orden en mi vida ya mismo?
Y lo mismo te digo a ti: ¿Para qué andarte con excusas durante las próximas semanas? Termina con ellas y comienza a recuperar tu vida hoy mismo.
Voy a publicar en el Blog cómo lo voy a ir haciendo cada semana, para que puedas unirte en cualquier momento y por si te sirve mi experiencia y lo que voy a ir haciendo.
Como te contaba, la llegada de los peques ha supuesto una reducción enorme del tiempo que tenía para mí (como es lógico). Como me dijo un conocido antes de ser madre: “Los hijos son una hipoteca de tiempo”.
¡Y qué razón tenía! Si eres madre entenderás como nadie ese chip que nos cambia por dentro y que te hace ponerte en un segundo plano, quizás más veces de las que se debería.
La parte buena, es que al andar más limitada de tiempo me obligo a trabajar por centrar más mis ideas que antes de ser madre y a planificar mucho cómo quiero aprovechar el poco tiempo libre del que dispongo. También te digo que parto de la base de tener muy claras mis ideas y mis objetivos porque es algo que trabajé mucho antes de mi primer embarazo (si no es tu caso te invito a que le eches un vistazo a mi curso Activa tu Brújula Interior). Y también parto de la base de que sé cómo organizar y aprovechar al máximo mi tiempo para poder conseguir ir haciendo, poco a poco, mis objetivos (échale un vistazo a mi nuevo curso Planner Power si sientes que es lo que necesitas aprender a hacer ahora mismo).
La parte no tan buena es que lo estoy destinando casi totalmente a sacar adelante mi negocio y me he olvidado por completo de mi parte “no Mamá” y “no emprendera”. Es decir, me he olvidado por completo durante los últimos meses de darle al botón del pause y sentarme, simplemente, a disfrutar del ahora sin pensar tanto en el futuro y en lo que “debería” hacer.
La llegada de los peques ha supuesto también una entrada (demasiado grande) de cosas materiales en casa: Ropa, juguetes, pañales y todo lo que significa tener un bebé en casa. Esto es algo que se me ha ido totalmente de las manos (y cuando digo totalmente, es mucho más de lo que puedas imaginar).
Mi mente me pide a gritos, desde hace un tiempo ya, parar, simplificar y cambiar a un estilo de vida más mininalista y organizado.
Por ello mi primera decisión ha sido pausar la tienda y liquidarlo todo. Noelia (“la bebé”) reclama cada vez más atención y lo mismo estaba haciendo la tienda. Últimamente sentía que se había convertido en un monstruo que estaba devorando todo mi tiempo y energía, y como la cosa no da todavía para contratar a nadie, he decidido tomarme un respiro durante unos meses para poder centrarme en los peques, en mí, en la casa y en el Blog (que sé que lo he abandonado bastante desde que abrí la tienda).
No estoy triste. Todo lo contrario. Es como si me hubiera quitado un peso de encima y haber sido capaz de tomar esta dura decisión, me hace sentirme muy orgullosa de mí misma y todo lo que he trabajado hasta ahora.
Esta pausa es para mí, como si hubiera abierto una ventana por la que está entrando un vendaval de aire fresco. Seguro que tú también estás soportando algún peso en tu mochila, que sabes muy bien te está frenando o impidiendo llegar a donde quieres ir. O tienes un monstruo en tu día a día que se está comiendo todo tu tiempo y energía.
Y yo te pregunto: ¿Para qué quieres seguir soportando ese peso o seguir alimentando a ese monstruo?
Medita sobre ello y seguimos hablando la semana que viene.
[sf_icon image=”sf-im-heart” character=”” size=”small” cont=”no” float=”left” color=”#f2d9dd”]
Estoy convencida que muchas de vosotras estáis pasando por esta misma sensación. Por ello te invito a que te sumes a este reto personal de “Less is More” que yo comienzo hoy. Y que no te pierdas mi proceso, que iré publicando en el blog cada semana.
¿Te unes a mi reto “Less is More”?
Se acabaron las excusas.
Como siempre te digo. Si yo puedo, tú también puedes.
—
PD: No te olvides de pasarte a echarle un vistazo a la liquidación de la tienda antes de que todo se agote.
PD2: La semana que viene actualizaré el post sobre la aventura que supone montar una tienda online, por si tienes una o estás pensando en empezar la tuya.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Hoy voy a hablarte de un problema que me lleva amargando la existencia desde hace algunos meses. Y es que, de un tiempo a esta parte, notó que me he vuelto más insegura y un poco (quizás bastante) quejica.
He decidido que ya vale, que debo corregir todo esto y por ello quiero compartir contigo las soluciones que he encontrado y cómo voy a afrontar este problema, por si te encuentras en el mismo caso y te pudiera ser de utilidad.
Antes de mi primer embarazo era una persona bastante segura. Me había costado mucho, mucho trabajo aprender a confiar en mí misma y comenzar a expresar abiertamente lo que pensaba y sentía. Así que me sentía muy orgullosa de cómo había evolucionado en cuestión de confianza. También tengo que contarte que era una persona muy muy independiente. Desde niña siempre he mantenido mi espacio y me ha gustado hacer las cosas a mi manera, siguiendo mi instinto y cómo yo quería.
El problema comenzó precisamente en la recta final del embarazo de los mellizos. Mi cabeza hervía en ebullición de ganas de hacer cosas, pero mi cuerpo ya no acompañaba, así que tuve que enfrentarme a algo que me originaba mucha frustración por aquel entonces: Pedir ayuda a los demás.
Me originaba frustración precisamente por lo que te comentaba antes. Sentía que era una manera de romper mi independencia. Tener que depender de otras personas para poder llevar a cabo lo que necesitaba hacer, pues no es algo que me gustase en absoluto. Unido al hecho de que no sabía (ni sé todavía) expresarme para que las cosas se hicieran cómo estaban en mi cabeza (esto es algo que trabajaré los próximos meses y compartiré contigo en el blog), pues supuso toda una bomba de relojería en mi interior que explotó, como no, tras el nacimiento de mis primeros peques con toda la revolución hormonal tras el parto.
Con el paso de los meses comencé a darme cuenta que no terminaba de expresar mis sentimientos como debiera hacerlo. Me sentía culpable porque no quería que mi familia me viese como a una mandona, todo el día “necesito esto” o “¿podrías ayudarme con esto otro…?” y tampoco quería herir sus sentimientos cuando esa ayuda no era lo que quería o necesitaba.
La cosa es que la unión de todos estos hechos ha supuesto que mi confianza se haya mermado bastante. Es como si hubiera dado un paso atrás en todo el trabajo realizado los últimos años y me he vuelto un poco victimista. Fíjate la gravedad que hasta hay veces que tartamudeo un poco, como si tuviera la lengua de trapo, creo que resultado de esa inseguridad. Así que he decidido coger el toro por los cuernos y comenzar a trabajar para remediar esta situación.
Mi primer paso va a ser aprender a dejar de ser una quejica. Y es que el “pero” se ha instaurado en mi cabeza y en todo lo que digo. Llevo un tiempo que a todo lo que digo le añado la coletilla del “pero…….”, y no me gusta nada. Quiero recuperar esa positividad que tenía hace unos meses.
¿Tú también te quejas últimamente demasiado? ¿Abusas del “pero” o alguno de sus sinónimos?
Al final es todo lo mismo. QUEJARSE.
Quizás lo hagas de manera inconsciente o quizás no te hayas parado a pensar en ello.
[sf_icon image=”fa-question-circle-o” character=”” size=”small” cont=”no” float=”none” color=”#dfa0aa”] ¿Te atreverías a preguntarle a otras personas si creen que tiendes a expresarte de manera negativa?
Lo primero de todo, voy a compartir contigo 9 razones por las que deberías dejar de quejarte. Las he encontrado en el blog de El Teu Espai y no tienen desperdicio:
Yo quiero huir por completo de todas estas consecuencias de estar todo el día lamentándome de las cosas. ¡Seguro que tú también!. Y sobre todo, ten muy en cuenta dos cosas:
Así que vamos a ponerle solución los dos juntos. Éstas son algunas de las ideas que he encontrado para combatir y solucionar esta forma de pensar y hablar:
El plan se basa en la adquisición de hábitos y en el tiempo que tardan en implantarse en uno mismo. Como herramienta de ayuda se utiliza una pulsera que se va cambiando de mano cada vez que emites una queja o cualquier tipo de crítica, lamento, chismorreo o similar.
Según he leído por internet, con este método suele tardarse una media de 5 meses en dejar atrás las quejas (teniendo en cuenta que los últimos estudios revelan que para adquirir un hábito realmente se necesitan 66 días y no 21 como se pensaba antiguamente, tampoco me parece mucho tiempo).
Lo importante de este método es que el cambio de pulsera ha de realizarse cuando se expresa la queja. Es decir, puedes pensarla pero al final no terminar diciéndola. En este caso, no cambiarías la pulsera de mano.
Tras unas tres semanas eliminando las quejas de tus conversaciones, vas a comenzar a eliminar también las quejas de tu subconsciente y pensamiento. Y la mezcla de ambas, será lo que te llevará realmente a adquirir ese nuevo hábito y, como añadido, todos los que lo han probado dicen que terminas siendo más feliz. ¡Así que parece buena idea!
Si te llama el método, he encontrado una pulsera española que destina todo lo recaudado al proyecto Rose Project contra el cáncer. Se llama: #NoMásQuejas y la puedes encontrar aquí: porunpaissinquejas.com
Yo me he comprado ésta que te he dicho. Hay una morada que la vende el que ideó esto de la pulsera. También puedes utilizar cualquier pulsera o incluso hacerte tú una, pero puestos a comprar, personalmente prefiero gastarme el dinero en una que colabore en proyectos sociales relacionados con el cáncer. Así que he optado por esta opción.
Cómo nos contaba Begoña Cartagena hace unas semanas, simplemente por el hecho de creer que te has vuelto un quejica te estás auto-boicoteando e impidiéndote cambiar. Así que unido a lo anterior, al hecho de adquirir el hábito de pararte a pensar antes de hablar y comenzar a eliminar la queja de tu boca, hay que trabajar también en eliminar esa creencia que te lleva a ver tu vida con un prisma negativo.
He encontrado esta frase que me ha gustado mucho:
Voy a imprimirla y ponerla dónde pueda verla a menudo.
De que aquello que estás viviendo y eres, es porque tú lo has creado. Y, por tanto, tú eres la única persona que tiene el verdadero poder de cambiarlo y mejorarlo.
En la misma página de Desarrollo Personal aparecen estas cuestiones sobre las que cada uno puede reflexionar:
Muchas veces puede deberse a una falta de asertividad, que es la forma de contarle al resto cuáles son tus necesidades y cómo las puedes satisfacer. (Aquí me he visto muy identificada, es justo lo que te comentaba al principio).
Esto es algo en lo que no me había parado a pensar y me parece muy interesante: ¿Hay algún área en el que te estés quejando especialmente?
Quizás no sea algo tan generalizado como parezca en un principio y tengas la solución al alcance de tu mano (y ni te estás dando cuenta).
Una manera de descubrirlo, es tener un papel cerca en el que poder ir añadiendo una cruz o raya cada vez que critiques, te lamentes o te quejes de algo (también sería interesarte decirle a alguien en quien confíes mucho que te ayude en esta labor para detectar aquellas quejas de las que no eres consciente).
Otra solución muy interesante también. Si eres de las que te quejas por cómo funciona tal cosa o de que alguien hace tal otra o que tu jefe se porta fatal contigo o tu pareja no termina de decirte lo que te quiere todo lo que te gustaría, párate a pensar: ¿Qué podrías hacer tú para solucionar este hecho que tanto te molesta?
Porque como veíamos en el punto 3, la mayor parte de todas estas situaciones las estás creando tú misma (seguramente de manera inconsciente).
También puedes comenzar a trabajar el hábito de, en cuanto detectes que va a salir una queja de tu boca, darle la vuelta a la tortilla e intentar transformarla en algo positivo.
Por ejemplo:
Otro ejemplo:
Y otro más:
Esto es algo que salió como resultado de un estudio de Bernard Roth, de la universidad de Stamford (el autor del libro: “El hábito del logro. Alcanza tu máximo potencial y toma el control de tu vida”) y que he estado intentando realizar desde hace unos meses cuando escribo en el post o redes sociales. La fórmula es tan fácil como sustituir el “pero” (y derivados) al que es tan fácil recurrir por “y”.
El truco está en que claro, la frase ya no queda igual y es como si te obligará a darle una vuelta de tuerca a ese “problema” que estabas haciendo aparecer con el “pero”. Y es que al usar el “y”, es como si tuvieras que buscar una solución y decir lo mismo, de otra manera y con un punto de vista más positivo.
Por ejemplo:
Otro ejemplo:
Lee estas dos frases varias veces y observa cómo te hacen sentir. La primera versión, con el “pero”, tiene una connotación negativa y mentalmente te hace sentir que es casi imposible conseguir lo que hay delante del “pero” (leer ese libro o ir a Canarias).
Sin embargo, al variar la frase y sustituir el “pero” por el “y”, la situación cambia. Lo que antes te impedía avanzar, ahora te abre a la posibilidad de solucionar cada una de las dos partes de la frase por separado. El tener demasiadas cosas que hacer ya no te está implicando la imposibilidad de leer ese libro. Y el miedo a volar, ya no te impide ir a Canarias. Simplemente es un hecho, al que puedes buscar una solución (como por ejemplo, tomar una pastilla para dormir durante el vuelo y no enterarte de nada).
¡Pruébalo porque te va a encantar!
El haberse convertido en una persona quejica es algo que se puede revertir con un poco de esfuerzo y trabajo. En el post de hoy he querido mostrarte varias soluciones al problema que he encontrado. Desde cambiar el hábito y comenzar a ser consciente de la cantidad de veces que abusas de la queja o la crítica en tu día a día, pasando por reconocer que tú no eres esa persona negativa en la que te has convertido y asumir la responsabilidad de que eres tú misma la que poco a poco te ha llevado a esa situación, hasta comenzar a realizar un cambio tan pequeño como eliminar la palabra “pero” de tu vocabulario y sustituirla por la “y”.
Pequeños pasitos diarios que te ayudarán a transformarte en una persona más positiva y menos quejica. Yo voy a comenzar por ayudarme de la pulsera para adquirir este nuevo hábito (y además ayudo a una asociación contra el cáncer).
¿Te unes a mí?
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Hoy voy a hablarte de un problema que me lleva amargando la existencia desde hace algunos meses. Y es que, de un tiempo a esta parte, notó que me he vuelto más insegura y un poco (quizás bastante) quejica.
He decidido que ya vale, que debo corregir todo esto y por ello quiero compartir contigo las soluciones que he encontrado y cómo voy a afrontar este problema, por si te encuentras en el mismo caso y te pudiera ser de utilidad.
Antes de mi primer embarazo era una persona bastante segura. Me había costado mucho, mucho trabajo aprender a confiar en mí misma y comenzar a expresar abiertamente lo que pensaba y sentía. Así que me sentía muy orgullosa de cómo había evolucionado en cuestión de confianza. También tengo que contarte que era una persona muy muy independiente. Desde niña siempre he mantenido mi espacio y me ha gustado hacer las cosas a mi manera, siguiendo mi instinto y cómo yo quería.
El problema comenzó precisamente en la recta final del embarazo de los mellizos. Mi cabeza hervía en ebullición de ganas de hacer cosas, pero mi cuerpo ya no acompañaba, así que tuve que enfrentarme a algo que me originaba mucha frustración por aquel entonces: Pedir ayuda a los demás.
Me originaba frustración precisamente por lo que te comentaba antes. Sentía que era una manera de romper mi independencia. Tener que depender de otras personas para poder llevar a cabo lo que necesitaba hacer, pues no es algo que me gustase en absoluto. Unido al hecho de que no sabía (ni sé todavía) expresarme para que las cosas se hicieran cómo estaban en mi cabeza (esto es algo que trabajaré los próximos meses y compartiré contigo en el blog), pues supuso toda una bomba de relojería en mi interior que explotó, como no, tras el nacimiento de mis primeros peques con toda la revolución hormonal tras el parto.
Con el paso de los meses comencé a darme cuenta que no terminaba de expresar mis sentimientos como debiera hacerlo. Me sentía culpable porque no quería que mi familia me viese como a una mandona, todo el día “necesito esto” o “¿podrías ayudarme con esto otro…?” y tampoco quería herir sus sentimientos cuando esa ayuda no era lo que quería o necesitaba.
La cosa es que la unión de todos estos hechos ha supuesto que mi confianza se haya mermado bastante. Es como si hubiera dado un paso atrás en todo el trabajo realizado los últimos años y me he vuelto un poco victimista. Fíjate la gravedad que hasta hay veces que tartamudeo un poco, como si tuviera la lengua de trapo, creo que resultado de esa inseguridad. Así que he decidido coger el toro por los cuernos y comenzar a trabajar para remediar esta situación.
Mi primer paso va a ser aprender a dejar de ser una quejica. Y es que el “pero” se ha instaurado en mi cabeza y en todo lo que digo. Llevo un tiempo que a todo lo que digo le añado la coletilla del “pero…….”, y no me gusta nada. Quiero recuperar esa positividad que tenía hace unos meses.
¿Tú también te quejas últimamente demasiado? ¿Abusas del “pero” o alguno de sus sinónimos?
Al final es todo lo mismo. QUEJARSE.
Quizás lo hagas de manera inconsciente o quizás no te hayas parado a pensar en ello.
[sf_icon image=”fa-question-circle-o” character=”” size=”small” cont=”no” float=”none” color=”#dfa0aa”] ¿Te atreverías a preguntarle a otras personas si creen que tiendes a expresarte de manera negativa?
Lo primero de todo, voy a compartir contigo 9 razones por las que deberías dejar de quejarte. Las he encontrado en el blog de El Teu Espai y no tienen desperdicio:
Yo quiero huir por completo de todas estas consecuencias de estar todo el día lamentándome de las cosas. ¡Seguro que tú también!. Y sobre todo, ten muy en cuenta dos cosas:
Así que vamos a ponerle solución los dos juntos. Éstas son algunas de las ideas que he encontrado para combatir y solucionar esta forma de pensar y hablar:
El plan se basa en la adquisición de hábitos y en el tiempo que tardan en implantarse en uno mismo. Como herramienta de ayuda se utiliza una pulsera que se va cambiando de mano cada vez que emites una queja o cualquier tipo de crítica, lamento, chismorreo o similar.
Según he leído por internet, con este método suele tardarse una media de 5 meses en dejar atrás las quejas (teniendo en cuenta que los últimos estudios revelan que para adquirir un hábito realmente se necesitan 66 días y no 21 como se pensaba antiguamente, tampoco me parece mucho tiempo).
Lo importante de este método es que el cambio de pulsera ha de realizarse cuando se expresa la queja. Es decir, puedes pensarla pero al final no terminar diciéndola. En este caso, no cambiarías la pulsera de mano.
Tras unas tres semanas eliminando las quejas de tus conversaciones, vas a comenzar a eliminar también las quejas de tu subconsciente y pensamiento. Y la mezcla de ambas, será lo que te llevará realmente a adquirir ese nuevo hábito y, como añadido, todos los que lo han probado dicen que terminas siendo más feliz. ¡Así que parece buena idea!
Si te llama el método, he encontrado una pulsera española que destina todo lo recaudado al proyecto Rose Project contra el cáncer. Se llama: #NoMásQuejas y la puedes encontrar aquí: porunpaissinquejas.com
Yo me he comprado ésta que te he dicho. Hay una morada que la vende el que ideó esto de la pulsera. También puedes utilizar cualquier pulsera o incluso hacerte tú una, pero puestos a comprar, personalmente prefiero gastarme el dinero en una que colabore en proyectos sociales relacionados con el cáncer. Así que he optado por esta opción.
Cómo nos contaba Begoña Cartagena hace unas semanas, simplemente por el hecho de creer que te has vuelto un quejica te estás auto-boicoteando e impidiéndote cambiar. Así que unido a lo anterior, al hecho de adquirir el hábito de pararte a pensar antes de hablar y comenzar a eliminar la queja de tu boca, hay que trabajar también en eliminar esa creencia que te lleva a ver tu vida con un prisma negativo.
He encontrado esta frase que me ha gustado mucho:
Voy a imprimirla y ponerla dónde pueda verla a menudo.
De que aquello que estás viviendo y eres, es porque tú lo has creado. Y, por tanto, tú eres la única persona que tiene el verdadero poder de cambiarlo y mejorarlo.
En la misma página de Desarrollo Personal aparecen estas cuestiones sobre las que cada uno puede reflexionar:
Muchas veces puede deberse a una falta de asertividad, que es la forma de contarle al resto cuáles son tus necesidades y cómo las puedes satisfacer. (Aquí me he visto muy identificada, es justo lo que te comentaba al principio).
Esto es algo en lo que no me había parado a pensar y me parece muy interesante: ¿Hay algún área en el que te estés quejando especialmente?
Quizás no sea algo tan generalizado como parezca en un principio y tengas la solución al alcance de tu mano (y ni te estás dando cuenta).
Una manera de descubrirlo, es tener un papel cerca en el que poder ir añadiendo una cruz o raya cada vez que critiques, te lamentes o te quejes de algo (también sería interesarte decirle a alguien en quien confíes mucho que te ayude en esta labor para detectar aquellas quejas de las que no eres consciente).
Otra solución muy interesante también. Si eres de las que te quejas por cómo funciona tal cosa o de que alguien hace tal otra o que tu jefe se porta fatal contigo o tu pareja no termina de decirte lo que te quiere todo lo que te gustaría, párate a pensar: ¿Qué podrías hacer tú para solucionar este hecho que tanto te molesta?
Porque como veíamos en el punto 3, la mayor parte de todas estas situaciones las estás creando tú misma (seguramente de manera inconsciente).
También puedes comenzar a trabajar el hábito de, en cuanto detectes que va a salir una queja de tu boca, darle la vuelta a la tortilla e intentar transformarla en algo positivo.
Por ejemplo:
Otro ejemplo:
Y otro más:
Esto es algo que salió como resultado de un estudio de Bernard Roth, de la universidad de Stamford (el autor del libro: “El hábito del logro. Alcanza tu máximo potencial y toma el control de tu vida”) y que he estado intentando realizar desde hace unos meses cuando escribo en el post o redes sociales. La fórmula es tan fácil como sustituir el “pero” (y derivados) al que es tan fácil recurrir por “y”.
El truco está en que claro, la frase ya no queda igual y es como si te obligará a darle una vuelta de tuerca a ese “problema” que estabas haciendo aparecer con el “pero”. Y es que al usar el “y”, es como si tuvieras que buscar una solución y decir lo mismo, de otra manera y con un punto de vista más positivo.
Por ejemplo:
Otro ejemplo:
Lee estas dos frases varias veces y observa cómo te hacen sentir. La primera versión, con el “pero”, tiene una connotación negativa y mentalmente te hace sentir que es casi imposible conseguir lo que hay delante del “pero” (leer ese libro o ir a Canarias).
Sin embargo, al variar la frase y sustituir el “pero” por el “y”, la situación cambia. Lo que antes te impedía avanzar, ahora te abre a la posibilidad de solucionar cada una de las dos partes de la frase por separado. El tener demasiadas cosas que hacer ya no te está implicando la imposibilidad de leer ese libro. Y el miedo a volar, ya no te impide ir a Canarias. Simplemente es un hecho, al que puedes buscar una solución (como por ejemplo, tomar una pastilla para dormir durante el vuelo y no enterarte de nada).
¡Pruébalo porque te va a encantar!
El haberse convertido en una persona quejica es algo que se puede revertir con un poco de esfuerzo y trabajo. En el post de hoy he querido mostrarte varias soluciones al problema que he encontrado. Desde cambiar el hábito y comenzar a ser consciente de la cantidad de veces que abusas de la queja o la crítica en tu día a día, pasando por reconocer que tú no eres esa persona negativa en la que te has convertido y asumir la responsabilidad de que eres tú misma la que poco a poco te ha llevado a esa situación, hasta comenzar a realizar un cambio tan pequeño como eliminar la palabra “pero” de tu vocabulario y sustituirla por la “y”.
Pequeños pasitos diarios que te ayudarán a transformarte en una persona más positiva y menos quejica. Yo voy a comenzar por ayudarme de la pulsera para adquirir este nuevo hábito (y además ayudo a una asociación contra el cáncer).
¿Te unes a mí?
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Imprevisto, se dice que es todo hecho o situación no prevista.
De eso en parte quiero hablarte hoy, de como dan un giro a todos los acontecimientos y a todos tus planes. A veces son pequeñas cosas y otras dejan todo tu mundo patas arriba.
Hace semanas que debería haber escrito y publicado este post. Lo tenía planificado en mi agenda y en mi calendario editorial desde hace tiempo. Pero un pequeño contratiempo ha hecho que haya tenido que paralizar todo durante unos cuantos días.
Una pequeña “tontería”, como que se me cayese el portátil al suelo, hizo que mi disco duro se fuera al garete. Y con él, el portátil entero y todos mis datos. Por suerte hacía tiempo que el ordenador me iba muy lento y hacía copias de seguridad de un montón de cosas desde semanas antes. Aún así, he perdido un montón de información que quedará en el olvido para siempre en mi memoria. Una milésima de segundo, todo por ir con prisas a hacer una cosa, ha hecho que mi mundo quedara patas arriba y paralizado durante un par de semanas.
(Si hace mil años que no haces copia de seguridad de tu ordenador, no lo pospongas y pospongas ¡que nunca se sabe!)
La moraleja de mi historia es que no puedes esperar que todo vaya perfecto siempre. Casi te diría que en el 90% de las veces habrá algo que te va a hacer retrasar un poco o posponer para más adelante tus objetivos. El día a día es lo que tiene y lo más importante es el prisma desde el que mires ese hecho fortuito.
Soy de las que piensa que las cosas siempre ocurren por una razón, me lo habrás oído decir muchas veces. En mi caso, esa parálisis me hizo concentrarme en otro proyecto que tenía entre manos y del que sé a ciencia cierta, que si no se me hubiera fastidiado el ordenador no habría terminado. Así que intento mirarlo por el lado positivo.
En tu caso quizás te sirva para darte cuenta de:
Hay mil reflexiones que puedes hacer tras cada piedra con la que te tropieces por tu camino. Y lo importante es que siempre puedes sacar una lección de ella.
Por todo ello, hoy quería dedicar el post a todos esos planes que no salen como esperabas. Y a esa sensación que ello trae consigo.
Durante las últimas semanas hemos estado hablando de esa sensación de sentirte perdida, de no tener muy claro lo que quieres. O sí, pero hoy es una cosa y mañana otra. De que todo el mundo te diga: “Tienes que centrarte“. También hemos estado hablando de la vorágine de sensaciones y la montaña rusa que supone todo esto. De los pensamientos negativos que te están saboteando, de los miedos que se esconden detrás, de cómo gestionas tu diálogo interior.
Hoy toca hablar de la otra cara de la moneda. De esa sensación que queda cuando luchas y luchas por algo y parece que nunca llega. De dudar si vale la pena para algo, si estás perdiendo el tiempo o todo tiene un sentido y un fin que todavía desconoces.
Este tema es duro y puede hacer que en un arrebato de desesperación lo des todo y se te ocurra la solución más original a ese bloqueo o problema que te impide avanzar, o todo lo contrario. Que tires la toalla y dejes de luchar por tus sueños y tus objetivos.
Normalmente cuando esto último ocurre se debe a varios factores:
Muchas de estas causas se deben a una falta de confianza en una misma y en lo que se hace. Esta confianza es algo que se va ganando con el tiempo y que se va adquiriendo con cada logro y con cada obstáculo vencido. Por tanto, tirar la toalla no suele llevar consigo una mejoría en tu estado de ánimo. Todo lo contrario, va a hacer ese pepito grillo interior que te dice que no puedes lograr nada de lo que te propongas. Excepto en el último caso, en el que puedes verlo como un fracaso absoluto en el momento presente pero se convertirá en un logro en el futuro (los estudios demuestran que en nuestro lecho de muerte tan sólo nos arrepentimos de las decisiones no tomadas).
A veces nuestro pepito grillo no es interior, si no exterior. Y la moraleja que debes sacar de esta encrucijada a la que te enfrenta el destino es que debes comenzar a expresar tus propios sentimientos, tus propias opiniones, comenzar a decir no a los demás y alejarte de todos aquellos que te hacen más mal que bien.
Muchas veces ese mal es involuntario. El que tú estés saliendo de tu zona de confort hace sentir a los demás incómodos porque les estás obligando en cierta manera a romper su propia estabilidad. Y se produce un período de tensión tras el que serás capaz de ver si estás personas te acompañarán en tu nuevo camino o no.
Y volviendo al tema del que te hablaba antes. ¿Qué pasa cuándo te habrías propuesto haber conseguido algo para una fecha concreta y llega el momento y ves que esos planes todavía quedan muy lejos?
Las causas pueden ser tantas, y tan diversas, que antes de tirar la toalla te invito a que reflexiones si ese retraso se debe a algo que puedas mejorar, si debes planificar todo el proyecto a unos plazos más reales, si vale la pena buscar a alguien que te ayude o simplemente te has bloqueado y el cuerpo (y tu mente) te están pidiendo a gritos unas vacaciones y enfoque nuevo.
Creas o no, todo tiene solución.
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Seguramente llevas tiempo dándole vueltas a una (o varias) ideas. Algo en tu interior te pide a gritos un cambio… incluso todo el mundo a tu alrededor te dice continuamente: “Tienes que centrarte”. Sabes que hay algo que no funciona y no sabes muy bien por dónde empezar ese cambio que tanto anhelas. Estoy convencida de que, inconscientemente, llevas un tiempo boicoteándote. A ti, a tus ideas y a tus sueños.
Hoy te traigo a una coach a la que aprecio mucho: BEGOÑA CARTAGENA
Begoña es experta en gestión del cambio y autoliderazgo y va a acompañarme muy pronto en el Curso: Activa tu Brújula Interior, asesorándote y ayudándote si decides elegir el camino del cambio hacia una vida que realmente te llene (¡las próximas semanas te cuento más sobre el tema!).
En el post de hoy, Begoña te va a hablar precisamente de ese factor del que te hablaba al principio:
Te invito a que veas el vídeo, hagas el ejercicio que allí te enseña y leas después todo lo que ha escrito pensando especialmente en ti.
(Haz click aquí si no puedes ver el vídeo)
Es posible que te encuentres en una encrucijada, con varios caminos posibles y sin saber qué decisión te conviene tomar. O quizás hay días que te levantas inspirada y con ganas de comerte el mundo y, en cambio, hay otros en los que no le encuentras sentido a lo que haces y todo te parece una montaña.
Cualquiera de estos escenarios es normal. Ya que por el hecho de ser seres emocionales, vivimos muchísimas emociones y pensamientos a lo largo del día y eso es lo que nos hace reaccionar de una manera u otra.
En primer lugar te invito a tomar conciencia de cómo son tus pensamientos, qué es aquello que piensas de forma habitual. ¿Qué sueles decirte sobre ti, sobre el mundo, y sobre tus proyectos?
¿Son positivos? En el sentido que te sientes capaz de tirar de tus proyectos adelante, te sientes motivada, visualizas y tienes claro hacia dónde vas.
O por el contrario, ¿tienes pensamientos negativos? Dudas sobre tu propia capacidad para tirar adelante los proyectos en los que te encuentras, dudas de ti misma, sientes que no tienes los suficientes conocimientos, o que te faltan recursos o incluso financiación….
Sea como sea, es posible que te estés saboteando a ti misma.
Tu propia manera de pensar te está boicoteando, por lo que el principal obstáculo que te impide conseguir lo que quieres eres tú misma.
No es el entorno, ni la situación económica o cualquier persona de tu alrededor (aunque también pueda influir), sino que es tu propio auto-concepto quién te aleja de tus propios objetivos.
Es fácil culpar a los demás y encontrar excusas o justificaciones en las que apoyarnos, cuando en el fondo lo que hacemos es enmascarar que no tenemos el valor de perseguir nuestros sueños.
Si te resulta familiar la situación de tener dentro de tu cabeza una lucha interna, como si hablara un ángel o un demonio, o alguien fuerte y alguien débil a la vez…. Es momento de poder escuchar a estas distintas voces.
Necesitas comprender de dónde vienen, qué te están diciendo, qué miedos se esconden detrás, y qué les da fuerza a cada una de ellas.
Lo normal es que cuando te sientes inspirada y con ganas, estés conectada con tu sueño, con tus fortalezas, con aquella parte de motivación que quiere conseguir algo mayor a lo actual.
Y por el contrario, en las ocasiones en que dudas, seguramente habrás conectado con tu saboteador, aquella parte que valora lo conocido, que tiene miedo a la incertidumbre y a todo lo que puede venir (y que sueles verlo en negativo). Y lo que quiere esta parte de ti es cuidarte y protegerte.
Una vez tengas identificadas estas dos voces (a veces tan contradictorias), es el momento de dialogar con ellas y acordar una alianza.
Una manera de poder hacerlo es: Cuando escuches o te vengan ideas del tipo “no puedo”, “ahora no es el momento…” o cualquier otro mensaje que te desempodera di: “BASTA. Ahora pensar así no me conviene” e inicias un diálogo para que acalle esta parte de ti que alimenta al saboteador.
Gestionar tu diálogo interno es lo que te llevará a convertirte en la persona que quieres ser y tener éxito en lo que te propongas.
Según lo que te digas, vas a poder verte como una ganadora o una perdedora. El 100% de ello está dentro de tu cabeza y tienes la oportunidad de gestionarlo para hacer aflorar a la persona triunfadora, a la que es capaz de creer en sí misma y dar pasos hacia lo que quiere. Aunque en estos momentos no esté del todo definido.
¿Qué me dices? ¿Quién quieres ser? Todo el poder está en ti.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Seguramente llevas tiempo dándole vueltas a una (o varias) ideas. Algo en tu interior te pide a gritos un cambio… incluso todo el mundo a tu alrededor te dice continuamente: “Tienes que centrarte”. Sabes que hay algo que no funciona y no sabes muy bien por dónde empezar ese cambio que tanto anhelas. Estoy convencida de que, inconscientemente, llevas un tiempo boicoteándote. A ti, a tus ideas y a tus sueños.
Hoy te traigo a una coach a la que aprecio mucho: BEGOÑA CARTAGENA
Begoña es experta en gestión del cambio y autoliderazgo y va a acompañarme muy pronto en el Curso: Activa tu Brújula Interior, asesorándote y ayudándote si decides elegir el camino del cambio hacia una vida que realmente te llene (¡las próximas semanas te cuento más sobre el tema!).
En el post de hoy, Begoña te va a hablar precisamente de ese factor del que te hablaba al principio:
Te invito a que veas el vídeo, hagas el ejercicio que allí te enseña y leas después todo lo que ha escrito pensando especialmente en ti.
(Haz click aquí si no puedes ver el vídeo)
Es posible que te encuentres en una encrucijada, con varios caminos posibles y sin saber qué decisión te conviene tomar. O quizás hay días que te levantas inspirada y con ganas de comerte el mundo y, en cambio, hay otros en los que no le encuentras sentido a lo que haces y todo te parece una montaña.
Cualquiera de estos escenarios es normal. Ya que por el hecho de ser seres emocionales, vivimos muchísimas emociones y pensamientos a lo largo del día y eso es lo que nos hace reaccionar de una manera u otra.
En primer lugar te invito a tomar conciencia de cómo son tus pensamientos, qué es aquello que piensas de forma habitual. ¿Qué sueles decirte sobre ti, sobre el mundo, y sobre tus proyectos?
¿Son positivos? En el sentido que te sientes capaz de tirar de tus proyectos adelante, te sientes motivada, visualizas y tienes claro hacia dónde vas.
O por el contrario, ¿tienes pensamientos negativos? Dudas sobre tu propia capacidad para tirar adelante los proyectos en los que te encuentras, dudas de ti misma, sientes que no tienes los suficientes conocimientos, o que te faltan recursos o incluso financiación….
Sea como sea, es posible que te estés saboteando a ti misma.
Tu propia manera de pensar te está boicoteando, por lo que el principal obstáculo que te impide conseguir lo que quieres eres tú misma.
No es el entorno, ni la situación económica o cualquier persona de tu alrededor (aunque también pueda influir), sino que es tu propio auto-concepto quién te aleja de tus propios objetivos.
Es fácil culpar a los demás y encontrar excusas o justificaciones en las que apoyarnos, cuando en el fondo lo que hacemos es enmascarar que no tenemos el valor de perseguir nuestros sueños.
Si te resulta familiar la situación de tener dentro de tu cabeza una lucha interna, como si hablara un ángel o un demonio, o alguien fuerte y alguien débil a la vez…. Es momento de poder escuchar a estas distintas voces.
Necesitas comprender de dónde vienen, qué te están diciendo, qué miedos se esconden detrás, y qué les da fuerza a cada una de ellas.
Lo normal es que cuando te sientes inspirada y con ganas, estés conectada con tu sueño, con tus fortalezas, con aquella parte de motivación que quiere conseguir algo mayor a lo actual.
Y por el contrario, en las ocasiones en que dudas, seguramente habrás conectado con tu saboteador, aquella parte que valora lo conocido, que tiene miedo a la incertidumbre y a todo lo que puede venir (y que sueles verlo en negativo). Y lo que quiere esta parte de ti es cuidarte y protegerte.
Una vez tengas identificadas estas dos voces (a veces tan contradictorias), es el momento de dialogar con ellas y acordar una alianza.
Una manera de poder hacerlo es: Cuando escuches o te vengan ideas del tipo “no puedo”, “ahora no es el momento…” o cualquier otro mensaje que te desempodera di: “BASTA. Ahora pensar así no me conviene” e inicias un diálogo para que acalle esta parte de ti que alimenta al saboteador.
Gestionar tu diálogo interno es lo que te llevará a convertirte en la persona que quieres ser y tener éxito en lo que te propongas.
Según lo que te digas, vas a poder verte como una ganadora o una perdedora. El 100% de ello está dentro de tu cabeza y tienes la oportunidad de gestionarlo para hacer aflorar a la persona triunfadora, a la que es capaz de creer en sí misma y dar pasos hacia lo que quiere. Aunque en estos momentos no esté del todo definido.
¿Qué me dices? ¿Quién quieres ser? Todo el poder está en ti.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Hace unos pocos años la frase que más escuchaba a mi alrededor era: “Eva, tienes que centrarte”. Esa frase que tanto odiaba y que tan mal me hacía sentir.
Cada vez que alguien me la decía, pensaba: “Ya estamos otra vez con lo mismo. Si fuera tan fácil, ¿no lo habría hecho ya?… ¡Y eso cómo se hace!”.
Muchas veces no hacía falta ni que alguien dijera la frase. La podía leer en sus ojos cuando me preguntaban “en qué andaba metida ahora” y les hablaba de mi última pasión y todas las ideas que tenía para ese nuevo proyecto que tanto me ilusionaba en ese momento.
¿No te ha pasado alguna vez?
Tengo una amiga a la que no veía muy a menudo. Cada vez que hablábamos, me encontraba apasionada con algo nuevo y claro, imagino que no tiene que ser fácil de entender para un especialista nuestra forma de ser multiapasionada. Por aquel entonces yo tampoco tenía ni idea de lo que significaba ser multiapasionado (ni siquiera había escuchado nunca esa palabra), por lo que no podía darme cuenta que lo que me pasaba era algo totalmente normal y ligado a nuestra naturaleza inquieta y ávida de aprender.
Todo lo contrario. Me sentía mal, creía que algo no estaba funcionando del todo correcto en mi cabeza. Desde luego, mi actitud no era “lo normal” y lo que se esperaba de alguien (como yo). Dormía muy mal por las noches pensando qué podría hacer para cambiar las cosas, para no estar saltando de un proyecto a otro, qué podría hacer para centrarme y convertirme en una persona “normal”.
¿Por qué para otros es tan fácil y sin embargo para mí no? Todo el mundo encontraba su trabajo “ideal” a la primera, no se planteaban cambiar a algo mejor o buscar un trabajo que les hiciera sentir satisfechos. “El trabajo es trabajo”, les oía decir a algunos. Pero, en mi interior una rabia/inquietud que no se podía contener me llevaba a querer siempre algo mejor, algo que finalmente me hiciera feliz.
Me ilusionaba muchísimo con cada trabajo, me implicaba al máximo. Incluso hacía un montón de horas extras con mucho gusto, sin exigir nada a cambio. Encantada de la vida, vamos. Esa pasión y esa visión amplia de la que disponemos los multiapasionados, raro es el caso que se ve agradecida y valorada. Es más, muchas veces tenemos esa necesidad de estar siempre a disposición de los demás, de ayudarles, de mostrarles de todo lo que somos capaces (sin recibir nada a cambio). Porque desde luego, rara es la vez que se recibe algo a cambio.
Esa euforia inicial por ese nuevo trabajo, desaparecía lenta (o rápida)-mente al igual que pasaba con mis pasiones. Plof, de un plumazo, llegaba ese sentimiento de aburrimiento y de querer buscar otra cosa donde fuese feliz. La magia inicial había desaparecido y tras ella había llegado la realidad, había puesto los pies en el suelo y me decía una y otra vez: “¿Pero qué pinto yo aquí? ¿Me imagino haciendo esto el resto de mi vida?” ¡Por supuesto que no!
Y el bucle volvía a empezar: Buscar nuevo trabajo, estudiar algo nuevo, conseguirlo, ilusionarme, la magia desaparece…
Visto desde fuera, para alguien que se limita a ir a dónde sea, hacer sus 8 horas, recibir su paga a final de mes y pasarse el día hablando del trabajo de mierda que tiene, pues es difícil que llegue a entender como alguien puede estar luchando por conseguir un trabajo y un estilo de vida que realmente le haga feliz y vaya saltando de un trabajo a otro sin parar. Lo ven como algo reservado para unos pocos y tampoco se molestan en mover un dedo por mejorar su situación. Es normal que piense que los multiapasionados “tenemos que centrarnos”.
Para un multiapasionado, que se siente perdido en la vida y no sabe por dónde tirar, que se deja arrastrar por la energía y furia de todas sus pasiones (porque todavía no sabe cómo manejarlas), es normal que se sienta frustrado por haber invertido tanto tiempo, dinero y esfuerzo en algo y de pronto, sentirse atraído por otra área o tema de interés que nada tiene que ver con el anterior (y el anterior, y el anterior, y el anterior).
Si te encuentras en esta situación, estoy convencida de que esa ansiedad no te deja dormir tranquila. Puede que hayas llegado a un punto en el que llegues a sentir que eres una inmadura, que nada de lo que haces es relevante y que ha llegado el momento de crecer y centrarte en una sola cosa.
He estado durante mucho tiempo en la horma de tu zapato. He pasado por toda esa vorágine de sentimientos, he caído en un pozo del que pensaba que no iba a saber salir y me he pasado media vida de adulto soñando por conseguir esa “paz” que aparentemente todo el mundo a mi alrededor tenía.
En los últimos años he conseguido disfrutar de mis pasiones sin volver a sentirme perdida. He aprendido lo maravilloso que es ser multiapasionada. ¡Que no estoy sola ni soy ningún bicho raro! Que se puede luchar por tus sueños. Que cualquier persona multiapasionada puede centrar sus ideas y puede combinar sus pasiones para lograr ese estilo de vida que tanto tiempo su corazón llevaba pidiéndole a gritos.
Todo ese camino que he recorrido estos últimos años (y que te enseño en mi curso Activa tu Brújula Interior, por si te interesa echarle un vistazo), al principio fue algo aterrador. Atreverme a salir de mi caparazón y ser capaz de expresarle al mundo lo que de verdad quería ha valido la pena sin dudarlo. Poco a poco con el tiempo todo se ha vuelto más fácil y más natural y ahora siento que por fin he encontrado “el trabajo de mis sueños”, ese que he fabricado yo misma para poder vivir el estilo de vida que quiero, combinando mis pasiones de la mejor manera para que me ayude a conseguirlo.
Si te encuentras en la situación de la que te he hablado durante todo el post, tienes que darte cuenta que desarrollar tus pasiones y tu forma de ser tan solo puede amplificar tu impacto en el mundo y en todas las personas que te rodean, nunca disminuirlo.
No mates, escondas o encierres ese deseo de cambio que crece y crece en tu interior. Todo lo contrario, déjalo salir y deja que fluya. Súbete a su lomo, como si fuera un caballo un unicornio y aprende a disfrutar de todo aquello que te vaya enseñando por el camino.
¿Cuál es tu mayor sueño? ¿Poder combinar tu pasión por la repostería, la fotografía y el baile? ¿La agricultura ecológica, el marketing y la animación infantil? ¿La moda, los juegos de rol y tener tu propia tienda?
Cuéntamelo en tus comentarios: Cuáles son tus pasiones, qué sueños tienes, cómo estás manejando esta situación de que todo el mundo te diga que “tienes que centrarte”, cómo te sientes y qué te gustaría conseguir en el futuro.
Estoy deseando conocer tu historia.
* El Plazo para conseguir el Bundle termina el 18 de Diciembre de 2018.
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Si hay un tema en particular que sufrimos las personas MultiApasionadas de manera periódica, es el hecho de comenzar proyectos y no terminarlos nunca.
¡Qué levante la mano a quién le haya pasado alguna vez!
Si te pasa como a mí, seguro que lo has sufrido miles de veces. Es algo que puede atormentarte durante años hasta que aceptas que está en nuestra naturaleza. A mí era algo que me hacía sufrir (y mucho) hasta que descubrí que era MultiApasionada, ví que había mucha más gente como yo y que a todas nos pasaba lo mismo.
Descubrir este hecho me hizo, no sólo aceptarlo y darme cuenta que no es algo que pueda cambiar (está en mi forma de ser y sentir la vida), si no también aprender a disfrutarlo y buscarle el lado positivo. Si te estás preguntando: “¿Lo hay?”. Pues sí y te lo voy a contar a lo largo del post.
Sin embargo, creo que hay que distinguir entre varios tipos de abandonos para saber exactamente cómo afrontarlos y ver si realmente es algo a lo que se debe poner solución o no.
Éste es uno de los casos más típicos y está en nuestra naturaleza MultiApasionada (puedes descubrir cómo funciona el Ciclo de las Pasiones aquí si no lo has leído antes).
Comienzas una nueva pasión, quieres aprenderlo todo de ella y a veces, incluso te decides a comenzar algún proyecto relacionado con esa pasión. Pero, llegado ese momento en el que algo te dice por dentro: “Ya has aprendido todo lo que necesitabas saber”, tu mente te pide centrarte en algo nuevo y la ilusión con la que ese proyecto nació, se esfuma casi de la noche a la mañana.
¿Puedes hacer algo?
Pues tengo mis dudas. Creo que tenemos una forma de ser que nos hace necesitar de ese flujo continuo de aprendizaje para no sentirnos muertas. Realmente, todos estos procesos de apasionarte por algo, aprender y volver a empezar es el combustible que te mantiene viva y feliz.
Sí, ya sé que es un coñazo tener que estar saltando de un proyecto a otro cada cierto tiempo y que los demás nos miran como diciendo: “A ver con qué me viene ésta ahora…”. Pero, párate a pensar por un momento: ¿Preferirías ser como esas personas que se conforman con cualquier cosa y que no tienen ningún tipo de aliciente en sus vidas?
Por muy mal que nos podamos sentir por toda esta vorágine de sentimientos, creo que por esos momentos de pasión y felicidad ya todo vale la pena.
Y volviendo a la pregunta: ¿Se podría hacer algo para alargar ese momento de pérdida de ilusión?
Pues yo creo que sí. Lo primero, es que tienes que ser consciente que tarde o temprano va a llegar ese momento. ¡Está en tu naturaleza MultiApasionada! Mi recomendación es que comiences a cambiar el chip: Ya que es algo que llegará en algún momento, ¿por qué no disfrutar al máximo de todo este tiempo en el que sientas viva dentro de ti esa pasión?
Una vez comienzas a disfrutar de ese proyecto al máximo, puedes intentar combinar varias de tus pasiones para dar lugar a un proyecto totalmente distinto. Eso hará que vaya evolucionando y transformándose en algo que te puede hacer disfrutar durante un montón de años y alargar así, ese momento en el que la pasión pierda fuelle y el cuerpo te pida cambiar a otro proyecto.
Creo que aquí deberías preguntarte:
Ya hemos hablado muchas veces que una MultiApasionada no puede centrarse en un único proyecto. O dicho de otra manera, no tenemos una única pasión a la que vamos a poder dedicarnos para el resto de los días y que será la que nos hará felices para siempre.
Creo que la búsqueda de “tu talento”, “tu pasión”, “tu elemento”,… nos hace mucho daño. Y es algo que lees en tantos sitios y tanta gente a tu alrededor te lo repite, que llegas a pensar que tienes un problema. Escondido entre líneas está la mentalidad de que sólo puedes tener “un (único) talento” y tienes que mentalizarte que nuestra mente nunca funcionará así.
Podrás ordenar tus ideas para ir llevando a cabo proyectos que combinen todas tus pasiones, pero no intentes engañarte pensando que eligiendo sólo una de tus pasiones podrás por fin conseguir esa felicidad y calma que anhelas. Podrías serlo durante un tiempo, antes de sufrir el primer tipo de abandono que veíamos antes.
Muchas veces, el sentirte totalmente hipnotizada ante cada nueva idea o distracción que aparece como una estrella fugaz en el firmamento se debe a que estás sufriendo el “Síndrome del Objeto Brillante”. En este post de hace un tiempo te enseñé a aprender controlarlo.
Y otras veces, la fuente del problema será la misma que la del tercer tipo de abandono.
Este tipo de abandono lo sufrí hace unos tres años y fue el causante de verme sumergida en un pozo sin fondo del que pensaba que tardaría años en salir. Por fortuna, fue precisamente el causante de que comenzará a preguntarme qué había hecho hasta entonces y qué rumbo quería darle a mi vida. Y hoy no estarías leyendo estas líneas si no fuera por ese período de cambio por el que pasé.
Hace unos cinco años decidí lanzarme a la piscina con un proyecto. Me apasioné por el mundo de las bodas y decidí dejarlo todo para abrir mi propia empresa. Cometí un error muy grande. Bueno, la verdad es que cometí unos cuantos:
Aparte de los primeros errores (que son de libro y que están muy relacionados con los siguientes tipos de abandonos), éste último es una de esas cosas que, hasta que no empiezas a vivirlas, no sabes si realmente están alineadas o no con el estilo de vida que quieres conseguir.
Cuando no has respondido a estas preguntas, con mucho detalle (y tras meditarlas mucho), surge este tipo de abandono de proyectos.
También tiene otras causas:
Cuando todo esto sucede, tu cuerpo, tu mente y sobre todo tu corazón no hacen más que lanzarte señales de alerta. Sientes que algo falla, aunque al principio no identificas (o no quieres identificar) la causa, en el fondo sabes que ese proyecto es el problema.
Has creado una especie de vínculo emocional con él y piensas que, abandonarlo, puede suponer tirar por la borda todo el tiempo y esfuerzo que has dedicado ese proyecto. Te sientes culpable: Crees que te has equivocado, que has perdido el tiempo, que te estás defraudando e incluso que vas a defraudar a los demás si lo abandonas.
Eso te lleva a sentirte obligada a tener que continuar con él. Te dices a ti misma: “Voy a darle otra oportunidad, seguro que las cosas pueden cambiar, volver a ser como antes…”. Y aunque en el fondo sepas que no va a ser así, te obligas a seguir viviendo infelizmente durante un tiempo (¡incluso años!).
Lo único que estás haciendo es:
En esta vida hay algo muy importante para sentir que has encontrado ese foco que tanto tiempo llevas buscando: Y es que tus objetivos y todo lo que hagas, esté alineado con tus sueños.
Puede parecer muy fantasioso, pero cuando te dejas llevar por la vorágine del día a día y olvidas pararte a pensar si lo que estás haciendo te está conduciendo realmente al tipo de vida que quieres, pasan estas cosas.
Cuando deseas algo de verdad luchas contra viento y marea para llevarlo a cabo.
Quizás necesitas dedicar un poco más de esfuerzo a pensar en esos problemas que pueden surgir para prevenirlos y evitar que surjan y se lleven consigo toda tu energía. O quizás tampoco tienes muy claro los objetivos que quieres conseguir con este proyecto y por ello te resistes a planificar.
Por ello, párate a pensar: ¿Realmente deseas llevar a cabo este proyecto?
Y por último, algo muy relacionado con lo anterior. Cuando realmente quieres conseguir algo, ¿a qué haces lo que haga falta por encontrar tiempo para ponerte a ello?
Quizás comenzaste ese proyecto por compromiso con algo o alguien y ya no te llena como antes (o nunca te ha apasionado demasiado).
Entonces: ¿Para qué seguir atormentándote y sintiéndote culpable por no estar haciendo nada?
En definitiva, las principales causas de que abandones proyectos sin parar, se debe a que:
Tu vida cambia y quizás la meta por la que empezaste ese proyecto ya no te sirva porque ya no tienes las mismas prioridades que tenías al principio.
Por eso es tan importante parar, reflexionar y ver si debes cambiar el rumbo hacia otros proyectos y objetivos. Es algo que recalco mucho en mi curso Activa tu Brújula Interior, en el que enseño una metodología de trabajo (la que a mí me ha funcionado) y que te ayudará a centrarte, a aprender a decidir qué proyectos e ideas elegir y cuáles no, cómo prevenir y superar las piedras del camino y en definitiva, cómo dejar de abandonar todos los proyectos que empiezas.
E igual de importante que aprender a poner solución a las causas de estos abandonos, es aprender a agradecer todo lo que estos proyectos te han aportado en tu vida y las lecciones que te han enseñado. Así que si estás en ese momento de tu vida en el que algo por dentro te grita que necesitas cambiar de rumbo, no esperes que algo o alguien tome la decisión por ti. Sé fuerte, elige hacer aquellas cosas que realmente te hacen feliz y agradece todo lo que esa etapa te ha enseñado.
No hay nada más maravilloso que echar la vista atrás y sentirte orgullosa de todas esas decisiones que has ido tomando.
***
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Si hay un tema en particular que sufrimos las personas MultiApasionadas de manera periódica, es el hecho de comenzar proyectos y no terminarlos nunca.
¡Qué levante la mano a quién le haya pasado alguna vez!
Si te pasa como a mí, seguro que lo has sufrido miles de veces. Es algo que puede atormentarte durante años hasta que aceptas que está en nuestra naturaleza. A mí era algo que me hacía sufrir (y mucho) hasta que descubrí que era MultiApasionada, ví que había mucha más gente como yo y que a todas nos pasaba lo mismo.
Descubrir este hecho me hizo, no sólo aceptarlo y darme cuenta que no es algo que pueda cambiar (está en mi forma de ser y sentir la vida), si no también aprender a disfrutarlo y buscarle el lado positivo. Si te estás preguntando: “¿Lo hay?”. Pues sí y te lo voy a contar a lo largo del post.
Sin embargo, creo que hay que distinguir entre varios tipos de abandonos para saber exactamente cómo afrontarlos y ver si realmente es algo a lo que se debe poner solución o no.
Éste es uno de los casos más típicos y está en nuestra naturaleza MultiApasionada (puedes descubrir cómo funciona el Ciclo de las Pasiones aquí si no lo has leído antes).
Comienzas una nueva pasión, quieres aprenderlo todo de ella y a veces, incluso te decides a comenzar algún proyecto relacionado con esa pasión. Pero, llegado ese momento en el que algo te dice por dentro: “Ya has aprendido todo lo que necesitabas saber”, tu mente te pide centrarte en algo nuevo y la ilusión con la que ese proyecto nació, se esfuma casi de la noche a la mañana.
¿Puedes hacer algo?
Pues tengo mis dudas. Creo que tenemos una forma de ser que nos hace necesitar de ese flujo continuo de aprendizaje para no sentirnos muertas. Realmente, todos estos procesos de apasionarte por algo, aprender y volver a empezar es el combustible que te mantiene viva y feliz.
Sí, ya sé que es un coñazo tener que estar saltando de un proyecto a otro cada cierto tiempo y que los demás nos miran como diciendo: “A ver con qué me viene ésta ahora…”. Pero, párate a pensar por un momento: ¿Preferirías ser como esas personas que se conforman con cualquier cosa y que no tienen ningún tipo de aliciente en sus vidas?
Por muy mal que nos podamos sentir por toda esta vorágine de sentimientos, creo que por esos momentos de pasión y felicidad ya todo vale la pena.
Y volviendo a la pregunta: ¿Se podría hacer algo para alargar ese momento de pérdida de ilusión?
Pues yo creo que sí. Lo primero, es que tienes que ser consciente que tarde o temprano va a llegar ese momento. ¡Está en tu naturaleza MultiApasionada! Mi recomendación es que comiences a cambiar el chip: Ya que es algo que llegará en algún momento, ¿por qué no disfrutar al máximo de todo este tiempo en el que sientas viva dentro de ti esa pasión?
Una vez comienzas a disfrutar de ese proyecto al máximo, puedes intentar combinar varias de tus pasiones para dar lugar a un proyecto totalmente distinto. Eso hará que vaya evolucionando y transformándose en algo que te puede hacer disfrutar durante un montón de años y alargar así, ese momento en el que la pasión pierda fuelle y el cuerpo te pida cambiar a otro proyecto.
Creo que aquí deberías preguntarte:
Ya hemos hablado muchas veces que una MultiApasionada no puede centrarse en un único proyecto. O dicho de otra manera, no tenemos una única pasión a la que vamos a poder dedicarnos para el resto de los días y que será la que nos hará felices para siempre.
Creo que la búsqueda de “tu talento”, “tu pasión”, “tu elemento”,… nos hace mucho daño. Y es algo que lees en tantos sitios y tanta gente a tu alrededor te lo repite, que llegas a pensar que tienes un problema. Escondido entre líneas está la mentalidad de que sólo puedes tener “un (único) talento” y tienes que mentalizarte que nuestra mente nunca funcionará así.
Podrás ordenar tus ideas para ir llevando a cabo proyectos que combinen todas tus pasiones, pero no intentes engañarte pensando que eligiendo sólo una de tus pasiones podrás por fin conseguir esa felicidad y calma que anhelas. Podrías serlo durante un tiempo, antes de sufrir el primer tipo de abandono que veíamos antes.
Muchas veces, el sentirte totalmente hipnotizada ante cada nueva idea o distracción que aparece como una estrella fugaz en el firmamento se debe a que estás sufriendo el “Síndrome del Objeto Brillante”. En este post de hace un tiempo te enseñé a aprender controlarlo.
Y otras veces, la fuente del problema será la misma que la del tercer tipo de abandono.
Este tipo de abandono lo sufrí hace unos tres años y fue el causante de verme sumergida en un pozo sin fondo del que pensaba que tardaría años en salir. Por fortuna, fue precisamente el causante de que comenzará a preguntarme qué había hecho hasta entonces y qué rumbo quería darle a mi vida. Y hoy no estarías leyendo estas líneas si no fuera por ese período de cambio por el que pasé.
Hace unos cinco años decidí lanzarme a la piscina con un proyecto. Me apasioné por el mundo de las bodas y decidí dejarlo todo para abrir mi propia empresa. Cometí un error muy grande. Bueno, la verdad es que cometí unos cuantos:
Aparte de los primeros errores (que son de libro y que están muy relacionados con los siguientes tipos de abandonos), éste último es una de esas cosas que, hasta que no empiezas a vivirlas, no sabes si realmente están alineadas o no con el estilo de vida que quieres conseguir.
Cuando no has respondido a estas preguntas, con mucho detalle (y tras meditarlas mucho), surge este tipo de abandono de proyectos.
También tiene otras causas:
Cuando todo esto sucede, tu cuerpo, tu mente y sobre todo tu corazón no hacen más que lanzarte señales de alerta. Sientes que algo falla, aunque al principio no identificas (o no quieres identificar) la causa, en el fondo sabes que ese proyecto es el problema.
Has creado una especie de vínculo emocional con él y piensas que, abandonarlo, puede suponer tirar por la borda todo el tiempo y esfuerzo que has dedicado ese proyecto. Te sientes culpable: Crees que te has equivocado, que has perdido el tiempo, que te estás defraudando e incluso que vas a defraudar a los demás si lo abandonas.
Eso te lleva a sentirte obligada a tener que continuar con él. Te dices a ti misma: “Voy a darle otra oportunidad, seguro que las cosas pueden cambiar, volver a ser como antes…”. Y aunque en el fondo sepas que no va a ser así, te obligas a seguir viviendo infelizmente durante un tiempo (¡incluso años!).
Lo único que estás haciendo es:
En esta vida hay algo muy importante para sentir que has encontrado ese foco que tanto tiempo llevas buscando: Y es que tus objetivos y todo lo que hagas, esté alineado con tus sueños.
Puede parecer muy fantasioso, pero cuando te dejas llevar por la vorágine del día a día y olvidas pararte a pensar si lo que estás haciendo te está conduciendo realmente al tipo de vida que quieres, pasan estas cosas.
Cuando deseas algo de verdad luchas contra viento y marea para llevarlo a cabo.
Quizás necesitas dedicar un poco más de esfuerzo a pensar en esos problemas que pueden surgir para prevenirlos y evitar que surjan y se lleven consigo toda tu energía. O quizás tampoco tienes muy claro los objetivos que quieres conseguir con este proyecto y por ello te resistes a planificar.
Por ello, párate a pensar: ¿Realmente deseas llevar a cabo este proyecto?
Y por último, algo muy relacionado con lo anterior. Cuando realmente quieres conseguir algo, ¿a qué haces lo que haga falta por encontrar tiempo para ponerte a ello?
Quizás comenzaste ese proyecto por compromiso con algo o alguien y ya no te llena como antes (o nunca te ha apasionado demasiado).
Entonces: ¿Para qué seguir atormentándote y sintiéndote culpable por no estar haciendo nada?
En definitiva, las principales causas de que abandones proyectos sin parar, se debe a que:
Tu vida cambia y quizás la meta por la que empezaste ese proyecto ya no te sirva porque ya no tienes las mismas prioridades que tenías al principio.
Por eso es tan importante parar, reflexionar y ver si debes cambiar el rumbo hacia otros proyectos y objetivos. Es algo que recalco mucho en mi curso Activa tu Brújula Interior, en el que enseño una metodología de trabajo (la que a mí me ha funcionado) y que te ayudará a centrarte, a aprender a decidir qué proyectos e ideas elegir y cuáles no, cómo prevenir y superar las piedras del camino y en definitiva, cómo dejar de abandonar todos los proyectos que empiezas.
E igual de importante que aprender a poner solución a las causas de estos abandonos, es aprender a agradecer todo lo que estos proyectos te han aportado en tu vida y las lecciones que te han enseñado. Así que si estás en ese momento de tu vida en el que algo por dentro te grita que necesitas cambiar de rumbo, no esperes que algo o alguien tome la decisión por ti. Sé fuerte, elige hacer aquellas cosas que realmente te hacen feliz y agradece todo lo que esa etapa te ha enseñado.
No hay nada más maravilloso que echar la vista atrás y sentirte orgullosa de todas esas decisiones que has ido tomando.
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