Háblame de tu actitud ante cómo estás gestionando tu tiempo ahora mismo: ¿Crees que eres la víctima de una mala gestión del tiempo de otras personas? ¿Te gustaría poder tener más tiempo para hacer lo que realmente te gusta y estás agotada porque no paran de llegarte obligaciones y compromisos que no te dan tiempo ni para respirar?
Compañeros de trabajo o clase, tus jefes, la familia, los hijos, amigos… Cuántas veces al día te ves abrumada por la cantidad de tareas que se acumulan sin terminar y que no provienen de ti, si no de otras personas que te hacen cargar con la responsabilidad de sacar esa tarea adelante:
Se me podrían ocurrir mil y una situaciones en las que se van añadiendo cargas a tus listas de tareas que no puedes controlar. Como consecuencia: Hacen que no tengas tiempo para hacer ejercicio, hacen que salgas todos los días tarde del trabajo o hacen que no seas capaz de llegar a tiempo a todas partes.
¿Te suena familiar todo esto?
¿Y qué me dices de este tipo de actitud?
Aunque en ocasiones te encuentras con situaciones que están totalmente fuera de tu control (como ponerte mala, un accidente, un terremoto o que se te rompa el coche), la mayoría de las situaciones que te llevan a no tener el mando de la gestión de tu tiempo no están realmente fuera de tu control.
Si eres de las que tiendes a culpar a otras personas o hechos de tus problemas de productividad y gestión del tiempo, tu actitud negativa te ha convertido en una VÍCTIMA de la Gestión de tu Tiempo.
Quizás te sientas mejor a corto plazo porque has querido “liberarte” de la carga de la culpa por no llegar a todo (así parece que realmente estás haciendo todo lo posible por trabajar de la mejor manera). Sin embargo, interiormente sabes que no es así y a largo plazo este tipo de actitud te va a traer serias consecuencias que harán que no logres realmente nada de lo que te propongas.
Si realmente estás tan ocupada como te empeñas en recordarle a todo el mundo sin parar, ¿entonces como encuentras tiempo para perderlo en facebook, whastapp, hacer compras online o navegar por internet?
Sin embargo no te has parado a pensar en las CONSECUENCIAS que ello te están ocasionando:
Esto es como quién se endeuda utilizando tarjetas de crédito y culpa a los bancos por los escasos plazos para pagar las deudas y las altas comisiones que cobran, en lugar de aceptar que eran ellos mismos quienes tenían el poder de decidir dejar de comprar y gastar sin control. Lo mismo ocurre para las que le echan la culpa a que su casa esté echa una mierda al marido que no hace nada, a los hijos que manchan y no recogen después y al jefe que le hace quedarse siempre trabajando hasta tarde.
En la inmensa mayoría de los casos, tienes una capacidad mucho mayor de lo que crees en influir y solucionar estas situaciones.
El problema radica en cuando sólo te quejas y quejas cada día, esperando que algo cambie y la situación se solucione por sí sola (sin tú tener que mover ni siquiera un dedo). Sin darte cuenta que la única manera de poder salir de este rol de victima que te has adjudicado es comenzar a establecer tus propios límites y tomar las riendas del problema. Sólo aceptando que puedes y necesitas cambiar a una actitud positiva frente a como lo estás haciendo en estos momentos, estarás comenzando a dar los primeros pasos para conseguir romper con esa pasividad mental que has creado tú sola.
Ya sea en tu trabajo, en la familia, con los amigos y en tu vida en general, tener una mentalidad de víctima puede acarrearte una serie de potenciales problemas de los que no eres consciente (o que estás sufriendo y no entiendes muy bien porqué te ha tocado a ti):
La única forma de salir de este tipo de mentalidad de víctima es dejar de culpar a los demás, asumir la responsabilidad de tus actos, comprometerte a cambiar y comenzar a apropiarte de tu propio tiempo.
Te voy a enseñar cinco formas a través de las que puedes conseguirlo:
Las personas con este tipo de mentalidad suelen sentir placer cuando reciben atención o compasión como resultado de su desgracia. En otras ocasiones ocurre cuando se sienten “perversos” al mostrar la herida que le han causado otros y originar en la otra parte un sentimiento de culpa. Esta ganancia es realmente un hecho pasajero e irreal.
Si te sientes identificada con esta actitud y este papel de víctima en la mayor parte de los sucesos de tu día a día, tienes que darte cuenta que aceptar la responsabilidad del problema puede llegar a ser mucho más liberador de lo que imaginas. Incluso cuando piensas que es imposible que puedas hacer algo para solucionarlo o que tengas un mínimo de responsabilidad sobre ese tema.
Si todavía no terminas de tener claro si eres de las que sufres este papel de víctima, párate a observar como respondes cuando se te plantea la posibilidad de invertir tu tiempo en actividades no alineadas con tus prioridades (o pregunta a otras personas si te identifica con alguna de estas cuestiones):
Dejar de comportarse como una víctima. Dejar de reaccionar a todas las solicitudes, correos electrónicos, mensajes de whastapp, reuniones o eventos que se cruzan en tu camino y comienza a ser responsable de cómo pasas el día. Después de todo, la cantidad de tiempo que tienes disponible cada día, semana o mes es limitada. Nunca cambia (¡y es la misma para todos!). Lo importante es cómo gestionas todas esas horas y dejas de atender las infinitas demandas de atención del día a día.
Sin sentirte culpable por no hacerlo bien a la primera. Aprender a ser selectiva con todas esas cargas y demandas de atención requiere concentración, energía y práctica.
Comienza a comprender que eres tú la única que toma las decisiones sobre cuándo y cómo invertir tu tiempo. Hay ciertas situaciones que implican tener que dedicar más tiempo y atención para sacarlas adelante, como por ejemplo cuando se acerca la fecha límite de un lanzamiento, la presentación de impuestos, una auditoría, un examen o un viaje.
Lo que debes mentalizarte es que la sobrecarga de tiempo no tiene que ser la norma que lidere tu vida. No es culpa de los demás si tienes demasiadas cosas que hacer y no eres capaz de comunicárselas a nadie más. Recuerda que los demás no tienen el poder de leerte la mente. La única responsabilidad sobre esto es tuya.
Como persona, debes aceptar y reconocer tu derecho a hablar abierta y honestamente sobre tus necesidades, en lugar de esperar que sean los demás los que sepan automáticamente cuando estás sobrecargada de trabajo. Debes comenzar a asumir la responsabilidad de tu propia organización con respecto a la gestión de tu tiempo.
Olvida cómo te has comportado hasta ahora en ciertas situaciones o el tipo de respuesta o excusas que dabas a las personas que te rodeaban. Ahora tienes la oportunidad de hacer que el futuro sea diferente.
Comprométete a cambiar, a hacer algo al respecto y elige responder ante las obligaciones que te intenten imponer, en vez de simplemente sentarte a aceptar todo lo que te vaya entrando en tu día a día.
Si comienzas a sentarte a planificar cada semana es mucho más fácil poder hacer algo al respecto:
Según aseguran los psicólogos, para dejar de comportarte como una víctima no puedes dejarlo solo en tu fuerza de voluntad, si no que es importante que comiences a cambiar tu entorno para que no te distraiga de tu objetivo.
Por ejemplo:
Cometes más errores diciendo “sí” a todo que probablemente cualquier otro error que puedas hacer.
Empezar a establecer reglas y límites te ayudará a mantenerte firme y segura cuando los demás intenten cargarte tareas que realmente no quieres (ni debes) hacer.
Por ejemplo: Cuando trabajas en equipo en un proyecto o trabajo, los demás integrantes del grupo tienden a entregar su parte del trabajo en el último momento y terminas por sentirte responsable de revisarlo y terminar de prepararlo todo, para así no sentirte culpable por entregar un proyecto o trabajo de calidad.
En vez de actuar como hacías hasta ahora, con el papel de víctima quejándote de que los demás no piensan en ti, te cargan de un montón de trabajo extra y les da igual presentar algo de baja calidad, piensa qué límites y condiciones puedes establecer para que esto no vuelva a ocurrir, cómo acordar una fecha límite para poner en común todas las partes y que quién se retrase se encargue de hacer la presentación y unión del proyecto (todo bajo unos baremos de calidad que habréis pactado al inicio del trabajo).
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En Resumen:
Asume la responsabilidad sobre cómo estás invirtiendo tu tiempo y deja de desperdiciar tu energía culpando a los demás. Si comienzas a dirigir esa misma energía en encontrar una respuesta productiva ante las situaciones que se te plantean, conseguirás tener suficiente tiempo para poder hacer lo que realmente es más importante para ti.
Te animo a que le eches un vistazo también a mi post: 6 métodos para dejar de ser un quejica, que seguro te va a ayudar a cambiar tu actitud victimista por una actitud ganadora.
Cuéntame, ¿te ves identificada en el post de hoy?