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No seas tu peor enemigo. 6 Métodos para dejar de ser un Quejica

Hoy voy a hablarte de un problema que me lleva amargando la existencia desde hace algunos meses. Y es que, de un tiempo a esta parte, notó que me he vuelto más insegura y un poco (quizás bastante) quejica.

He decidido que ya vale, que debo corregir todo esto y por ello quiero compartir contigo las soluciones que he encontrado y cómo voy a afrontar este problema, por si te encuentras en el mismo caso y te pudiera ser de utilidad.

Antes de mi primer embarazo era una persona bastante segura. Me había costado mucho, mucho trabajo aprender a confiar en mí misma y comenzar a expresar abiertamente lo que pensaba y sentía. Así que me sentía muy orgullosa de cómo había evolucionado en cuestión de confianza. También tengo que contarte que era una persona muy muy independiente. Desde niña siempre he mantenido mi espacio y me ha gustado hacer las cosas a mi manera, siguiendo mi instinto y cómo yo quería.

El problema comenzó precisamente en la recta final del embarazo de los mellizos. Mi cabeza hervía en ebullición de ganas de hacer cosas, pero mi cuerpo ya no acompañaba, así que tuve que enfrentarme a algo que me originaba mucha frustración por aquel entonces: Pedir ayuda a los demás.

Me originaba frustración precisamente por lo que te comentaba antes. Sentía que era una manera de romper mi independencia. Tener que depender de otras personas para poder llevar a cabo lo que necesitaba hacer, pues no es algo que me gustase en absoluto. Unido al hecho de que no sabía (ni sé todavía) expresarme para que las cosas se hicieran cómo estaban en mi cabeza (esto es algo que trabajaré los próximos meses y compartiré contigo en el blog), pues supuso toda una bomba de relojería en mi interior que explotó, como no, tras el nacimiento de mis primeros peques con toda la revolución hormonal tras el parto.

Con el paso de los meses comencé a darme cuenta que no terminaba de expresar mis sentimientos como debiera hacerlo. Me sentía culpable porque no quería que mi familia me viese como a una mandona, todo el día “necesito esto” o “¿podrías ayudarme con esto otro…?” y tampoco quería herir sus sentimientos cuando esa ayuda no era lo que quería o necesitaba.

La cosa es que la unión de todos estos hechos ha supuesto que mi confianza se haya mermado bastante. Es como si hubiera dado un paso atrás en todo el trabajo realizado los últimos años y me he vuelto un poco victimista. Fíjate la gravedad que hasta hay veces que tartamudeo un poco, como si tuviera la lengua de trapo, creo que resultado de esa inseguridad. Así que he decidido coger el toro por los cuernos y comenzar a trabajar para remediar esta situación.

Mi primer paso va a ser aprender a dejar de ser una quejica. Y es que el “pero” se ha instaurado en mi cabeza y en todo lo que digo. Llevo un tiempo que a todo lo que digo le añado la coletilla del “pero…….”, y no me gusta nada. Quiero recuperar esa positividad que tenía hace unos meses.

¿Tú también te quejas últimamente demasiado? ¿Abusas del “pero” o alguno de sus sinónimos?

  • Pero…
  • Sin embargo…
  • No obstante…
  • Aunque…

Al final es todo lo mismo. QUEJARSE.

Quizás lo hagas de manera inconsciente o quizás no te hayas parado a pensar en ello.

[sf_icon image=”fa-question-circle-o” character=”” size=”small” cont=”no” float=”none” color=”#dfa0aa”] ¿Te atreverías a preguntarle a otras personas si creen que tiendes a expresarte de manera negativa?

CÓMO DEJAR DE SER UN QUEJICA

Lo primero de todo, voy a compartir contigo 9 razones por las que deberías dejar de quejarte. Las he encontrado en el blog de El Teu Espai y no tienen desperdicio:

  • Hace que las cosas se vean peor de lo que son.
  • Corres el riesgo de que se convierta en un hábito.
  • Acabas teniendo lo que enfocas.
  • Conduce a los demás a la queja (¡ojo con ésta!).
  • Genera sensación de indefensión.
  • La queja mata a la innovación.
  • Atrae a gente negativa.
  • Crea relaciones insanas.
  • La queja y el pesimismo son dos caras de la misma moneda.

Yo quiero huir por completo de todas estas consecuencias de estar todo el día lamentándome de las cosas. ¡Seguro que tú también!. Y sobre todo, ten muy en cuenta dos cosas:

  • ¿Quieres ser más positivo y ver el mundo desde un prisma nuevo? Rodéate de personas positivas y alegres.
  • Ahora párate a pensar: Si tú misma te has convertido en una persona negativa… ¡La gente está huyendo de ti!

Así que vamos a ponerle solución los dos juntos. Éstas son algunas de las ideas que he encontrado para combatir y solucionar esta forma de pensar y hablar:

1. PLAN 21 DÍAS SIN QUEJAS – MÉTODO DE LA PULSERA

El plan se basa en la adquisición de hábitos y en el tiempo que tardan en implantarse en uno mismo. Como herramienta de ayuda se utiliza una pulsera que se va cambiando de mano cada vez que emites una queja o cualquier tipo de crítica, lamento, chismorreo o similar.

Según he leído por internet, con este método suele tardarse una media de 5 meses en dejar atrás las quejas (teniendo en cuenta que los últimos estudios revelan que para adquirir un hábito realmente se necesitan 66 días y no 21 como se pensaba antiguamente, tampoco me parece mucho tiempo).

Lo importante de este método es que el cambio de pulsera ha de realizarse cuando se expresa la queja. Es decir, puedes pensarla pero al final no terminar diciéndola. En este caso, no cambiarías la pulsera de mano.

Tras unas tres semanas eliminando las quejas de tus conversaciones, vas a comenzar a eliminar también las quejas de tu subconsciente y pensamiento. Y la mezcla de ambas, será lo que te llevará realmente a adquirir ese nuevo hábito y, como añadido, todos los que lo han probado dicen que terminas siendo más feliz. ¡Así que parece buena idea!

Si te llama el método, he encontrado una pulsera española que destina todo lo recaudado al proyecto Rose Project contra el cáncer. Se llama: #NoMásQuejas y la puedes encontrar aquí: porunpaissinquejas.com

Yo me he comprado ésta que te he dicho. Hay una morada que la vende el que ideó esto de la pulsera. También puedes utilizar cualquier pulsera o incluso hacerte tú una, pero puestos a comprar, personalmente prefiero gastarme el dinero en una que colabore en proyectos sociales relacionados con el cáncer. Así que he optado por esta opción.

2. RECONOCER QUE TÚ NO ERES ASÍ

Cómo nos contaba Begoña Cartagena hace unas semanas, simplemente por el hecho de creer que te has vuelto un quejica te estás auto-boicoteando e impidiéndote cambiar. Así que unido a lo anterior, al hecho de adquirir el hábito de pararte a pensar antes de hablar y comenzar a eliminar la queja de tu boca, hay que trabajar también en eliminar esa creencia que te lleva a ver tu vida con un prisma negativo.

He encontrado esta frase que me ha gustado mucho:

“Reconozco estos pensamientos negativos que cruzan por mi mente, pero ésta no soy yo. Este negativismo no forma parte de mi ser”.

Voy a imprimirla y ponerla dónde pueda verla a menudo.

3. ASUMIR LA RESPONSABILIDAD

De que aquello que estás viviendo y eres, es porque tú lo has creado. Y, por tanto, tú eres la única persona que tiene el verdadero poder de cambiarlo y mejorarlo.

En la misma página de Desarrollo Personal aparecen estas cuestiones sobre las que cada uno puede reflexionar:

  • Mis condiciones actuales, yo las creé, yo las puedo cambiar.
  • Si no soy feliz, es porque estoy creando infelicidad yo mismo.

Muchas veces puede deberse a una falta de asertividad, que es la forma de contarle al resto cuáles son tus necesidades y cómo las puedes satisfacer. (Aquí me he visto muy identificada, es justo lo que te comentaba al principio).

4. DETECTA EN QUÉ ÁREAS TE QUEJAS

Esto es algo en lo que no me había parado a pensar y me parece muy interesante: ¿Hay algún área en el que te estés quejando especialmente?

Quizás no sea algo tan generalizado como parezca en un principio y tengas la solución al alcance de tu mano (y ni te estás dando cuenta).

Una manera de descubrirlo, es tener un papel cerca en el que poder ir añadiendo una cruz o raya cada vez que critiques, te lamentes o te quejes de algo (también sería interesarte decirle a alguien en quien confíes mucho que te ayude en esta labor para detectar aquellas quejas de las que no eres consciente).

5. TRANSFORMA LAS QUEJAS EN SOLUCIONES/ALGO POSITIVO

Otra solución muy interesante también. Si eres de las que te quejas por cómo funciona tal cosa o de que alguien hace tal otra o que tu jefe se porta fatal contigo o tu pareja no termina de decirte lo que te quiere todo lo que te gustaría, párate a pensar: ¿Qué podrías hacer tú para solucionar este hecho que tanto te molesta?

Porque como veíamos en el punto 3, la mayor parte de todas estas situaciones las estás creando tú misma (seguramente de manera inconsciente).

También puedes comenzar a trabajar el hábito de, en cuanto detectes que va a salir una queja de tu boca, darle la vuelta a la tortilla e intentar transformarla en algo positivo.

Por ejemplo:

  • “Odio pasarme la tarde entera en el parque con los críos”
  • Puedes transformarla en: “Me encanta disfrutar de un ratito a solas con los peques y respirar un poco de aire fresco”.

Otro ejemplo:

  • “Otra vez comida en casa de mis suegros”.
  • Puedes transformarla en: “Estoy feliz por ver cómo mi pareja se alegra tanto de comer con la familia”.

Y otro más:

  • “Vaya m**** de coche tengo”.
  • Puedes transformarla en: “Tener la libertad de ir dónde quiera sin depender del transporte público, ¡es lo mejor del mundo!”.

6. CAMBIA EL “PERO” POR “Y”

Esto es algo que salió como resultado de un estudio de Bernard Roth, de la universidad de Stamford (el autor del libro: “El hábito del logro. Alcanza tu máximo potencial y toma el control de tu vida”) y que he estado intentando realizar desde hace unos meses cuando escribo en el post o redes sociales. La fórmula es tan fácil como sustituir el “pero” (y derivados) al que es tan fácil recurrir por “y”.

El truco está en que claro, la frase ya no queda igual y es como si te obligará a darle una vuelta de tuerca a ese “problema” que estabas haciendo aparecer con el “pero”. Y es que al usar el “y”, es como si tuvieras que buscar una solución y decir lo mismo, de otra manera y con un punto de vista más positivo.

Por ejemplo:

  • Quiero leer este libro, pero tengo demasiadas cosas que hacer. vs
  • Quiero leer este libro y tengo demasiadas cosas que hacer.

Otro ejemplo:

  • Quiero ir a Canarias pero tengo miedo a volar. vs
  • Quiero ir a Canarias y tengo miedo a volar.

Lee estas dos frases varias veces y observa cómo te hacen sentir. La primera versión, con el “pero”, tiene una connotación negativa y mentalmente te hace sentir que es casi imposible conseguir lo que hay delante del “pero” (leer ese libro o ir a Canarias).

Sin embargo, al variar la frase y sustituir el “pero” por el “y”, la situación cambia. Lo que antes te impedía avanzar, ahora te abre a la posibilidad de solucionar cada una de las dos partes de la frase por separado. El tener demasiadas cosas que hacer ya no te está implicando la imposibilidad de leer ese libro. Y el miedo a volar, ya no te impide ir a Canarias. Simplemente es un hecho, al que puedes buscar una solución (como por ejemplo, tomar una pastilla para dormir durante el vuelo y no enterarte de nada).

¡Pruébalo porque te va a encantar!

EN RESUMEN

El haberse convertido en una persona quejica es algo que se puede revertir con un poco de esfuerzo y trabajo. En el post de hoy he querido mostrarte varias soluciones al problema que he encontrado. Desde cambiar el hábito y comenzar a ser consciente de la cantidad de veces que abusas de la queja o la crítica en tu día a día, pasando por reconocer que tú no eres esa persona negativa en la que te has convertido y asumir la responsabilidad de que eres tú misma la que poco a poco te ha llevado a esa situación, hasta comenzar a realizar un cambio tan pequeño como eliminar la palabra “pero” de tu vocabulario y sustituirla por la “y”.

Pequeños pasitos diarios que te ayudarán a transformarte en una persona más positiva y menos quejica. Yo voy a comenzar por ayudarme de la pulsera para adquirir este nuevo hábito (y además ayudo a una asociación contra el cáncer).

¿Te unes a mí?

#NoMásQuejas

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