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Ayuda, ¡estoy bloqueada! – No sé lo que quiero hacer con mi vida

Hace un par de años me encontré con uno de los periodos más negros de mi vida. El problema: No sabía quién era yo y no sabía qué quería hacer con mi vida.

Siempre he tenido las cosas muy claras. Siempre he tenido una especie de intuición que me mostraba el camino que debía tomar en cada etapa de mi vida: qué carrera elegir, hacia dónde dirigir mis esfuerzos laborales, quién me convenía y quién no, si debía buscar un trabajo mejor, qué tipo de negocio funcionaría para mí, …

Todo ha estado siempre muy claro. Sentía algo por dentro que me hacía vibrar si era la decisión correcta a tomar o sentía una especie de alarma que me avisaba que algo fallaba por ese otro camino.

Como te contaba al principio, todo ha estado siempre muy claro hasta hace un par de años. Momento en el que, coincidiendo con la llegada de los 30, me hice las siguientes preguntas:

¿Quién soy realmente? ¿Es así como quiero que sea mi vida? ¿Qué quiero realmente?

Pum. Una cortina negra bajó de pronto delante de mí: El gran bloqueo.

Ya te he contado en anteriores ocasiones que no es una sensación nada agradable. Sin embargo, mirándola desde la perspectiva tiempo después pienso que es una fase por la que debemos pasar todos, al menos una vez en nuestra vida. Estoy convencida que llegarán más fases como ésta. Sin embargo, tengo la esperanza que el tiempo vaya brindándome la experiencia para conseguir que sean cada vez más cortas.

Estar en esa fase en la que no tienes ni la más remota idea de qué quieres hacer con tu vida es una sensación ¡tan paralizante!… Te sientes perdida, tu autoestima se desploma, no te sientes a gusto con nada, todo te sabe a poco, te vuelves insegura. Y lo peor es cuando ves que la gente de tu alrededor tiene tan claras las cosas, avanzan, logran sus metas… Eso puede ayudarte a darte energía para seguir adelante o todo lo contrario, hundirte más y más aún. Cómo si alguien te estuviera empujando dentro de un pozo sin fondo y no te dejase subir a la superficie. Sientes que la luz cada vez queda más y más lejos. No hay salida. No hay esperanza para ti.

Sin embargo, he de decirte que SÍ la hay.

Es sólo que el proceso es largo. Muy largo. Puede durar meses o años. Mentalízate que va a suponer un gran esfuerzo, pero la recompensa final bien valdrá la pena.

PRIMER PASO

Hay dos cosas que me ayudaron a comenzar a trepar por el oscuro pozo en el que me había sumido:

La primera, ser consciente que mientras siguiese haciendo lo mismo no conseguiría resultados diferentes.

Es decir: si no cambiaba el hecho de estar lamentándome todos los días por no saber lo que quería, nunca sabría que quería hacer realmente en mi vida. Si no comenzaba a hacer algo, en vez de estar llenando mi vida de cursos y libros que nunca terminaba ni llevaba a la práctica, nunca sabría de lo que soy capaz. Si no comenzaba a relacionarme con gente nueva, no podría ampliar mi campo de visión. Si no dejaba de soñar y pasar el tiempo mirando fotos y fotos en pinterest, y me ponía a llevar a cabo algún proyecto, nunca haría realidad esos sueños ni sabría de lo que puedo llegar a ser capaz.

Toda esta suma de pequeños detalles y hábitos que había ido adquiriendo durante esos meses de frustración, se habían convertido en un gran lastre que me impedía subir por el pozo. Se habían convertido en la mano que me empujaba cada vez más hacia el fondo.

Te diré que no hace falta hacer grandes cambios. Muchas veces es necesario, sí, pero tienes que tener cuidado con escoger el camino fácil y huir de tus problemas sin haberlos solucionado, porque entonces lo único que conseguirás es que te persigan allá donde quiera que huyas vayas.

Mis pequeños cambios fueron tan tontos como estos:

  • En los paseos que daba cada día, comencé a elegir uno distinto cada día. Me obligué a mí misma a no repetir ninguno.
  • Los sábados por la mañana madrugaba y los dedicaba a hacer fotos a Lúa. Cada sábado experimentaba con una cosa nueva: unos fotografiaba los detalles, otro mientras jugaba, otro mientras corría, otro mientras estaba quieta, otro me concentraba en los árboles, otro en las flores, otro en los insectos, …
  • Conocí gente nueva: me apunté a algún taller presencial. También me atreví a conocer a compañeras de algún curso online que había hecho recientemente. Todo ello me ayudó a ver que no estaba sola, que tenía sueños, que podía compartirlos y qué no había nada de malo en ello.
  • Comencé a decir lo que pensaba, sin sentirme mal por ello.
  • Comencé a establecer un horario y a planificar a unos días vista.

Más o menos el orden fue ese.

Estos primeros fueron unidos a un proceso mucho más profundo: Descubrir quién era yo realmente.

Sin duda, creo que si no hubiera combinado estas dos cosas aún podría estar intentando salir del pozo: Hacer algo diferente cada día y aprender a conocerme.

Sin ese viaje interior seguiría sintiéndome culpable por las cosas que digo, por no seguir la corriente, por ser quien soy.

Y lo mismo te pasará a ti. Si no sabes, descubres, aceptas y disfrutas de quién eres realmente, haya donde huyas vayas tus fantasmas te perseguirán.

[Tweet “Si no descubres y aceptas quién eres realmente, haya donde vayas tus fantasmas te perseguirán.”]

¿Qué me ayudó a mí? Te he hablado muchas veces de ello: Sin dudarlo, El Diario de OyeDeb.

Escribir e ir desvelando todo lo que había permanecido escondido tantos años me ayudó a entender porqué actuaba de una determinada manera u otra, quién era importante para mí, cuáles eran mis puntos fuertes, de qué debía sentirme orgullosa y qué debía mejorar.

Sin duda es lo que más me ayudó a darme alas y salir de esa oscura fase que estaba atravesando.

Perder el miedo a escribir, a enfrentarte contigo misma, a abrir la caja de Pandora. Oh, sí. Tienes que abrirla para curar las heridas más profundas. Duele, pero lo dicho, sales muy fortalecida.

SEGUNDO PASO

Una vez que las tinieblas comenzaron a despejarse, sentía que volvía a estar motivada. No significa que ya tuviese claro lo que quería hacer con mi vida, sin embargo, a través de lo realizado en el primer paso (paso que duró varios meses), comencé a tener claro lo que NO quería hacer.

Llegado a este punto creo que puedes estar lo suficientemente motivada como para comenzar a dejar atrás la holgazanería y la pereza: Es el momento de comenzar a marcarte pequeñas metas.

Pequeños pasos que te van a ir ayudando a despejar aún más tu camino. Puedes optar por ir probando alguna pequeña idea de las que te aparecen en esta fase por la cabeza, a ir desarrollando algún proyecto que tenías aparcado hasta ahora, terminar alguna otra cosa que dejaste pendiente en su día, …

Pequeñas opciones. Sin prisa, no la hay. Ahora toca disfrutar de esta pequeña aventura que comienza.

Es el momento del prueba-error-prueba-acierto.

Si no se te ocurre nada, puedes probar a realizar el ejercicio de la Rueda de la Vida.

Y/o también puedes probar a decidir 3 objetivos a corto plazo: ¿Qué 3 cosas podrías hacer para mejor tu vida en estos momentos?

TERCER PASO

Una vez vas teniendo más claro qué te funciona y qué no. Con qué o quién estás a gusto, y con qué y quién no. Qué te hace vibrar y qué no, … es el momento de establecer un horario.

Es el momento de comenzar a planificar, de comenzar a organizarte, a sacar tiempo para hacer todo lo que comienza a cocerse en tu mente. A mí me fue muy bien comenzar con el Reto Zen to Done. Me ayudó a ir adquiriendo el hábito de planificar poco a poco, sin agobios, sin prisas, disfrutando del camino.

Lo importante para no rendirte y volver al lado oscuro: una vez tomes una decisión, comprométete a cumplirla.

Compromiso. Es muy importante en cualquier etapa del camino. Aunque sea un camino más duro de lo que habías imaginado, mantén tu compromiso, reduce el ritmo, aprende de las piedras que te vayas encontrando. Y si abandonas, oblígate a volver lo antes posible.

RESUMEN

La suma de todos estos pasos es lo que te llevará, algún día, a tener claro el camino a escoger.

Así que, si estás en esta fase de la vida en la que no tienes nada claro qué quieres hacer con tu vida, comienza por pequeños (o grandes) cambios que te ayuden a ampliar tu mira y tu horizonte. Es muy importante que introduzcas variables que desestabilicen el estado de vagueza, desasosiego, frustración y desmotivación en el que estás sumida. Si no comienzas a hacer algo diferente, no esperes que aparezca tu hada madrina y te muestre el camino a tomar con un toque de su varita mágica.

Los cambios requieren su tiempo y desbloquearse no es tarea fácil.

Igual de importante es saber quién eres. Si no te conoces y te aceptas tal y como eres, no esperes que el mundo lo haga por ti. Comenzar a escribir cada día, a plasmar en papel lo que piensas realmente, a indagar en tu pasado, investigar porqué te comportas de una manera o de otra, comenzar a ser consciente de tus puntos fuertes y sentirte orgullosa de ellos. Sin pasar por este proceso, siempre llegará un momento en el que algo hará tambalear tu vida y te volverás a hundir.

El conocimiento interior y el comenzar a introducir cambios en tu vida será lo que comience a devolverte la luz que se había apagado en ti. Y, una vez comienza a llegar y una vez comienzas a sentir un pequeño cosquilleo en el estómago, llega el momento de comenzar a dar pequeños pasos que te ayuden a poner en marcha la maquinaria. Pequeños pasos que te ayuden a mejorar tu vida, a terminar lo ya empezado, a seguir descubriendo nuevas facetas que desconocías hasta ahora.

Focalizarte en esos pequeños objetivos te ayudará a mantener la motivación por conseguir algo y necesitarás comenzar a planificarte correctamente, el último paso para salir del pozo y el primer paso para comenzar a conseguir lo que te vayas proponiendo.

Esta ha sido mi historia los últimos meses.

¿Cómo está siendo la tuya? ¿Cómo lograste salir del pozo? ¿En qué fase te encuentras ahora? ¿Llevas tiempo bloqueada por este problema?

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