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¿Sobrepasada por mil tareas pendientes? Soluciónalo en 4 sencillos pasos

  • ¿Tu lista de tareas pendientes no deja de crecer?
  • ¿Tienes demasiados proyectos entre manos y te sientes totalmente sobrepasada por la situación?
  • ¿Has llegado a tal punto que estás bloqueada, sientes que no avanzas realmente en ninguno de tus objetivos?
  • ¿Has tenido que abandonar alguno de tus objetivos por falta de tiempo?

Uno de los trucos de los que te he hablado muchas veces en el blog es que es de vital importancia mantenerte centrada en un único objetivo antes de ponerte con uno nuevo. Y si tienes diversos proyectos entre manos de distintas áreas, la regla siempre es que el máximo de objetivos sea 3.

Sin embargo, en el día a día muchas veces es muy difícil llevar a cabo esta regla. La casa, el trabajo, los niños, los compromisos que vas adquiriendo cada día… Un montón de cosas se van acumulando e inevitablemente, cuando te das cuenta de la situación estás rodeada de listas de tareas pendientes monstruosas que han bloqueado cualquier posibilidad de retomar las riendas de tu vida.

Llegada a este punto, te sientes vulnerable y totalmente saturada. Tienes tantísimas cosas en la cabeza que te es imposible ver más allá del momento actual. Planificar a futuro se vuelve una absoluta pesadilla, ya que con sólo pensar en ello un segundo te vienen a la cabeza las trescientasmil tareas que “tienes que” hacer y todo termina tornándose negro mientras sueñas con volver a convertirte en un ser humano normal.

Así que para no sentirte mal “por no estar haciendo todas esas tareas pendientes ahora mismo”, terminas eligiendo la opción más fácil: Mirar para otro lado e ir haciendo las cosas conforme te vengan (sea o no lo más importante que deberías estar haciendo en ese momento). Es decir, terminas centrándote en las cosas urgentes “que te van golpeando” en vez de en las cosas más importantes que te pueden ayudar a avanzar realmente en tus objetivos y proyectos.

Y es que, cuando entras en el bucle de hacer sólo las cosas urgentes es muy difícil salir de él porque significa que has perdido el control por completo. Ya no eres la dueña de tu tiempo, es tu lista de tareas la que te controla a ti.

¿Cómo evitar llegar a esta situación?

Seguramente si piensas en todos estos momentos en los que te has encontrado totalmente sobrepasada y fuera de control hay una serie de factores comunes que ocurren justo antes de llegar a esta situación.

Es imprescindible que medites sobre ello, repases los días y semanas previas a estos momentos y anotes en un cuaderno todas estas señales de advertencia para poder ponerle remedio la próxima vez que la catástrofe anuncie con aparecer en escena.

Estas señales pueden ser algo físico y mental o algo externo a ti. Por ejemplo, yo me he dado cuenta que en los momentos en los que estoy muy estresada suelo pretar la lengua contra los dientes y las mandíbulas mientras duermo. Hoy en día, cuando detecto estas señales es síntoma de que no estoy yendo por el buen camino y debo parar y recapacitar sobre lo que estoy haciendo.

Las señales también pueden ser externas. Como dejar que los papeles se vayan acumulando en la mesa, o que el montoncito de ropa sin recoger en tu habitación se haya convertido en una montaña, o que estés continuamente olvidándote de todo lo que tenías que hacer.

Todos tenemos nuestras propias señales, por lo que antes de continuar te invito a que medites sobre cuáles son las tuyas y las anotes en algún sitio al que puedas acudir siempre que necesites refrescarlas o actualizarlas.

Si te has dado cuenta que estás apunto de sobrepasar tu límite o actualmente ya lo has hecho y sientes que has perdido por completo el control, hay varias cosas que puedes hacer para reducir la presión y comenzar a corregir poco a poco el rumbo que habías tomado.

4 SENCILLOS PASOS PARA SALIR DE LA CRISIS CUANDO TIENES MILES DE TAREAS PENDIENTES

 

1. PARARLO TODO, RESPIRAR Y DESCANSAR

Como te contaba al principio, cuando todo está fuera de control terminas sintiéndote totalmente vulnerable. Eso puede hacerte perder los nervios con facilidad y estar más sensible a cualquier estímulo externo. Y ya sabes lo que eso puede significar: Explotar y/o echarte a llorar ante la mínima tontería.

Lo peor de ello es que esa vorágine de emociones casi siempre suele ocurrir en el peor momento y lugar posible y con la persona menos indicada. Todo ello conlleva además una pérdida de respeto por nuestro comportamiento tan poco racional.

Por eso es de vital importancia que conozcas al 100% todas tus señales de advertencia para poder anticiparte a ello.

Si detectas que estás a punto de sufrir una crisis, lo mejor es que te “refugies” en un lugar tranquilo durante un tiempo (15 minutos al menos sería lo recomendable). Concéntrate tan solo en lo siguiente: Respira lento y profundamente y mantén el aire durante 2 segundos antes de expulsarlo.

Repite este ejercicio al menos 10 veces durante los siguientes minutos. Sin prisa. Ésta sería una solución “express” ante momentos de crisis puntuales.

Algo que te ayudará a controlar esa respiración lenta y calmada será poner una mano en el estómago (cerca del diafragma) y otra en tu pecho y realizar una respiración diafragmática.

Si nunca has hecho una respiración diafragmática, aquí te dejo un vídeo dónde aparece explicado cómo hacerla. Te aconsejo que la practiques previamente para que, llegado el momento, puedas aplicarla y recuperar el control lo antes posible:

Gracias a este tipo de respiración irás notando como la tensión sale lentamente del cuerpo y te vas relajando poco a poco.

Si lo que quieres es conseguir unos resultados más amplios y comenzar a tomar el control completo de tu vida, mi recomendación es que pares al menos durante un par de días.

Durante este tiempo vas a concentrarte en  actividades que no estén relacionadas con todo eso que te abruma. Tómate unas mini-vacaciones si ves que lo necesitas para desconectar por completo. Esconde el móvil, el ordenador y la tele y de todo aquello que pueda anclarte o recordarte a tus listas de tareas pendientes.

Este mini-retiro (que puedes ampliar todo lo que estimes oportuno), te ayudará a relajar la mente, a tomar perspectiva de la situación y a recolocar prioridades.

2. VACIADO MENTAL

Para mí es la herramienta estrella ante cualquier situación en la que te puedas sentir agobiada. Puedes aplicarla sin necesidad de esperar a llegar a ese momento de crisis.

El ejercicio consiste en realizar un vaciado mental de todo lo que llevas en la cabeza: tareas pendientes, recordatorios, ideas, etc.

Busca ese momento en el que puedas sentarte tranquilamente. Asegúrate que nada te distrae o molesta durante este cometido. Coge (mucho) papel y boli y suelta todo lo que tengas en la cabeza. No trates de organizarlo, simplemente déjate llevar y escribe todo lo que te venga a la mente.

Intenta no asustarte cuando termines el ejercicio y mírale el lado positivo: Ahora tendrás una visión general de todas esas tareas pendientes y será mucho más fácil trabajar en ellas que cuando sólo las tenías en la cabeza o desperdigadas por mil post-it o notas.

3. CATEGORIZA, DELEGA Y PRIORIZA LAS TAREAS PENDIENTES

Una vez tienes todas las tareas por escrito, ha llegado el momento de trabajar en ellas. Mi recomendación es que trabajes en el siguiente orden:

  1. Clasifica todas las tareas: Por tipo, por proyecto, las personales, del trabajo,…
  2. Elimina de tus listas todas aquellas tareas que parecían importantes en su día y en tu cabeza, pero ya no representan nada para ti.
  3. Deshazte de todos los compromisos que has ido adquiriendo y que no están alineados con el estilo de vida que quieres conseguir.
  4. ¿Cuántas de las tareas restantes puedes delegar? Deriva todas las que puedas externalizar y libérate de toda carga innecesaria. Si eres una persona perfeccionista, quizás haya llegado el momento de comenzar a trabajar en ese bloqueo (te invito a que le eches un vistazo a este post).
  5. ¿Alguno de los proyectos puede esperar a que termines otro? Párate a pensar sobre ello y no te precipites a la hora de tomar estas decisiones. Es imposible llevarlo a cabo todo a la vez y seguro que algo interiormente te está gritando que esto no es tan importante cómo parece o que aquello tiene un plazo máximo para llevarse a cabo y corre más prisa.

Por último, prioriza y elige: ¿Cuál es la ÚNICA cosa que puedes hacer inmediatamente para que lo demás sea más fácil?

4. PLANIFICA

Y por último paso, comenzar a planificar.

Coge un calendario semanal o mensual (yo trabajo siempre a tres semanas vista) y márcate de 1 a 3 tareas diarias a realizar durante los próximos días. Intenta planificar al menos lo que te gustaría hacer durante los próximos siete días, siendo siempre consciente del tiempo real del que dispones e intentando ser realista sobre el tiempo que te va a llevar hacer esas tareas.

Comienza a repetir este ejercicio todos los domingos o los lunes a primera hora de la mañana y verás como poco a poco, el estrés desaparece y vuelves a retomar el control de tu vida.

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