Durante o después de un bloqueo es muy común tener la sensación de comportarte como una gallina sin cabeza. Es como si tu cuerpo siguiera la rutina diaria, das vueltas y vueltas de una idea a otra sin llegar a empezar ninguna. Nada te convence, te sientes apática.
Unos días no tienes fuerzas y otros te levantas con la intención de comerte el mundo. Lo malo es que, al final del día, te acuestas con la sensación de no haber tomado ninguna decisión. No eres capaz de encontrar tiempo para ti. Tampoco eres capaz de encontrar tiempo para algún proyecto ya que realmente tampoco eres capaz de elegir uno o, realmente, ninguno te motiva lo suficiente como para volver a arrancar la maquinaria.
Te cuento lo que hice en su día y lo que voy a hacer ahora. Si has leído post anteriores o estás apuntada al newsletter sabrás que he pasado por un período de hibernación creativa a raíz ¿del embarazo? (eso creo).
Y si te ha pasado lo mismo, te encontrarás fustigándote todos los días pensando: ¿y ahora qué? … Con lo claros que parecían los objetivos hace unos meses. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo vuelvo al punto en el que tenía mil mariposas por el estómago?
Pues no sé para ti, pero la respuesta no es fácil. Si ya has pasado por ello, seguramente recordarás esa sensación de la que hemos hablado muchas veces:
Te has adentrado en un estado en el que estás esperando que alguien llegue con su varita mágica y en un efectivo golpe te haga encontrar la respuesta. O, dicho de otro modo, crees que alguien va a llegar con una gran bola de cristal y te va a mostrar el camino que debes tomar.
Pero, oh señoras. La respuesta como siempre es el camino más fácil: Y es que si esperas que alguien arregle tu camino sin arreglar tu misma tu interior, estás muy pero que muy equivocada.
Ni va a aparecer el hada madrina, ni existen las bolas de cristal que te muestran tu futuro.
La respuesta tenemos que buscarla nosotras mismas.
Pues voy a remontarme casi doce meses atrás y te voy a contar qué me funcionó en su día. Y qué, espero me vuelva a dar los mismos resultados que estos meses atrás (¿por qué no?).
Si te has salido del camino, si te has tropezado con un montón de piedras. ¿Qué vas a hacer? ¿Quedarte sentada esperando a que vengan a buscarte? ¿O ponerte la zapatilla que se te ha caído y volver a ponerte en marcha?
Pues ahí está el tema.
Seguro que se te ocurren mil preguntas más y mil diferencias entre esas fases y la fase actual.
Es muy muy muy complicado volver a encontrar la pasión y volver a tener sueños cuando ni si quiera te das permiso para dedicarte un tiempo al día, aunque sean cinco minutos. Estás tan amoldada a la rutina que simplemente te dejas llevar por la corriente actual. ¡Ni siquiera dedicas tiempo a pensar!
[Tweet “Es muy complicado volver a encontrar la pasión ¡cuando ni siquiera dedicas tiempo a pensar!”]
Lo más cómodo se ha vuelto: levantarte, trabajar, llegar del trabajo reventada, dejarte vencer por ese estado apático, echarle la culpa al exceso de trabajo, a la salud, al no querer saber qué hacer con tu vida… En definitiva: te has vuelto vaga y has tirado por el camino fácil: la culpa es de un factor externo que no depende de ti.
¡ERROR!
Ya lo vimos hace varios meses: en el momento en que la maquinaria se para es muy complicado volver a ponerla en marcha (¡pero no imposible!)
Doy fe (y me autoflagelo por haberme dejado llegar a este punto).
Don’t worry, hay solución. Así que ni tu ni yo nos vamos a seguir flagelando por ello.
Introducir pequeños cambios que nos vayan ayudando a ir saliendo de este estado de hibernación. Realmente nuestra maquinaria está muy sedienta de lubricante, pero nuestra mente no puede pasar de 0 a 100 en un segundo. Lo mejor es reparar lo que esté roto, lubricar e ir probando todos los engranajes, que funcionen bien, cambiar los que se hayan estropeado y, una vez esté todo en marcha de nuevo, comenzar un tratamiento preventivo para que esto no vuelva a pasar.
Fija 5, 10, 15, 30 minutos al día para volver a conectar con tu interior y tus sueños. Y no significa que ese tiempo sean los cinco minutos de ducharse, la media hora que te cuesta ir y volver al curro,… No. Tiene que ser un tiempo en el que te sientes frente a un papel y simplemente escribas, pintes, colorees, bailes, medites,… Unos minutos en los que vas a sacar fuera todo lo que llevas dentro, o escribir/pensar/expresar algo que te haga sentir feliz, triste, ilusionada, sexy,… tú elegirás cada día el tema. Y cada día lo expresarás cómo más a gusto te sientas.
¿No eras capaz de levantarte hace unos meses a las seis de la mañana para llevar adelante ese proyecto? ¿Seguro que no puedes cambiar el sentarte en el sofá por esos minutos para ti? ¿O dejar de tomar un café de una hora todas las mañanas con las demás mamis del cole? ¿O acostarte cinco minutos más tarde? ¿O dejar de estar pendiente del whatsapp, redes sociales o navegar sin sentido por internet?
Venga, ¡seguro que ahora estás haciendo un montón de actividades improductivas que puedes cambiar por esos cinco minutos diarios para ti!
¿Seguro? ¿Realmente son taaaaaaan importantes todas esas tareas que están por encima de ti, tus pasiones y tus sueños? ¿O sólo son excusas para no enfrentarte a lo que de verdad te puede cambiar la vida y hacer feliz? Se está tan cómoda en tu sofá blandito lleno de cojines mulliditos que no es nada fácil sentarte en esa otra silla tan tosca y fea, ¿verdad?… (lee sin falta este post para saber de qué va el tema).
¿Conoces el Reto Zen to Done? A mí me ayudó muchísimo a limpiar mi mente de obligaciones, a ser muy productiva, conseguir todo lo que me propuse, a mantenerme motivada en mis objetivos, a ser por fin organizada…
(hablo en pasado porque la hibernación hibernal se llevó mi organización y planificación y voy a volver a ponerme a ello para conseguir todo lo que conseguí en su día gracias al Reto ZTD).
Cambia el “tengo qué hacer esto” por el “Voy a hacer…”
“Tener que” equivale a “debería hacerlo, pero en el fondo sé que voy a posponerlo siempre”. En cambio el “voy a hacer” te ayuda a decirte a ti misma: “Sí, ¡lo voy a hacer! Sin excusas”.
Recuerda: No vale hablar si no te pones plazos. Si decides hacer una cosa, decide al mismo tiempo cuándo lo vas a hacer.
Paso 1: dedica tiempo para ti.
Paso 2: ¿sigues haciéndote esta pregunta? introduce pequeños cambios en tu vida: algún curso nuevo, cambia tus rutinas, los muebles de casa, prueba a entrar cada día a una tienda, café, o sitio nuevo, … en definitiva: haz cada día algo distinto.
Paso 3: Retoma tus pasiones. Dedícales tiempo, prueba nuevas técnicas, ¡enseña el resultado al mundo!
Una vez hayas introducido cambios en tu vida y estés dedicando tiempo para ti, la motivación vendrá sola. Ya lo verás.
Ábrete y compártelo con tus seres queridos. Y si te rodeas de personas creativas con las que poder compartir proyectos, sueños, ilusiones y fracasos, te alimentarás de la energía que se va a mover y te ayudará a seguir adelante siempre que vuelvas a sentir que las fuerzas flaquean.
Salir de un bloqueo a veces es fácil y otras requiere un esfuerzo algo mayor. Unas veces das con la solución y otras caes en otro bloqueo de otro tipo. No desesperes, todos pasamos por ello y todos salimos de esas fases.
Si acabas de salir de algún bloqueo o has pasado de la euforia a no tener ganas de hacer absolutamente nada, significa que tu maquinaria (cuerpo y/o mente) necesitaba descansar. No es algo malo, puedes aprovechar para ir haciendo pequeñas cosas que se habían quedado pendientes hasta ahora (ya lo vimos en el post sobre cómo sobrevivir al estado de Calma Tensa).
Sin embargo, una vez pasado ese estado pueden ocurrir dos cosas: o que se vuelva a poner en marcha la maquinaria o que te dejes llevar por el camino fácil, caigas en las fauces de la rutina y des (sin darte cuenta) al enorme botón rojo de “stop creatividad”.
Las soluciones, son las que te he contado en este post: debes volver a encontrarte contigo misma, sacar tiempo para ti, para manifestar tus alegrías, tus penas, tus sueños, ¡todo lo que sientas y pienses!. Ya sea escribiendo, cantando, bailando, pintando, meditando… elige la fórmula que más te guste. Mientras no vuelvas a reconectar con tus sueños, no saldrás de este estado de aletargamiento.
No des la batalla por perdida. ¡Dentro de ti hay un mundo sin explorar! Tienes tanto que dar al mundo que necesitas sacarlo fuera. No te dejes llevar por las voces que te dicen: “es demasiado tarde, ¿a dónde vas queriendo hacer eso?, yo no valgo para eso, …”
Permítete volver a soñar.
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El post de Ayuda, ¡estoy bloqueada! – No tengo ganas de hacer nada. Mi creatividad, ha muerto aparece primero en Nuevas Ideas, Nuevos Comienzos.