Quiero que me respondas a un par de preguntas:
¿Cuántas ideas llevan dando vueltas por tu cabeza demasiado tiempo?
Tengo una mala noticia que darte: mientras sigas así, haciendo lo mismo, no vas a comenzar ninguna de ellas. Seguirán siendo lo que son ahora: ideas, sueños, ilusiones, … NADA.
TIENES MIEDO. Es normal, todos pasamos por ello. ¿O crees que el que está consiguiendo algo con una idea similar a la tuya no lo tuvo al principio? Claro que no. También pasaría por la fase previa donde nace la idea, tan emocionante y dónde te pasas el día imaginando las miles de posibilidades y opciones posibles (¿recuerdas el cuento de La Lechera?). Y también pasaría por la fase de miedo posterior: “¿y si no funciona? ¿y si me equivoco? ¿y si todo esto no son más que pajaricos en mi cabeza” … Pero hay una gran diferencia contigo: Esa persona no se dejó vencer por sus miedos y se enfrentó a ellos. Y, mira por donde, funcionó. O no, pero aprendió cómo tenía que hacerlo para la próxima vez. Porque, ¿quién te dice a ti que esa ha sido la primera vez que ha puesto una idea en marcha y le ha funcionado? Puede que sí, pero también puede ser que lo haya intentado mil veces antes de conseguir tener éxito.
Se está muy bien en tu zona de confort. Te has acomodado, estás rodeada de cojines mulliditos, de esos tan cómodos que tienen plumas por dentro. Y se está taaaan bien. Sabes que tienes que tirarlos y quedarte con un duro sofá, sin cojines, incómodo y la verdad, no vamos a mentir, da mucha pereza tener que volver a hacer cómodo ese sofá. Así que mejor, te quedas donde estás y que sea otro el que se busque la vida con ese duro sofá.
Así es como me imagino yo mi zona de confort, cómo un sofá muy cómodo, lleno de grandes cojines. Y así es como visualizo la situación de quedarme en él y ver cómo los demás consiguen lo que quieren, sentada en mi sofá y viendo como los demás cogen ese otro más viejo y lo van arreglando hasta que se convierte en un sofá grande, hermoso, pero sin muchos cojines. Porque a ellos no les importa ir cambiando de sofá en sofá hasta conseguir el que siempre han querido.
Y viendo como los demás consiguen lo que quieren, puedes reaccionar de dos maneras:
[Tweet “”No valgo para eso”. Te lo repites tantas veces que, al final, TE LO ACABAS CREYENDO.”]
¿Qué hay realmente detrás de todo esto?
Tantos y tantos miedos que, si no se te ocurren, te los inventas. Porque, se sincera, ¿podrías coger un momento papel y boli y enumerar todas las excusas que has estado poniendo para avanzar o comenzar esa idea a la que llevas tanto tiempo dándole vueltas?
“No tengo tiempo”
“No tengo suficiente dinero”
“Nadie me apoya”
“Voy a equivocarme, lo hago mal”
“Hasta que no … no haré …”
“No sé cómo se hace”
“¿Y si me arruino?”
“¿Y si voy a ese viaje sola, no consigo hablar con nadie y lo paso fatal?”
Y si, y si, y si… Excusas, excusas, excusas.
Voy a contarte una historia que he leído en el libro de Emociones Tóxicas, de Bernardo Stamateas: En cierta tribu de indígenas, a los niños se les enseña desde pequeños a hacer frente al miedo de esta manera. Los sientan y les hacen cerrar los ojos e imaginarse que tienen enfrente una víbora de 20 metros con dos cabezas. Cada vez que intentan huir o le dan la espalda, la víbora se hace más y más grande. Pero si los niños se paran y le miran a los ojos, la víbora disminuye y disminuye hasta que al final se convierte en una hormiga y la pueden matar.
Hay una cosa que tienes que saber:
Siempre que salgas de tu zona de confort vas a sentir miedo. Es el instinto, tú forma natural de actuar, la que de tantos peligros ha salvado a la raza humana a lo largo de la historia. Tienes que cambiar el chip. Dejar de ver esa sensación de andar perdida, de resistencia a avanzar, de dudas, como algo negativo. Significa que estás saliendo de ese cómodo sofá, estás avanzando, estás mejorando como persona. Estás evolucionando.
¿Hacia qué? No lo sabes, no tienes una bola de cristal que te diga si puede ser para algo bueno o para algo menos bueno. Vas a tener que descubrirlo tú. Y la única manera de conocer la respuesta va a ser atreviéndote a hacerlo, atreviéndote a salir de tu zona de confort.
Hazte estas preguntas y escribe las respuestas:
Coge un papel nuevo en blanco y dibuja dos columnas. En la de la izquierda anota todas las excusas que habías escrito antes y que tantas semanas (meses, ¡años!) te has estado repitiendo. Ahora vete a la columna de la derecha y escribe todas las soluciones posibles que se te ocurran a cada uno de esos “peros”, piensa en cómo lo podrías hacer. Hazlo sin dudar, sin pensar en ti, en si te crees capaz de llevar a cabo o no esa solución. Piensa que es posible. No dejes que las dudas te controlen. Todo es posible.
Cuando termines, observa tus respuestas. ¿Realmente hay algo de lo que has puesto que no puedas llevar a cabo? Si se te ocurre alguna excusa, ya sabes. Coge de nuevo papel y boli y anota posibles formas de evitar o solucionar ese “pero”.
Al final lo que tendrás será un plan detallado de lo que puedes hacer ante cada una de las excusas que te has estado poniendo. Tan sólo tienes que hacer como los niños de la tribu indígena: coge tu miedo y enfréntate a él.
[Tweet “SÓLO existe una manera de avanzar. Coge tu miedo y ENFRÉNTATE a él.”]
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