Hace una semana volví de unas mini vacaciones por Cantabria. Fueron, casi, como una especie de retiro fotográfico. Tuve tiempo de desconectar, reflexionar, aprender y transformar por completo la manera en que había vivido la fotografía hasta ahora.
Me gustaría que reflexionaras por un momento y fueses sincera contigo misma: ¿te paras a observar lo que te rodea? ¿disfrutas del camino que haces habitualmente al trabajo, al cole, a la compra,…? ¿sabrías decirme 10 detalles al menos que hacen único a ese recorrido?
Vivimos en una sociedad en la que tienes que saber hacer muchas cosas y además tienes que hacerlas para “ya”. Las prisas, el tener una agenda demasiado apretada (que seguro tu misma llenas para no tener ningún hueco vacío. A mí me pasa), hace que no estés disfrutando del camino, de tu vida, de lo que te rodea.
Hoy quiero enseñarte tres ejercicios, muy simples, puede que hasta te parezcan una tontería. Pero creeme, lo transforman todo.
En el primero, te voy a invitar a un ejercicio que me ha encantado del curso “Un paseo por lo invisible“, de Mönica Bedmar, que he hecho durante estos días en Cantabria y que ha hecho que mi recuerdo y forma de ver el viaje haya sido distinta a todos los viajes anteriores. Mö nos invitaba a realizarlo en nuestros trayectos diarios, esos de los que te hablaba antes, los que haces todos los días, de forma mecánica.
A partir de ahora intenta observar tu mundo desde una perspectiva distinta. Vas a mirar HACIA ARRIBA, al cielo, a los tejados, a los balcones, a los carteles, a las copas de los árboles, … Intenta descubrir esos detalles que permanecían ocultos hasta ahora. Siéntate en un banco y párate a observarlos. No tengas prisa. Están ahí esperándote. Quieren ser descubiertos.
A mí me encanta mirar al suelo cuando voy por el campo, descubrir hormigueros, bichitos, flores nuevas, y cuando tengo la oportunidad de ir a una zona de costa, mirar al mar en el puerto, intentar ver la vida que hay debajo de los barcos, descubrir los secretos que hay ocultos bajo tus pies… Pruébalo. Tras unas semanas, cuando hayas descubierto ese mundo que hay ahí arriba, BAJA LA MIRADA y cambia la perspectiva.
El curso de Mö ha coincidido unos días con el de Verónica Gran y su taller de FotoLov. Vero nos invita a mirar lo que nos rodea, y a nosotros mismos, desde la mirada del amor. Todo tiene un lado hermoso, pero si miramos nuestro mundo siempre desde la misma perspectiva nunca podrás darte cuenta. Te invito a que intentes observar esos detalles que has descubierto en tu paseo cotidiano desde todas las perspectivas que se te ocurran. Vero nos invita en su curso a hacer este ejercicio durante un mes: 30 perspectivas, treinta maneras de ver las cosas, treinta maneras diferentes de entender tu mundo.
Puede que sientas que has llegado a un callejón sin salida, puede que hayas perdido la esperanza, puede que haga meses que no te sientas inspirada, puede que pienses que has perdido tu creatividad y que nunca la vas a recuperar. El año pasado pasé por ese oscuro bache y es horrible tener esa sensación de andar perdida, sin rumbo. Pero, hazme caso:
Las nubes desaparecen y vuelve por fin a brillar el sol en tu vida.
Los ejercicios de arriba han cambiado mi forma de ver todo lo que me rodea, en tan sólo un mes, todo se ha transformado. El año pasado, cuando pasé por mi peor momento, cuando veía todo gris, leí un libro que me mostró la luz al final del tunel, que me ayudó a salir de él y que debería estar en las estanterías del salón de todas las casas (es más, pienso que debería ser de lectura obligatoria en los colegios): “Una mochila para el Universo“, de Elsa Punset. En él te enseña a ver el vaso medio lleno, siempre, a buscar el lado positivo de las cosas, a sonreir, a saber apreciar todo lo que te rodea.
Hubo un ejercicio que me ayudó enormemente a salir del tunel. Me cogió de la mano y me fue arrastrando poco a poco a salir de él. Es muy simple, como los ejercicios que te he contado antes, pero muy efectivo: cambia de rumbo todos los días, haz algo distinto TODOS los días.
Si siempre haces el mismo trayecto para ir a trabajar, cambia de calle, de acera, de recorrido, … hazlo distinto cada día. Párate a observar un escaparate nuevo cada día, desayuna en un bar distinto, cambia de sitio en el autobús, en el sofá, … cambia las cosas de sitio, reorganiza tu oficina, tu habitación, … Empieza por cambios pequeños si no te sientes segura, y ya verás como poco a poco, tu mundo y tu forma de ver y entender las cosas se transforma, la inspiración vuelve y sientes de nuevo como algo se mueve por dentro, te entusiasma, te apasiona.
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Inténtalo y me lo cuentas en un comentario. ¿Conoces algún otro ejercicio que te haya ayudado a recuperar la creatividad perdida?
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El post de 3 sencillo ejercicios que transformarán tu manera de ver el mundo que te rodea y aumentarán tu creatividad aparece primero en Nuevas Ideas, Nuevos Comienzos.